¿Qué puede haber detrás de la relación entre 2 de los exponentes más grandes del Rock en Argentina? En sí, una interesante y jugosa historia de idas y vueltas que condecoran o metaforizan cómo 2 personalidades tan distintas pueden congeniar tan bien, o no.
Luis Alberto ‘el Flaco’ Spinetta y Norberto ‘Pappo’ Napolitano son dos de los músicos más extravagantes que dio el Rock, y cabe destacar cómo en un panorama político y social tan particular como el de la Argentina se pudieron encontrar y desencontrar ambas formas de ver el mundo y la música. Uno más tirado a la onda beat, a lo que sumaba folclore, tango y jazz; mientras el otro era el puro blues, rythm and blues y rock and roll que se le pudiera pedir.
El primer encuentro entre ambos dos no tiene una fecha precisa en los papeles, pero más seguro es que se hayan conocido/cruzado en La Cueva 2, la segunda Cueva que había abierto Billy Bond a fines de 1969. Allí, la mayoría ya eran conocidos en su propio ambiente (Javier Martínez, Miguel Abuelo, Alejandro Medina, Moris, Pajarito Zaguri, Tanguito, entre otros) y sus primeras placas estaban prontas a salir. Aun conscientes de sus diferencias musicales –no muchas, pero presentes –, lo más cotidiano era que se subieran a zapar algunos temas en el escenario. A partir de allí, uno era invitado a la casa del otro con frecuencia, además de contar con un compinche en común: Héctor ‘Pomo’ Lorenzo, que tocaría en bandas de los 2.
La admiración entre ambos siempre fue mutua. Al menos en un principio. El Carpo respetaba a Almendra (al contrario de Sui Generis) y a Spinetta toda la vida le fascinaron los buenos guitarristas (empezando por Hendrix), con lo que lo de Pappo no es novedad. “Cuando Pappo subía con la viola, yo enseguida agarraba el bajo. No me quería perder la oportunidad de tocar con él”, confirmaba el Flaco. De esta forma, Pappo fue invitado, junto con otros ‘cirqueros’, a hacer los coros de Figuración en el primer Lp de Almendra, y un tiempo más tarde, el guitarrista le regalaría dos temas de su autoría para el disco Spinettalandia y sus amigos: Castillo de piedra y Era de Tontos. Entre Almendra y Pescado Rabioso hubo una pequeña suerte de proyecto llamado Tórax donde confluían estos 2, más Pomo en batería y Carlos Cuitaia en teclados (otras fuentes afirman que el lugar del guitarrista lo ocupaba Edelmiro Molinari) donde la idea era que a partir de tonos infrecuentes otorgados por el Flaco, Pappo pudiera desarrollar su habilidad. La vorágine del tiempo hizo que no prosperara.
Aunque no todas fueron rosas en la relación. Vamos a decir la verdad: los roces, intencionalmente o no, los provocó Pappo. Provocaciones a las que Luis tomó, reaccionó o rebotó con indiferencia. La primera y tal vez menos conocida fue un percance que afectó a Luis, pero terminó haciendo que discutieran… los padres. La tensión vino a motivo de que Spinetta se había tomado un trip, cosa a la que probablemente lo indujo Pappo: “Me había tomado una pepa y terminé en bolas en la esquina de Cabildo y Aguilar mostrando los genitales, aunque no dirigiendo el tránsito ni creyéndome Jesucristo”. A este ensamble, siguió un insulto del Flaco a un policía, que lo llevó derechito a la comisaría 33. Cuando Luis Santiago, el padre, lo va a buscar y le pregunta quién le había dado eso, Luis Alberto contesta que Pappo. Sin dudarlo, el padre de uno va hasta la casa del otro y se produce el corto pero inolvidable diálogo:
– ¿Qué pasó? – preguntó Carlos Napolitano
– Su hijo drogó al mío – contestó Luis Santiago
“Yo le dije la verdad, pero no es que Pappo me hubiera iniciado al ácido: a esa altura, yo ya me había tomado mi doscientos”, se disculparía más tarde el Flaco. Otro de los rayes importantes que hubo –aunque parezca una nimiedad – data de la vez en que, en la casa de Vicente López donde Luis vivía solo, cayeron un grupo de hippies, Pappo incluido. Estos seres, sin un aparente motivo para hacerlo, le llenaron toda la heladera y la cocina con la palabra “no” a Luis, que lo tomó de una manera tremenda. En una desgarradora entrevista realizada por Miguel Grinberg en 1977, lo cuenta de la siguiente manera: “[…] y por el otro lado las visitas infernales de Pappo, con toda su vorágine de bosta. Una onda negadora… Pappo y Furia me escribieron toda la cocina de mi casa con la palabra “no”, “nunca” en la heladera, con marcador. Yo los miraba, y un poco empecé a tener como una… a entrar en una mano destructiva, a decir ‘bueno, el amor tiene que triunfar… finalmente tiene que haber una esperanza en todo esto’.
