“Confía en la fuerza” le dice Lyra a su hija Jyn antes de obligarla a huir, su padre Galen está siendo interceptado por tropas del imperio para cooptarlo a volver a trabajar con ellos, necesitan su genio para construir el arma más mortal de todas: La estrella de la muerte.
Ese es el comienzo de Rogue One, tal vez, la historia más ambiciosa y oscura de toda la saga Star Wars, la misma plagada de imposibles en el medio de la negrura de la realidad, la rebelión está en clara desventaja, los Jedis están casi extintos y los Sith gobiernan el universo de la mano del Emperador y su discipulo Darth Vader.
La impecable dirección de Gareth Edwards (Godzilla) y el elenco nutrido de figuras como Mads Mikelssen (Galen Erso), Forest Whitaker (Un guerillero llamado Saw Gerrera), Diego Luna (Cassian Andor) y la heroína Jyn Erso interpretada por Felicity Jones conforman un cocktail de gran nivel actoral ayudado por grandes diálogos.
La película está plagada de referencias al universo y el tiempo en el que la historia está contada (ubicado entre el episodio III y el IV de la saga) pero no por ello aquel que no es gran conocedor pierde interés en la historia, sólo hace al fánatico sentirse como en casa.
Al comprar Disney los derechos todos esperábamos películas del tenor del episodio VII, pero Rogue One se pone espesa, drámatica y tensa, la acción recrudece al punto de vivir momentos desesperantes hasta el último segundo del film.
Los únicos momentos de (gran) humor son los intercambios con K-2, un androide del imperio reprogramado para servir a los rebeldes, en él descansan los momentos de humor y brillan por el timing, sin dudas este robot entra al top 3 con C3PO y R2D2.
Las escenas bélicas son sencillamente épicas, no hay casi desperdicio en las rencillas, escenas de guerra con un tono super cruento y la peor puntería del mundo aportada por los Stormtroopers. Para estos menesteres se contrató a Neil Corbourt, el especialista en escenas de este tipo que había trabajado en “Rescatando al Soldado Ryan” y “La caída del halcón negro”.
Escuchar la voz mécanica de Darth Vader interpretado por el legendario James Earl Jones es algo tan placentero como un orgasmo, el sólo hecho de escuchar nuevas frases y diálogos del villano más malvado del cine le da a la película un tinte de culto.
Por supuesto que las batallas con naves y vehículos son de una belleza clásica y las locaciones son acordes a los contextos de cada escena, tampoco hay abuso en lo digital, las muchedumbres y lugares poblados se notan muy reales.
Tal vez las expectativas al no ser un episodio eran pocas en mi lugar, de hecho no quería ningún tipo de intento de historia paralela porque ya pasó con Caravana de valientes (un espantoso Spin-off televisivo solo de Ewoks y niños hecho en 1984) y con la empresa del ratón dando vueltas era una posibilidad.
Pero no, Rogue one no solo es un cuento de Star Wars que está fuera de los episodios sino que es LA historia que permite que la rebelión empiece a dar vuelta el partido contra el imperio, el nacimiento de una ilusión.
La película debe estar a la altura de “El imperio contrataca (episodio VI)” en cuánto a nivel de trama, belleza, acción y un final de esos que no son fáciles de olvidar.
La magia y el ojo atento de George Lucas están sobrevolando toda la idea y la historia, inclusive los escenarios tienen mucho del universo que es el más cercano al fan de la trilogía original, en ningún momento osás pensar que algo de eso no sucede en los tiempos dónde se ubica el relato.
Para los fans es una vuelta a enamorarse, para aquellos que son reacios tal vez sea la puerta de entrada a un universo maravilloso y que promete siempre cine de calidad, sin dudas Rogue one es una película que uno puede disfrutar siendo fan de la saga o sólo tratando de ver una buena película en el cine con grandes efectos visuales.
Star Wars vuelve a sus fuentes más puras, la lucha entre el bien y el mal levada a niveles de fé y esperanza teñidos de tristeza, Rogue One es la fábula del sacrificio por un bien mayor.
Y eso no puede tener nada de malo.
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