36 minutos. 9 canciones. En menos de lo que dura un capítulo de cualquier serie en Netflix, Fito Páez inaugura la década con un disco que tiene su marca registrada. Con todo lo que eso implica. Las canciones que forman parte de “La Conquista Del Espacio” llevan su sello inconfundible, ese que lo convirtió en una pluma autorizada para musicalizar los más variados pasajes de la vida de muchos argentinos y argentinas en los últimos treinta y cinco años. Ese que lo hizo poner las canciones en tu walkman.
Una vez más, el rosarino demuestra que la realidad no le es ajena y que está conectado con lo que pasa fuera de su casa, como dijo en más de una entrevista. En un país revolucionado y cambiante como Argentina, Fito vomita todo eso con letras que llegan, interpelan y estimulan la búsqueda de la libertad.
Este, su vigésimo tercer álbum, salió el día de su cumpleaños cincuenta y siete y es una obra que podría acomodarse entre sus más vitoreadas producciones. A tres años de La “Ciudad Liberada”, su anterior creación, que tenía el doble de canciones, Fito simplificó e hizo un disco más uniforme y homogéneo, con partes épicas, otras más personales y algunas bailables. Aunque también se cubrió y, a modo de advertencia, confirmó que: “Este álbum nació incorrecto, está lleno de contradicciones, no hay nada a favor de ningún progresismo, solo hablo a favor de la libertad y que en el centro del caos vive el corazón de la fiesta”.
No hay que dejar de resaltar que de la grabación participó de todas las sesiones el californiano Abraham Laboriel Jr., baterista de Paul McCartney desde 2001. No es menor tampoco la inclusión de su histórico bajista Guillermo Vadalá, que formó parte de la gesta de “Ey!” (1988), “Tercer Mundo” (1990) y “El Amor Después Del Amor” (1992), entre otros. El resto del elenco lo conformaron Diego Olivero, Juani Agüero y Juan Absatz, quienes conforman la base de la banda en vivo que lo acompaña a Fito desde hace mucho tiempo. ¿El resto de los invitados? Son muchos y de varios universos. Juanes, Lali Espósito –que pasan inadvertidos-, Hernán “Mala Fama” Coronel, Ca7riel, Mateo Sujatovich y María Campos.
Fito encontró –otra vez– en el mencionado guitarrista Diego Olivero un socio que entendió sus ideas a la perfección y que produjo junto a él un álbum que fue grabado por Gustavo Borner en los estudios Capitol de Los Ángeles. “El lugar donde Frank Sinatra grabó los discos que mi padre solía ponerme cuando era un niño en Rosario”, según contó Fito, en Nashville y en Burbank.
“Sabemos encender una hoguera con una guitarra”, arenga la canción que le da nombre al disco y la que, a su vez, es la primera de nueve. Las cuerdas y los vientos de la Nashville Music Scoring Orchestra, con los arreglos del propio Fito, le dan un marco de “epopeya de la libertad” y celebran la conquista del derecho ganado a coro con él Juanes, Mateo Sujatovich (Conociendo Rusia), María Campos y Franco Saglietti.
No es ninguna novedad que el piano es el instrumento con el que se expresa con mayor claridad. En “Resucitar”, una composición con aires mccartianos que deja en claro porqué las teclas son sus mejores compañeras. El solo de guitarra del final le pone un broche de oro a una balada donde brillan, otra vez, los detalles y los arreglos orquestales.
“Las Cosas Que Me Hacen Bien” es cien por ciento Fito. Sin tanta vuelta armónica, en plan festivo y bien arriba, lanza una batería de frases que llevan su firma y que remiten a su obra de fines de los ochenta: “Hoy mataron a un pibe en Isidro Casanova de cuatro balazos por un telefonito de mierda en una esquina de Dios” y “Militantes de Instagram montando revoluciones, la gente en la calle cagada a palos algo dormida está”.
En “La Canción De Las Bestias” juega distinto. No son tantas las veces que se pone acústico sólo con una guitarra. No es una rareza, pero este tipo de piezas son de las que no abundan entre sus trovas. Acá representa a todos los seres humanos como bestias, se mimetiza, y habla directo desde esa visión.
¿“Gente En La Calle” será una de esas contradicciones que adelantó? Es raro. La parte musical y los arreglos suenan a algo alegre, celestial, naif, y lo que pinta la letra es una realidad callejera más que terrible. Estas dos cosas no cuajan y es por eso que la presencia de Lali Espósito no suma.
Todas las composiciones fueron firmadas por el nacido en el sesenta y tres, excepto “Ey, you!”, donde la dupla la completa Hernán Coronel de Mala Fama. El tema es bueno, es una ensalada de frutas que, años atrás, nadie hubiera imaginado. Eso es un avance a la hora de romper prejuicios, pero al grabar por separado termina dividida como en dos mitades. No sólo por la presencia del ícono de la cumbia, sino por la filosa guitarra de Ca7riel, referente de la nueva generación que brilla en el trap, pero que también la sabe lunga en materia de rock. Para esta página, “feat-to” –jugando con las palabras–, hizo un bosquejo inicial de la letra que terminó de redondear Coronel. Allí hablan de la violencia machista y en general, y emprenden un duelo poético cada uno con sus reconocibles armas.
Las tres últimas le dan un buen cierre a “La Conquista Del Espacio”. En “Nadie Es De Nadie” propone otra vez esa figura del amor libre que está presente en la atmósfera del álbum, mientras que en “Maelström” invoca la narrativa de Edgar Allan Poe y les da un empujón a aquellos que todavía no descubrieron al “poeta maldito”. Por último, “Todo Se Olvida” deja ver a un Páez nostálgico y tanguero, borracho de amor, endulzando los oídos hasta el final.
Para un compositor tan prolífico e inquieto como Fito Páez es difícil dejar de componer. Su cabeza lo desborda de canciones y melodías y, a fuerza de ellas, bien ganado tiene ese lugar de “hit maker” desde hace casi cuarenta años. Aunque muchos no lo traguen, no pasa inadvertido. Él ya ganó y, además, con este disco, volvió a enamorar a todos y todas, hasta incluso a él mismo.
Puntaje: 3,5/5
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