Sin embargo, quien relata esta anécdota desde el punto de vista del tercero es el mismo Jorge Furia, otro de la camada del momento: “Luis caía en desgracia porque no quería consumir más falopa. Entonces, para coparle la casa, le golpeaban la puerta y le decían que tenían un pedazo de esto o lo otro. Le vencían su resistencia y le copaban la casa por una semana. En ese momento apareció un ser muy nefasto, un francés muy sucio que se llevaba las minas al baño cuando cagaba. No nos lo podíamos sacar de encima. Ese día íbamos a hacer una zapada, cae el tipo y trae hachís, que pegaba distinto, y lo puso a Luis en un estado tremendo. Yo fui a una habitación y escribí la palabra ‘no’, después fue también Daniel Irigoyen y puso también ‘no’, pero más grande; después Pappo escribe otro más grande, y el último NO era gigantesco: te negamos. Pero eso era para el francés puto ese, no para Luis. Y aquél en su mambo se lo compró para él”.
En este sentido, lo interesante es ver cómo cambió el pensamiento del Flaco con los años. En una entrevista posterior, respecto al mismo tema, comentó: “Sí, eso pasó una noche en la que todos estábamos de ácido. Hubo unos seres que vibraban mal y yo me rayé, entonces como venganza me escribieron con la palabra ‘no’, ‘nunca’. En esa noche yo comprendí que debía cuidarme de ciertas compañías, no de Pappo, pero sí de gente que a lo mejor, circunstancialmente, estaba con él”.
Pero si acaso hubo un quiebre importante, fue aquella ocasión en la que Spinetta le regaló una de sus guitarras más importantes al Carposaurio y este… la vendió. La anécdota cuenta que Luis se estaba yendo de viaje por Francia, Austria e Inglaterra en ese momento (Europa hervía de música) para ampliar su cauce musical y como símbolo de amistad, el 10 de Marzo, día del cumpleaños del ex Engranaje y de la hermana del Flaco, le cedió desinteresadamente una de sus guitarras clave y a los pocos días Norberto la hizo plata.
