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Una cuestión de conexiones: la influencia de las redes en el fútbol

La inmediatez en las comunicaciones ha generado situaciones que antes no se daban, o que difícilmente se repitan en la actualidad. Esto sucede no solamente en la vida, sino también en el fútbol.

Fue todo rápido. El 15 de febrero pasado, a las 13:45 de Guatemala, el delantero Marco Pablo Pappa ingresó al campo de juego reemplazando a Frank de Leon en el encuentro entre su equipo, Municipal, y el Guatastoya, por el torneo local. Cinco minutos más tarde, empezó a circular la noticia del fallecimiento de su madre de un infarto, cuyo cuerpo fue hallado en su casa tras dos días sin contacto con ella. Christian Reyes, del Guatastoya, se entera del hecho en el banco de suplentes, y poco antes de ingresar dialoga con Edwin Fuentes. Inmediatamente después, el defensor rival le comunica a Pappa la luctuosa novedad. El atacante, tras unos minutos en shock, en los que, no obstante, llegó a participar de un ataque infructuso, solicitó el cambio a las 14:00 aproximadamente. 15 minutos después de haber ingresado. Un ejemplo más de la influencia de las redes en el fútbol.

Esa fue la secuencia que se vio en el campo de juego. “No pensé que lo fuera a tomar a mal. Le quise dar la mala noticia por la delincuencia que hay acá, y que le habían matado a la mamá”, fue la excusa que esgrimió, suponiendo que la inseguridad que hay en dicho país centroamericano fue la causante del deceso de la madre del futbolista, y luego agregó: “Creí que por la experiencia que él tiene iba a ser fuerte, pero creo que le afectó un poco. No fue de mala intención”.

Por su parte, Pappa respondió: “Se me hace una persona sin educación y un poco ignorante, porque alguien que no sabe manejar una noticia de estas es así. Me tenía que enterar tarde o temprano pero se presentó de esta forma y lo acepto como tiene que ser, pero soy honesto, me hubiera gustado enterarme de otra manera”.

Más allá de eso, esto también fue una prueba acerca de cómo los hechos se comunican casi inmediatamente después de haber ocurrido, algo impensado dos décadas atrás. Porque fue en 1998 cuando sucedió un hecho que conmovió al ascenso argentino, y que es casi seguro que no se vuelva a repetir.

Fue el domingo 20 de septiembre, en el partido en el que Atlanta recibía a Tigre. Los visitantes no contaban con su arquero suplente, Luis Ibarra, ya que había solicitado a su entrenador, Alberto Pascutti, dejar la concentración para encontrarse con su mujer, quien había perdido un embarazo días atrás, prometiendo reunirse con sus compañeros en el Estadio Don León Kolbowski.

Esto último nunca ocurriría. Porque Ibarra, durante la madrugada, ahorcó a su mujer, e instantes después, luego de dejar una nota, se tiró desde la terraza del edificio en donde vivía, en Martínez. Este femicidio y suicidio hubiera acarreado la suspensión del partido de haber sucedido en estos tiempos. Sin embargo, en Villa Crespo, todo aparentaba normal, más allá de la extrañeza que significó la no presencia del guardavalla relevista.

Solamente unos pocos sabían de lo ocurrido. Entre ellos estaba el árbitro Héctor Baldassi, quien dirigió aquel encuentro, y describió lo ocurrido en su autobiografía, cuyo fragmento fue republicado en el Diario Olé: “Antes del partido, los dirigentes de Tigre (…) me explicaron que sus compañeros no sabían nada y me pidieron si, al final del partido, se los podía comunicar. Me enteré de los detalles más tarde (…). Lo cierto es que los hechos me habían puesto en el incómodo lugar de tener que trasladarles esa desgracia a sus propios compañeros. Jugué los 90 minutos con esa carga emocional y, sin dudas, no fui el mismo de siempre”.

Ellos disputaron los 90’ minutos inmiscuidos en esa coraza que les impidió enterarse del hecho. Luego de que Luis Pérez abrió la cuenta, Mauro Gerk, en una ráfaga, dio vuelta el partido en favor de los “Bohemios”. Sin embargo, en los primeros minutos del complemento, Alfredo Romero estableció el 2-2 final. Concluido el partido, llegó el momento en donde los jugadores del equipo de Victoria recibieron la noticia.

En palabras de Baldassi, “Casi al término del segundo tiempo cobré un tiro libre y, mientras se acomodaba la barrera, le dije al volante Juan Carlos Kopriva que me viera cuando terminara el partido que quería charlar algo personal con él. Tras el pitazo final, vino Kopriva y le conté lo que había pasado, por supuesto que sin los detalles que luego me enteraría. Kopriva era uno de los grandes referentes de ese Tigre de Pascutti y se largó a llorar como un nene. Gritaba: ‘No puede ser, no puede ser…’. Sus compañeros se arrimaron de inmediato e hicieron una ronda, todos abrazados y llorando por la muerte de Ibarra. Fue uno de los días más tristes que recuerdo dentro de una cancha…”

Saliendo de los hechos luctuosos, pero continuando con la influencia de la comunicación de hechos, ¿qué habría pasado con aquella mala inclusión de Denis Cheryshev en aquel Cádiz-Real Madrid por la Copa del Rey si hubiese sucedido años atrás? Aquel cantito de “Mira el Twitter, Benitez mira el Twitter”, al ritmo de Guantanamera no habría existido, al igual que los otros. Seguramente al Madrid le habrían dado por perdida esa serie igual, aunque sin el escarnio de los hinchas del Cádiz aquel 2 de diciembre, cuando Rafa Benítez puso al ruso como titular a pesar de que acarreaba una fecha de suspensión de la edición anterior, y así determinó la eliminación de la Casa Blanca de la Copa.

Fueron apenas tres hechos. No son, ni serán los únicos, pero grafican a la perfección lo que escribió Hernán Casciari en 2008, cuando describió una noche en la que contaba el cuento de Hansel y Gretel a su hija. Muy probablemente, en un futuro, en vez de intrigarnos acerca del futuro de los jóvenes en la casa de chocolate, preguntemos por qué no llamaron al celular del padre.

Foto: Publinews