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Boxeo argentino: ¿Crisis o mal momento?

Desde fines de 2016, y despúes de más de 20 años, el boxeo local se encuentra sin campeones regulares en ninguna de las cuatro organizaciones más importantes del mundo. ¿Cuál es la razón de esta actualidad?

16 de Septiembre de 2012. Estados Unidos, Las Vegas. “Salí de ahí, Maravilla, salí de ahí“, relataba un exaltado Walter Nelson, en la transmisión televisiva de TyC Sports, por sobre el bullicio del ambiente. Sergio Maravilla Martínez y Julio Cesar Chavez Jr. le daban acción a un round para el recuerdo: caída del argentino, recuperación, intercambio de golpes y coraje. Piel de gallina y un sinfín de emociones para un país que se detuvo por completo, prendido a la televisión, como hacía décadas no sucedía.

El éxito deportivo se había parado en la vereda del boxeo argentino, y el tiempo lo invitaría a quedarse: llegaron los combates mundialistas de Lucas Matthysse ante figuras como Danny García; la sorpresiva victoria de Marcos Maidana frente a Adrien Broner; la posterior pelea que lo puso cara a cara con uno de los mejores de la historia, Floyd Mayweather; su sucesiva revancha; las victorias de Juan Carlos Reveco y, entremedio, las defensas históricas de Omar Narváez. Argentina llegó a ostentar, por aquellos años, cinco campeones mundiales. Buenos tiempos, al menos, desde los resultados.

Tiempos de campeones.

Sin embargo, en lo que vino después, los triunfos dejaron de acompañar a nuestros guantes. En diciembre de 2016, se acabó lo que se daba: Jesús Cuellar, el último campeón regular vigente que le quedaba a un alicaído boxeo nacional, expuso y perdió su título ante el mexicano Abner Mares, y el pugilismo celeste y blanco quedó acéfalo de cinturones del mundo, dentro de las cuatro organizaciones más importantes.

Ahora, Brian Castaño, quien posee un interinato de la AMB (Asociación Mundial de Boxeo), recientemente obtenido, asoma como una de las principales esperanzas para la rama masculina del deporte, en un escenario que, tanto por detrás como por delante del telón, se muestra pobre y caótico.

Desde la esfera oficial, Luis Romio, presidente de la FAB (Federación Argentina de Boxeo) le dijo a Rock and Ball: el boxeo argentino no está en crisis, sino que está pasando una ola, como le pasa a todos los deportes“. Y agregó: “Hubo un momento de gran auge, entre los años 78 al 92, y después, del 2001 al 2006, y ahora la ola ha recaído, pero estamos subiendo arriba de esa ola”.

No obstante, lo dicho por quien maneja las riendas de los guantes en Argentina va en dirección opuesta a lo que identifican los expertos. ¿Qué le pasa realmente al boxeo argentino? ¿Cuál es su verdadero estado de situación?

Maidana ante Mayweather, en 2014.

Gustavo Nigrelli, periodista de Diario Popular, especializado en boxeo, apunta a que esta coyuntura no es algo repentino, sino que se veía venir: “La crisis, paradójicamente, comenzó en el esplendor, cuando estaban Maravilla Martínez, Omar Narváez, y empezaba a asomar el Chino Maidana. Todos querían tirar manteca al techo, pero nadie se daba cuenta de que esa camada, que tenía treinta y pico de años, era el último rayo de sol, antes de que se viniera la noche”. En la misma dirección, se suma el profesor Daniel Guiñazú, periodista de
Página 12, de largo recorrido en el deporte: “La crisis existe y es evidente, no solo en los resultados internacionales, que últimamente fueron muy malos, sino que también la actividad, a nivel local, atraviesa un declive importante”.

Los malos resultados, a los que hace referencia Guiñazú, son el reflejo de la caída libre en la que se introdujo nuestro boxeo. Entre 2015 y 2016, Argentina acumuló más fracasos que triunfos en intentos mundialistas: Lucas Matthysse, Emanuel Cusolito, Cesar Cuenca, Matías Vidondo y Matías Rueda fueron algunos de los que no dieron la talla y cayeron derrotados en combates válidos por cinturones del mundo.

