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Cirse en Flores: El cazador y una presa difícil de atrapar

Cirse debutó con todo en el Teatro: estrenó video y se adueñó por completo del lugar. Con un show potente y esperado, se lució ante un público expectante.

Cirse
Cirse

Llego corriendo al Teatro de Flores. Rivadavia al 7800 está vacía, algunos tipos con carritos llenos de latas esperan en la otra vereda a que salga un malón sediento y rematar lo que les queda de mercancía. Un señor con remera de flores apura a los pocos que estamos afuera diciéndonos que ya empieza. Entramos.

La vorágine y el vértigo de no saber si llegaste a horario se rompe en el instante de entrada del Teatro de Flores: el tiempo se estanca y el espacio varía, pareciera que estamos abajo del agua. Una melodía etérea envuelve al público que tiene la vista puesta en un telón cerrado. La tela se corre y deja a la vista un escenario vacío, entran ellos. Falta ella. Entra ella y se activan los dispositivos de sonido en los instrumentos y en el público: por primera vez Cirse está tocando en el Teatro de Flores.
2Cirse abre la fecha con “Ritual”, y coincide con las declaraciones que Luciana Segovia hizo hace días ante TN sobre la preparación de la banda ante los shows: para ellos son rituales. Pegadito arranca “Por tu bien”, y la pregunta es cuánto durará la energía de ella arriba del escenario. Es difícil definir su rol: Luciana Segovia no es centro ni periferia, es todo eso junto, orbita con un histrionismo por todo el escenario, liberando energía y actuando lo que canta.

Le suceden “Cerrando puertas”, “Eléctrico” y “Sueños”, y una parejita cerca baila al estilo rocanrol, aunque no sea exactamente ese el estilo, le sienta bien. La libertad de movimientos arriba del escenario pareciera habilitar libertades en el público, que se siente completamente cómodo unos temas después para hacer el despliegue de varios cuerpos tomados por los hombros, levantando la misma pierna, como si bailaran una tarantela.

Recién después de “Dirección Incierta”, Segovia grita: “¡Buenas noches, Flores!”, y tendrán que sucederle “Apuesta”, “Rompiente”, “Nada puedo hacer” y “Confesión”, para que ella intente charlar con el público, y sea Nek (Christian Bonelli), el guitarrista, que a causa de la emoción y agitación de Luciana, tome el micrófono y agradezca al público presente y al staff de la banda por el aguante a la música independiente y por sobre todo, el aguante en las complicaciones de los últimos meses. Arranca “Juré”, dedicada al público.

El último EP, “Pulsiones” (2015), fue interpretado en su totalidad: a lo largo de la noche sonaron “A.C.I.D.O.”, “Ecos”, “Promesas” y el cierre con “El Cazador”. Además de otras perlas como “Miedos”, “Tecno” y una versión del tema de Fito Páez, “Ciudad de pobres corazones”.
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Veintiún temas quedaron cortos, pero es sabido que el Teatro de Flores se maneja con puntualidad y no deja márgen para el agite del público que ante la inminencia del cierre, pedía más. Después de la selfie con la gente de fondo que acostumbran a tomar las bandas, vuelan púas y palillos, el telón se cierra y el microclima que acaba de suceder en Flores cierra como un círculo perfecto: la melodía etérea vuelve a sonar. La sensación de estar bajo el agua se materializa en las gotas de sudor ocasionadas por el agite del público, que tiene una energía considerable después de hora y media de potencia implacable.

Fotos por Luk Emery

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