Rock

“Cada colectivo es como un teatro”

Son más que dos. Y no es por la guitarra que los acompaña. Tampoco es por el ímpetu con el que cada tarde salen a recolectar las sonrisas que cantar frente a los pasajeros les concede. Es un tercer integrante es real. Tan simbólico como simpático, y hasta fue bautizado. Ya lo presentaremos, primero, la acción.

El chofer accede sin problemas. Quizás por mera solidaridad, consciente de que la urgencia económica pica y no se calma. O por ahí siempre tiene buena onda. O tiene debilidad por la música. Difícil saberlo. Lo concreto es que asiente con un ademán y los deja subir al colectivo, que pasadas las 3 de la tarde, ya traslada unas 40 personas por la popular avenida Alberdi del barrio porteño de Mataderos mientras ellos se preparan para ofrecer su espectáculo.

SJyGetz

Él es la energía que pregona el poder de la canción. Ella la potencia dulcificada que aclimata la expectativa del público. Juntos ofrecen un pantallazo certero de lo que va a venir: Una gratísima y animada interpretación de “La Bifurcada”, que incluye una especie de simil acting que enaltece el ida y vuelta retórico al que las estrofas de ese icónico tema de Memphis La Blusera se presta.

Nada de esto es casual: Como Dalmiro apunta, ellos tratan de dar algo más: “Tratamos de ponerle esa impronta de querer generar un clima interesante dentro del colectivo, de crear casi un show; Porque nos ha pasado de ir viajando, re mambeados con nuestras cosas personales, y que suba un músico callejero, toque, pase la gorra y ya está. Creemos en entrar con otra energía, para cambiarle un poco la cara a la gente”. Como es de esperarse, el desempeño está sujeto a las condiciones, al contexto: “En cada colectivo es diferente, es como un teatro para nosotros. Si está muy lleno se complica. No se puede bailar”, agrega Jazmín.

IMG_20160523_153613287 IMG_20160523_153729498

Sus voces se entrelazan durante la interpretación y Dalmiro, ya inmerso en su guitarra, se suma a acompañar con unos coros e incita a la gente a que se prenda a cantar con un “Everybody sing with me” en los poquitos espacios que deja la encendida voz de Jazmín, que a pesar de tener presa a su garganta por una polera que la acalora sin piedad, no deja que los esporádicos nervios la sofoquen.

Y es que empezaron hace poco, a principios de marzo. Y lo que unió a estos dos compañeros que apenas superan los 20 años en esta idea fue coincidir en una indeseada situación: “Justo se dio que los dos nos quedamos sin laburo, y estamos cansados de que nos ofrezcan sueldos miserables por ir a trabajar 12 horas”. Entonces pasaron de depositar su confianza en una insípida hoja con sus datos a salir a jugársela con su amor por la música.

HK0vrXi

Pero lo que hoy se transformó en una rutina que les brinda ciertas satisfacciones, al principio fue una movida que los puso en aprietos: “El primer día nos estaba yendo medio mal en los colectivos y decidimos probar en los subtes. Nos fue bastante bien en un vagón pero cuando bajamos, un tipo nos dijo que no podíamos tocar, que no era moco de pavo, que había una organización, un derecho de piso que pagar porque éramos músicos”.

Tras esta primera experiencia fallida, hoy ya caminan más curtidos, y eligieron definitivamente expresarse a bordo de los bondis: “No tiene organización. Ya tenes la barrera del chofer de que por ahí no te deja subir”. Jazmín añade otro posible obstáculo: “La única complicación que podes llegar a tener son los inspectores. Obviamente, ahí no te subís”.

Y es que, claro, elegir el bondi es cuestión de afinar la mirada en perspectiva para descifrar si el caudal de los potenciales espectadores les permitiría tocar: “Los pispeamos para ver que no esté repleto porque en el medio no podemos cantar ni movernos”. ¿El bondi ideal? “El que va con todos los asientos ocupados y sólo algunas personas más paradas. Con la baranda del costado libre.” Y es que, si no, pueden tener lugar leves eventualidades desafortunadas: “El otro día pisé a una señora que me puteó. ¡Pero el bondi era un samba!”.