Una vez más, fue Pappo quien hizo e Spinetta quien habló: “[…] porque me fui a Europa el 10 de Marzo, cumpleaños de mi hermana, le regalé a Pappo mi guitarra Dow, un modelo de Gibson que no baja de los setecientos cincuenta dólares, sin estuche. Y se la regalé, la guitarra con la que compuse las canciones más hermosas que hice para Almendra. Y para mí era una forma de mostrarle a Pappo que no existían solamente las guitarras con el volumen al mango. Que así como él me había inculcado algo de esa dureza del rock pesado, y la mano, copar y todo eso, por otro lado yo trataba de demostrarle que existía una fuente de ternura que él no podía ignorar. Fue como decirle, mirá, tomá, no te desprendas jamás de esto, para no traicionarme en tu vida, para darme tu fe, aunque no tocáramos nunca juntos, aunque jamás nos viéramos, pero como un acto de fe, una esperanza… ¿Sabés que me fui a Europa y dos días después se la ofreció a Litto Nebbia por ciento sesenta lucas? Me acuerdo, que yo estaba en una etapa de despojamiento tal […] Desprenderme de esa guitarra era como si me arrancaran un brazo, porque estaba enamorado de ella al remango. Y supuse que ese acto iba a convencer a un tipo como Pappo, al que yo quería de una manera impresionante, quería tratar de que intercambiáramos el mensaje. De que se sintiera influenciado por mí de la misma manera en que yo me había sentido influenciado por él”. Una vez más, la perspectiva cambia con el tiempo: “Yo esperaba que hiciera música con ella, que grabara, que me volara la cabeza. Era la guitarra con la que hice Almendra II. Por supuesto que no me gustó que él vendiera esa guitarra, pero Pappo nunca se llevó muy bien con las acústicas”. Pappo, corto pero conciso de palabras, se defendería diciendo: “Yo había viajado con Los Gatos a España y Spinetta me había regalado una acústica buenísima, esa Gibson que tiene el pájaro en el vidrio. No la vendí, pero como yo no tenía una guitarra eléctrica, la cambié por una Les Paul en una casa de música. No fue con mala onda y no creo que haya ningún intercambio de palabras con él”, aunque después definió que “con un regalo podés hacer lo que quieras”.
La revancha llegaría de varias formas y varios años después. En principio, como se dijo, la admiración fue y siguió siendo mutua, lo que, por ejemplo, hizo llevar a Pappo a zapar con Spinetta Jade. Lo invitaron a tocar Digital Ayatollah en el Teatro Astral y todo lo que tuvo que decir Luis fue “¡Es en Fa sostenido!”. Palabras sobran.
Pero si algún símbolo faltaba, este llegó en forma de disco. Para el año 2000, Pappo trató de salir de su propio pozo con un disco homenaje… a sí mismo. Napolitano necesitaba un mimo como músico para su persona y, aprovechando la masiva admiración que se le tenían los demás artistas, llamó a todos y cada uno para Pappo & amigos. Los invitados (Ciro, Vicentico, el Tano Marciello, entre otros) acudieron sin pensar, y estar estuvieron todos… excepto Luis. Spinetta en proceso de separación con su mujer del momento, con lo que atravesó una depresión importante. Enterado de esto, el Carpo lo fue a buscar y sólo tuvo oportunidad de hablar con Dante. “Vino a casa, y yo estaba durmiendo y ni me enteré. Sé que habló con Dante y que le dejó… ¡instrucciones para que se me pasara la depresión! Decía que yo tenía que pensar que la mina era fea, gorda, sucia, que no me merecía. Y así me perdí de estar en ese disco”, dijo el ex Invisible luego.
Cinco años más tarde, la muerte sorprendía al ex Riff en una autopista cercana a Luján, y una buena parte del rock y blues en castellano se fue con él. Sin embargo, el Flaco no se olvidó de él, y en el recital de Las Bandas Eternas (2009) le colgó su propio homenaje haciendo ¿A dónde está la libertad? con Juanse (ex Ratones Paranoicos) en el escenario. Fue el mejor abrazo final para dos artistas de talla descomunal que, a pesar de tener dos puntos de vista tan distintos de la vida, lograron mostrar que gracias al amor de la música, ciertos ríos fluyen hacia el mismo mar.
Fuentes utilizadas:
– Pappo, el hombre suburbano – Sergio Marchi
– Cómo vino la mano – Miguel Grinberg
– Rock de acá 2 – Ezequiel Ávalos
– Luis Alberto Spinetta. La guía definitiva – Edición especial de la revista Rolling Stone (Octubre 2013)
– Revista MaviRock Nº 16, Abril/Mayo 2010
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