El lunes 16 de marzo a las 22:58hs, el arbitro Pablo Dóbalo marcaba el final en Villa Maipú del partido entre Chacarita y Almagro por la fecha 21 de la Primera Nacional 2019/20. El “tricolor” le ganó al “funebrero” 2-1 de visitante y lograba despegarse de la zona de descenso. Gastón Esmerado apretaba el puño mientras, del otro lado, se lamentaba el “pampa” Biaggio. ¿Quién hubiera imaginado que ese sería el último partido del ascenso argentino? Cuatro días después, el 20 de marzo, el presidente de la nación Alberto Fernández anunciaría el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio para hacerle frente a la pandemia del Covid-19. Luego de varios meses de espera volvió el fútbol, aunque con algunos cambios de la era postpandemia.
Mientras el país avanza cada vez más a la apertura y la sociedad naturaliza las alarmantes cifras del coronavirus, el fútbol busca la manera de amortizar el golpe pandémico y una de las cuestiones básicas a tratar son los contagios. Fuera del imaginario social, la mayoría de los futbolistas se trasladan en transporte público y viven en barrios populares. La posibilidad de que el virus se extienda en los planteles parecería algo inevitable, sobre todo cuando uno toma como parámetro a los clubes de Primera División. Sin embargo, los dirigentes del ascenso se muestran confiados. “Lo que más nos preocupa es el contexto general de la pandemia”, comenta José Luis Coutinho, presidente de Deportivo Merlo y representante de la Primera C en la mesa de AFA.
La base del regreso es el cumplimiento estricto de los protocolos sanitarios. Aun así, en la Primera D, piensan en las dificultades del fútbol pandémico en un marco amateur. “Uno está viendo las situaciones que están pasando los clubes de primera y le preocupa que se repitan en nuestras instituciones”, comenta Dante Majori, presidente de Yupanqui y representante de la D. Además, los equipos de esta categoría tienen sus inconvenientes con respecto a la cantidad de personal: “La primera D no cuenta con personal rentado. La mayoría de las actividades las realizan los dirigentes”. En este marco, se hace cada vez más complejo un distanciamiento acorde a las recomendaciones sanitarias. La misión es clara: extremar protocolos dentro del club, confiar en que los jugadores se cuiden y, ante la primera señal de catástrofe, cerrar las persianas para evitar contagios masivos.
El eje de discusión más importante durante el eterno entretiempo giró alrededor de la cuestión económica. Porque cuando todo complota contra la economía de los clubes, la realidad de las instituciones se hace cuesta arriba. Las arcas de las instituciones deportivas chocaron primero contra el corte de ingresos por la venta de entradas. Pero, una vez adentrados en la cuarentena, los ingresos de la televisación se frenaron ante la falta de competencia. Por otro lado, la crisis económica y social llevó a que una gran porción de la masa societaria de los clubes deje de pagar su cuota.
En época de vacas flacas, los jugadores suelen pasarla mal. Según un informe del programa El Ascenso X 3, al 5 de julio se quedaron sin trabajo 2958 jugadores en todo el ascenso, luego de que no les renovaran el contrato. “Los clubes aprovechan la situación para sanear económicamente y los más perjudicados somos los jugadores que nos precarizan el empleo al haber tantos sin trabajo”, señala Patricio González King, jugador de Excursionistas y cofundador del colectivo Futbolistas Unidxs. Las razones que marca son que, además de la caída de los ingresos, afectó que la AFA suspendiera los descensos: “Comprendemos que para esta etapa final del año era imposible que haya descensos, pero sí consideramos que el año que viene tiene que haber por un tema de competitividad y armado de los planteles”.
Los dirigentes tienen otra visión con respecto a la anulación de los descensos. “Creo que sería muy injusto el descenso de algún club sin tener la posibilidad de defenderlo adentro de la cancha”, señala Coutinho, que además destaca que “eso también va a sacar presión en los años siguientes al armado de los planteles y por ahí se le puede dar un alivio a las arcas de los clubes y promover a los juveniles”. Además, Majori remarca que para la Primera D “no es un descenso, es una desafiliación, osea que esa institución se queda sin actividad deportiva durante un año”, por lo que esta medida “es importante porque nos da la posibilidad de trabajar tranquilos, de no tener un montón de situaciones complejas”.
Entre tantas pálidas, aparecieron algunas ayudas para el ascenso. En primer lugar, los jugadores libres reciben hasta fin de año un subsidio de AFA equivalente al salario mínimo de cada categoría. ¿Cuáles son los montos? $28.000 para la Primera Nacional, $23.000 para la B Metropolitana y $20.000 para la Primera C. Eso sí, quedaron excluidos los clubes del Torneo Federal por no estar directamente afiliados a AFA, y la Primera D por ser amateur. Por otro lado, el gobierno nacional repartió el programa ATP (Asistencia al Trabajo y la Producción) para los clubes. Sin embargo, no todos tuvieron esa suerte. “La mayoría de los clubes de nuestra categoría no lo obtuvieron”, marca Coutinho. “De los 19 clubes que somos en la C, dos clubes nada más recibieron el ATP”.
Una noticia bien recibida para la economía deportiva fue jugar a puertas cerradas. Esto tiene una explicación: al jugar sin público, no hay que pagar los costosos operativos policiales. “Hoy se paga muchos policías por partido teniendo público. Jugando a puertas cerradas el valor de los operativos policiales es mucho menor”, marca Majori sobre la situación en la D. “Un operativo ronda en 400 mil pesos y con las entradas no recuperas ese dinero”, añade Gustavo García, dirigente de Los Andes, uno de los clubes más populosos de la B Metropolitana.
Se acerca el final del calendario con menos fútbol de nuestras vidas. Un año casi sin competencias, sin definiciones en los ascensos, con tribunas vacías, miles de jugadores desempleados y en medio de una lucha por evitar contagios masivos en las instituciones. Adaptándose a los cambios, volvieron las patadas con distanciamiento social, los gritos de gol con tapabocas y los hinchas, siempre incondicionales, copando las videollamadas. ¿Hay garantías de que no habrá contagios? Por supuesto que no. Pero el fútbol volvió igual, así que ponete la camiseta, prepará la picada, servite una bebida… y tratá de no juntarte con nadie a ver el partido, acordate que seguimos en medio de una pandemia.