Seguramente quien sigue a estos pioneros, a aquel o aquella cuya piel es atravesada por su eterna música para llegar hasta su centro más puro, sintió que “toda una vida” pasó en una hora y media. Y después, al culminar, quedó esa sensación que deambula entre la satisfacción y la nostalgia. Es que era lo que muchos se plantearon antes, durante y después: “¿quién iba a imaginar que un día vería a los Sabbath?”, esbozó más de uno. Ese instante, evidentemente, llegó. Podría decirse que arrancó un 23 de noviembre de 2016 a las 19:00, pero la “manija” venía desde unos meses antes. Era cuestión de verlo para creerlo.
En fin, alrededor de las siete de la tarde se abrieron las puertas del Orfeo Superdomo. El paisaje era pintado con seguidores en los alrededores, esa tradicional previa con algunas cervezas de por medio, los vendedores de lo que venga, y un crisol de edades (aunque gran parte peinaba canas).
En el paulatino ingreso de la gente, el trash metal puso en marcha el motor con Hammer, la legendaria banda nacida en Córdoba, esta vez compartiendo el escenario que posteriormente pasaría a ser ocupado por Rival Sons, grupo que por momentos evocó algunas pinceladas de Led Zeppelin. El Orfeo era ocupado tan lentamente, que por instantes instalaba la duda de cuánta gente más llegaría, teniendo en cuenta que la hora del “final” estaba cerca. Es cierto, posiblemente muchos apresurados que culminaban su jornada laboral, marcaron tarjeta en tiempo de descuento.
Y esa hora llegó. Tras una breve presentación audiovisual en pantallas, Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Tommy Clufetos, pisaron escenario a las 09:10 de la noche. Ahora sí, el Superdomo ya contaba con muchos fans de todas partes colmando alrededor del 80% de su capacidad.
La lista comenzó con eternos clásicos tales como “Black Sabbath”, “Fairies wear boots”, “After forever”, “Into the void”, “Snowblind”, y “War pigs”, para evocar canciones de los primeros cuatro materiales discográficos de la banda. En medio de este arranque, un público que intercalaba agite y concentración, para disfrutar cada milésima del show en diferentes estados posibles. Desde arriba de las tablas, Ozzy cantando impecablemente e interactuando de a momentos con los allí presentes “Olé, olé, olé, olé, Ozzy, Ozzy”, respondían estos últimos. Tonadas de todas partes se escuchaban, y alguna bandera del hermano país Bolivia -por ejemplo- para mostrar que la pasión no entiende de kilómetros y distancias. Sí, el pogo también estaba invitado al banquete en la zona de campo.
El repertorio regresaría nuevamente a 1970 de la mano de “Behind the Wall of sleep”, “N.I.B” y “Rat Salad”, este último con un impresionante sólo de batería de Cufletos, de alrededor de diez minutos de duración, que permitió tomar un descanso al grupo, y darle paso al delirio de la gente. Sin duda alguna, de lo mejor de la noche: una batería, un batero demencial, y una luz detrás del mismo que seguía su ritmo, entre rulos (de bata), técnica y velocidad.
Ya para esta instancia la concentración de los fans mermó sólo un poco, y optaron por empezar a dejarse llevar, por soltarse cada vez más tema tras tema. En este “descontracturarse” parecía que, entre emociones y abrazos (fuertes abrazos), había quienes comenzaban a caer que a pocos metros de distancia era verdaderamente Black Sabbath quien tocaba. No era un sueño, era real.
Tras haber agradecido y saludado en varios pasajes del recital, Osbourne y demás tocarían “Hand of Doom” “Iron Man”, “Dirty Women”, “Children of the grave” y “Paranoid”. Sí, un final viajó una vez más a 1970. Un cierre que satisfizo, y que dejó en el alma la sensación de que esta fue la última vez, y seguramente la primera para tantos. Quizás esos fans, cuando alguna cuenten sobre sus vidas, dirán que tan sólo vivieron una hora y media de ella… y para qué más.
La palabra de la gente
Sobre el final, todas las sensaciones. En cada voz, en cada rincón del lugar, mientras el público se retiraba:
“La verdad que un show demoledor. Ya comenzar con el riff de Black Sabbath fue increíble. Nunca pensé que iba a tener al frente a Ozzy. Muy surrealista todo. Los momentos más fuertes del vinieron de la mano de los clásicos “War pigs”, “N.I.B” y “Iron Man”, para terminar con “Paranoid”. Espero que la gente de Córdoba se dé cuenta de lo importante que es una banda como Sabbath”. (Franco Ferraro, de Córdoba).
“Bestial, brutal, invencibles, son unos genios, son los padres de todo, son los dioses reales, los que están en toda la música que escuchamos nosotros”. (Rodolfo, de Córdoba).
“Buenísimo el recital, un poco de tristeza porque sabemos que es la última gira, viajamos desde Rosario acá especialmente a Córdoba para darnos el gusto de verlos en el Orfeo, Ozzy impecable, totalmente satisfecho”. (Alejandro y Verónica, de Rosario).
“A mí me mató, es la primera vez que los voy a ver Ozzy, los temas estaban tremendos, Ozzy está como nuevo”. (Walter y Luis de Río Negro).
Cobertura: Jero Benassi.
Fotos cortesía: Juan José Coronell
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