Hace poco, enterado de la muerte del escritor Juan Gelman, otro gran escritor llamado Eduardo Galeano decía: “A veces, la muerte miente”. Es verdad. A veces la desaparición física no llega a atestiguar un real desvanecimiento de una persona. Esta, a fuerza de imaginación, de lucha, de magia, logra perpetuarse en las memorias de los muchos que admiraban su ser, de forma tal que no se pierda en modo alguno su presencia.
Es el caso de Spinetta. El cuerpo del Flaco partió hace exactamente 5 años atrás, un día como hoy. Pero no fue en vano que se derramaron tantas lágrimas de cariño y tristeza en el lecho de su apogeo, porque de lo contrario no estaría tan vivo como está.
Cientos de homenajes habrá en este día conmemoratorio, tanto individuales como grupales, con cada disco, canción, letra, compás, sílaba, acorde o nota que suene de él. Tome uno al azar, uno cualquiera. Sitúese, por ejemplo, en el Gier Music Club, ayer por la noche (2014). Contemple cómo un amalgamado grupo de gente se junta a celebrar (porque esa es la palabra) la música de este flor de músico, y vea cómo un profundo abanico de edades se mezcla sin problemas con tal de volver a oír en vivo esas gloriosas armonías. “Creo que muy poca gente conocía a las bandas que estábamos tocando, pero se chifló ‘Spinetta’ y vinieron todos”, dijo Dani Hokama, de Dani Hokama y sus amigos, rescatando las 350 personas que reventaron el lugar.
Qué importan los problemas de sonido, las palabras olvidadas o las cuerdas rotas, acá lo que vale es disfrutar. Y más aún si se hace a beneficio: la entrada para el espectáculo de ayer era un alimento no perecedero más un artículo higiénico, todo a beneficio de la casa Cucharones de la Calle, la cual se encarga de ayudar a gente en situación de vulnerabilidad social. A esto se le sumaron sorteos de discos de las bandas emergentes presentes, coronándose con el otorgamiento de una pintura hecha en vivo, a cargo de Javier Delestal. Como si fuera poco, entre set y set se proyectaban videos con entrevistas a Luis, el recital de Las Bandas Eternas o la causa Conduciendo a Conciencia, de la que él fue pionero.
En algo que fue hecho puramente a pulmón, los protagonistas se vieron muy entusiasmados y satisfechos con este proyecto. “Esa energía [de la gente] es completamente diferente a cualquier otra energía”, dijo Andrea Croce, una de las organizadoras del evento. Tantas caras de felicidad no caben en un día que, hace un par de años, era pura tristeza. “De un día de mierda, estamos sacando algo hermoso”, agregó Martín Vecchio, de Martín Vecchio y los improvisados. “Todos coincidimos en que estamos felices”, cerraron los protagonistas al finalizar el evento. Es que sí, pocas sensaciones que sentir las canciones pluralizadas en cada uno que sienta pasión por la obra del gran Luis Alberto pudo y puede sentirse satisfecho de que las acompañaran por siempre. Si encima es a beneficio, poniendo el cuero, y por el puro placer de compartir, no hay más qué agregar.
En otro tiempo, mientras él estaba en carne viva con nosotros, no vivíamos tan pendientes de recordarlo, porque sabíamos que allí estaba, fuera, en las calles, alimentándose de la vida que día a día el sol le regalaba. Un día se murió y nos acordamos de acordarnos de él. Pero el Flaco tenía un plan de reserva: ya se había ocupado de eternizarse en sus canciones, esas que con tanto amor hizo. Amagó apagarse en ese halo de adiós que fue tirar sus cenizas por toda la capa del Río de la Plata. Pero Spinetta es tan capo que no se restó: se multiplicó. Por eso hoy no está allí afuera, está ahí dentro, dentro de nosotros, dentro de cada uno de los que relamemos sus canciones y sentimos cómo el Maestro va señalando la luz del camino. Spinetta pasó de vivir en uno para vivir en todos. Será por eso que estando tan lejos lo sentimos tan cerca una vez más.
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