Una risa hueca, seca pero incansable brota de unos dientes enfocados en primer plano, no podemos ver los ojos pero sentimos que esa carcajada no explota, que está atada a una infernal tristeza, así arranca “The Joker”.
Uno asume que un personaje tan icónico como El guasón no tendrá más revanchas, interpretado por un abánico de actores tan disímil (Jack Nicholson, Alfred Romero, Heath Ledger y Jared Leto entre otros) parecía que las opciones se habían acabado.
Pero llegó la lucha (¿Eterna?) entre DC y Marvel por establecer una hegemonía en el mundo del cine por medio de la creación de un mundo hiper conectado llamado “universo”.
En esta lucha Marvel había establecido un patrón de películas basadas en los aspectos visuales, pero haciendo un fuerte hincapié en el sentido heroico. Siempre sus películas fueron sobre los héroes, los villanos eran sólo aquellos a ser vencidos por el protagonista.
DC trató de jugar ese juego y falló (No se considera a la trilogía de Christopher Nolan sobre Batman parte de este intento) sus increíbles personajes Batman y Superman encarnaron la peor película de super héroes jamás hecha (Batman Vs Superman) y se pudo ver la ridiculización del mismísimo Joker en la espantosa Suicide Squad. La única película de esta andanada de espantos que estuvo a la altura fue Wonder Woman, que cumplió con creces lo intentado.
Dentro de esta suerte de derrota constante DC pateó el tablero y fue a jugarse una enorme ficha, poner a Todd Philips (The Hangover, Old School, Road Trip y otras comedia similares) a dirigir la vida de el Guasón en su película homónima “The Joker” que sería protagonizada nada más y nada menos que por Joaquin Phoenix (Gladiator, Her y Johnny & June) los trailers fueron extraños y revelaban muy poco, la gente se burlaba o simplemente los miraba extrañados. Creo que nadie creyó en esta visión de un personaje nunca antes explorado en soledad.
El tiempo pasó y la película empezó a ser mostrada en la gira de los festivales y el milagro sucedió, fue aplaudida de pie en el Festival de Venecia y las críticas positivas no se hicieron esperar, de repente pasó a ser no solo la mejor película relacionada al mundo del comic en el año, sino que la interpretación de Joaquin Phoenix fue tildada como la mejor de su carrera, que no es poco decir.
La película esta lejos de las estridencias generalmente usada en este tipo de cintas, no hay luces, ni momentos de epifanía, ni grandes saltos humanitarios hacia la nada: su principal componente es la mugre misma de la sociedad toda.
El derrotero que lleva a Arthur Fleck a convertirse en The Joker es tan largo e intenso que dar detalles es, un poco, contar la película; solamente podemos entender el contexto y desde allí desgranar la increíble personificación de Joaquin Phoenix y la hermosa dirección de Todd Philips.
Sin dudas que Robert de Niro (Taxi Driver, Goodfellas y The deer Hunter) aporta una enorme luz a la película, encarna a Murray Franklin, un conductor de televisión a quien Arthur y su madre Penny (Frances Conroy) miraban todas las noches en su roído departamento de “Ciudad Gótica”.
Es así que el personaje avanza a los tropezones en su intento de insertarse en la sociedad, una extraña historia familiar y en ese camino ocurrirán tantas cosas que no entenderemos como Arthur no intenta quitarse la vida una y otra vez.
Todas estas situaciones que no nombraremos (hace falta verlas para entenderlas) hacen de Arthur un hombre sufriente, una llaga viva que no deja respirar ni al espectador ni al protagonista, la película es un constante agobio que no da respiro alguno.
De ese agobio es que Arthur se nutre para ir deformándose, obsesionado con bailar, preso de ataques de risa angustiosos y con una violencia siempre palpitante, es que el personaje luce su metamorfosis totalmente salvaje.
Es imperioso entender que la película explica y desafía el nacimiento de un villano tradicional, lo lleva por un camino tan oscuro como ineludible, es un auto sin frenos que acelera cada vez más a medida que la trama avanza. El cierre es a toda orquesta, con un montón de símbolos flotando en un aire de anarquía y autodestrucción, es todo tan horrible que no podemos dejar de mirarlo con nuestros vidriosos ojos.
Sin dudas el ojo de Todd Philips es clave en esto, todo es lúgubre, miserable y nadie podría vivir como vive el protagonista, la violencia va en in crescendo y la ausencia de todo tipo de luz o alegría nos mete en tema, nos zambulle tanto que somos nosotros los que peleamos por no ahogarnos en semejante clima.
La banda de sonido es una joya, música de variette, rock de época y algunas composiciones originales que inundan la pantalla de un clima sombrío y voraz.
“The Joker” es la película definitiva basada en un cómic, no es que sea mejor o peor que las demás, no apunta a eso esta crítica sino a que crea un universo alrededor de un personaje hasta ahora inexplorado en su génesis, EL villano por excelencia por fin tiene su historia y no, nadie puede reírse de eso.
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