IMG_20160523_153828417 IMG_20160523_153932692

Por su parte, el repertorio giró hasta aquí alrededor del mismo sentimiento: “Cuando arrancamos, hacíamos “Seguir viviendo sin tu amor”, del Flaco. Y después “Fue Amor”, de Fito”, repasa él. “Pero la versión de  Fabiana Cantilo, porque la canto yo”, puntualiza Jazmin, la chica oriunda de Ramos Mejía que se reconoce como “muy nacional” a la hora de citar a sus referentes musicales, entre los que figuran Spinetta y Serú Giran, mientras que Dalmiro elige nombrar a Mars Volta y Molotov luego de destacar su debilidad por bandas independientes como El Mató a un policía motorizado y su eterna admiración por PEZ, como lo cuenta su piel.

IMG_20160523_152823287

De Lunes a Viernes, por la mañana y por la tarde nuestro guitarrista oriundo de Floresta y la agradable Jazmín continúan aunando experiencias que les va adosando a su actividad cierta magia que anula cualquier atisbo de rutina, y ambos se muestran más que agradecidos: “Hoy estábamos almorzando y yo le dije a ella:”Che les vas a contar a tu nieta que tocabas en los bondis cuando Macri era presidente, ja”. Porque las vivencias no van a parar de acumularse. “Una vez un chico con Síndrome de Down que se puso a cantar con nosotros en el pasillo del colectivo. Estaba re feliz.”  Y una señora nos metió unos Butter Toffes en la gorra, además de plata, un amor. Son experiencias que quedan para toda la vida.

Sin embargo, ambos son conscientes de que, por más satisfacciones que pueda traer, éste es un trabajo esporádico. Pasajero. “Por ahora con el bondi estamos bien. Pero queremos un laburo en blanco”, aclara ella. Paralelamente, Dalmiro también reconoce que su situación ideal como artistas sería otra: “Esto es un S.O.S. Se fue todo al carajo, necesitas tener un billete sí o sí. Preferimos salir a buscar en vez de quedarnos esperando que nos toquen el timbre por un laburo. Después de haber tirado currículums por internet y a mano, de ir a entrevistas y que te saquen cagando, te frustrás un poco”.

Pero justamente, para ahuyentar las sensaciones negativas, es momento de que haga su entrada triunfal el antes descrito pero nunca anunciado tercer integrante, que mediante su recorrido asiento por asiento animado por una cariñosa canción, logra suprimir ese ríspido e incómodo momento que este cronista intrépido se anima a sospechar se despierta en casi todo músico el momento de pasar la gorra una vez terminada su interpretación: “Queremos presentarles a un tercer integrante, un amigo que se quedó sin trabajo también, y nos pidió sumarse hace unos días: Él es Boinín”, anuncia Dalmiro, alzando su boina, que irá abriéndose paso entre los pasajeros en manos de Jazmín e irá propagando alguna que otra sonrisa o comentario cómplice por parte de aquellos que gusten puedan o quieran colaborar con su robustecimiento de este nuevo personaje.

i1qKd1KDe este modo, la aventura quedará concluída. Pero sólo hasta que el próximo chofer les permita subir a cantar. Tarea que puede ponerse bastante densa, como lo demuestra la última escena de nuestro encuentro, que bien podría describirse como una serie de 4 intentos fallidos en los que las breves negociaciones con el colectivero fracasaron consecutivamente. De todos modos, como ellos bien saben, tras una breve o larga espera, el momento deseado siempre llega. Y en este próximo recorrido quizás rescaten más sonrisas. O junten más dinero. Lo bueno es que tienen en claro qué es lo que más valoran:“Siempre decimos que entendemos a aquel que no tenga para poner, por el momento que estamos pasando, la luz, el gas, todo por las nubes lo más importante es que nos presten atención, que nos aplaudan. Y con eso ya está”.