Ball

La resurrección de Mora y el espejo de River

El uruguayo "resucitó" mucho antes que River, que lo hizo en la noche mendocina. Pero su emoción tras el partido demuestra que para Mora él de ayer no fue un partido más. Mora y amor se escriben con las mismas letras.

Y así como todos los caminos conducen a Roma, en la noche del miércoles, en el Malvinas Argentinas, todos los caminos conducen a Mora. Rodrigo, el uruguayo, @RoMorita en sus redes sociales ganó su propio campeonato: el de la resurrección. Cuando se lesionó feo, en mayo de 2017, muchos profesionales médicos estimaban que no iba a poder volver a jugar al fútbol. Nadie creía en su regreso, quizás sus compañeros, quizás Gallardo, quizás él mismo. No muchos más.

El infarto óseo que sufrió fue muy grave, pero la fuerza de voluntad del chárrua fue mucho más fuerte. “Necrosis aséptica en la cabeza del fémur”, informó Pedro Hansing, médico de River, en junio de 2017. Pronóstico: si volvía, era en 2018 y había que ver cómo y si podía. Por eso, no extrañó que apenas cosumado el 2-0 de River a Boca, que significó la Supercopa Argentina, Rodrigo se haya quebrado. Es que Mora se escribe como Amor. Y a Mora le sobra eso: a River y al fútbol.

Porque Mora no sólo volvió, si no que lo hizo de la mejor manera posible. No volvió sólo para demostrar que podía volver. Retornó a River y dio muestras claras que todavía es importante para el equipo. Rodrigo Mora volvió a jugar para River ante Huracán, en el 0-1 que marcó el reinició de la Superliga para los de Gallardo. Luego, fue muy de a poco, hasta que llegó a la titularidad ante Godoy Cruz: pagó con gol y asistencia. Desde ahí, se convirtió en una pieza clave del equipo de Gallardo, como en los tramos finales de la Copa Libertadores 2015, los que jugó porque decidió quedarse, pese a una suculenta oferta de Arabia que se lo quería llevar.

Tanto fue así que Rodrigo Mora, sin duda, era el que mejor nivel mostraba de sus compañeros pensando en Boca. Él consiguió que la fija (Pratto-Scocco) cambie. Él logró meterse entre el “9” goleador y el “9” por el que se pagó una fortuna que no puede salir. Y Marcelo Gallardo lo respetó. Al “Muñeco” le encantan los jugadores que son como Mora, con “fuego sagrado”, con espíritu inquebrantable, ejemplos en sí mismo. Y el uruguayo lo es. Necesarios para volver de la muerte (futbolística), necesarios para imitar sus ganas, algo que a River le venía faltando. Necesarios para reflejarse en su pasión para volver a ser.

La emoción de Mora apenas finalizó el Superclásico

Cada partido de local de River de su larga recuperación, a Mora se lo podía ver detrás del arco que da a la popular local con la pierna inmovilizada o con muletas, pero siempre con un mate y una sonrisa. En la noche del Malvinas cambió el mate por la Supercopa Argentina. Pero mantuvo la misma sonrisa de siempre, la que sobrevino después de las lágrimas y los abrazos de sus compañeros.

Así como de River se decía que iba a Mendoza para que lo terminen que enterrar, y terminó enterrando al sepulturero y cerrando con llave el Cementerio, de Mora, decían, jamás iba a volver en plenitud a jugar en River y ahí lo tienen.

Su lucha, el día a día, sus entrenamientos extra para ponerse a punto, los que hacía siguiendo una rutina especial que le habían dado para que continuara, incluso, en su casa. La misma que reflejó en las redes sociales, dónde les iba mostrando a los hinchas como tachaba los días para volver (literal), se condensaron en el momento que Jonatán Maidana revoleó la pelota y Patricio Losteau marcó el final del partido. Ahí, Mora se quebró. Ahí, Mora se aflojó. Ahí, Rodrigo sintió que su lucha sin cuartel contra una lesión capaz de retirarlo había terminado.

En el juego en sí, no gravitó, pero siempre se brindó por el equipo. Peleó con quién tenía que pelear, se fajó con Wilmar Barrios, Frank Fabra, Pablo Pérez, con el que hiciera falta. Nunca le sacó la cara al partido, y aunque no tuvo ni una clara a su favor, siempre corrió y se mostró. Incluso, le tapó el andarivel a Frabra.

Mora es uno de los viejos soldados de Gallardo, el que le hizo el gol a Guaraní en la semi de la Libertadores 2015, el que volvió cuando parecía que no iba a volver. Él, Ponzio y Maidana fueron la Vieja Guardia que ayer demostró vigencia, que todavía sabe pelear estas batallas, pese a estar más cerca de dejar el fútbol que de vivir nuevas experiencias. En ellos tres, más en un par de buenas lecturas de Gallardo (marca personal sobre Barrios de Pity Martínez, apostar por Pinola sobre Martínez Quarta) se sustentó un triunfo que debería servir como punto de partida para un equipo que venía en un nivel subterráneo y que ayer demostró que todavía puede, que todavía esta vivo, que no está muerto quién pelea y que todavía no le contaron hasta 10. Como Mora, que se escribe como amor y que rima con River.