A la hora de meterse de lleno en el análisis, algunos especialistas prefieren no hablar lisa y llanamente de una crisis, pero sí de un mal momento. Germán Riesco, comentarista del ciclo Boxeo de Primera, que se emite por la pantalla de TyC Sports, lleva la problemática hacia las bases y el proceso formativo: “No sé si llamarlo crisis o mal momento, para mi es una falta de trabajo y de desarrollo que viene desde el boxeo amateur. O sea, desde la captación de un atleta, hasta la formación de esa persona“. En ese aspecto, Andrés Vázquez, columnista de La Nación, hace hincapié en que “no hay maestros y esa es una de las causas primordiales de este mal momento: la falta de maestros”. Y agrega: “El paso olímpico es necesario en la formación”.

Pablo Chacón, en 1996, con la ultima medalla para el boxeo argentino.

Pasaron 21 años desde el último logro del boxeo argentino en el ámbito del olimpismo: fue allá por 1996, en los juegos de Atlanta, con el bronce obtenido por Pablo Chacón. Después, vinieron cinco Juegos Olímpicos sin podios. Una indudable curva descendente para una disciplina que, aún hoy, es la que más preseas le otorgó al país en su historia, con un total de 24 (7 de oro, 7 de plata y 10 de bronce).

Esa carencia de enseñanza a la que apunta la gente del ambiente se identifica como una de las columnas vertebrales que componen la problemática actual. Y Vázquez (La Nación) cree que la docencia que se perdió no es solo la boxística: “Los técnicos de antes tenían un costado paternalista. Asesoraban y escuchaban a sus pupilos y, por lo general, trataban de guiarlos en la vida. El boxeador no es gente fácil”.

Desde el terreno de los que se suben al ring, Martín Coggi, boxeador profesional, actual comentarista, e hijo del reconocido campeón Juan Látigo Coggi, dice que “la docencia que falta es en general, más allá de como tirar un golpe u otro”. Y amplía: “Ahora, los maestros están repartidos entre los que aman el boxeo, y los que le ven el negocio. Y a esos, si agarran buena guita, no les importa si tienen un pibe y se lo gastan a palos”.

Negocio, dinero e intereses. El factor económico es, sin dudas, el otro elemento insoslayable que arrincona al boxeo argentino y lo pone, grogui, contra las cuerdas.

En el ámbito nacional, existen múltiples dificultades a la hora de organizar combates, y eso se hace extensivo al momento de conformar buenas carteleras. A su vez, la falta de importancia y peso específico que exhibe la competencia local hace que ser campeón argentino, hoy día, no sea ni siquiera un hecho noticiable, y eso repercute directamente en el aspecto deportivo. “Cuando la FAB dejó de programar veladas y pasaron a organizarlas los promotores, lo que se abrió fue la posibilidad de que ellos hagan peleas cada vez más fáciles y menos exigentes para sus pupilos, y eso deterioró la calidad y generó la falta de roce nacional”, indica Gustavo Nigrelli (Diario Popular). A esto, se le suma la lucha de intereses de los mismos promotores, y la ausencia de cruces entre boxeadores importantes. “La mayoría pretende más que le vaya mal al que está enfrente, a que le vaya bien a uno mismo, y eso hace que los mejores no compitan entre sí”, aporta Daniel Guiñazú (Página 12). Y sigue: “El salto cualitativo que hay entre el boxeo de cabotaje y el boxeo internacional es cada vez mayor, y las bolsas, a nivel local, son ínfimas”.

Martin Coggi, desde la perspectiva de quienes se calzan los guantes, señala que “los promotores invierten donde no tienen que hacerlo”. Y añade: “Acá, vienen y ponen plata en la tele y en toda la pintura de afuera, pero no arreglan las cosas de adentro. Hay que invertir en el boxeador”. La falta de financiación y sponsors es evidente, y en ella se traducen importantes limitaciones constitutivas. “Hay una cuestión estructural y organizativa que no está, y que fue maquillada por los éxitos individuales”, sostiene Germán Riesco (Boxeo de Primera). De igual forma, Nigrelli (Popular) hace referencia a que la escasez de desarrollo pone en evidencia el atraso deportivo: “El boxeo, como todos los deportes, evolucionó, y Argentina no se aggiornó. Ni los directores técnicos, ni los dirigentes, ni los gimnasios”.

Ante este panorama, ¿qué necesita el boxeo argentino para poder levantarse, antes de que la cuenta llegue a diez?

Brian Castaño, la principal esperanza.

El profe Guiñazú (Página 12) sostiene que “el boxeo necesita profesionalizarse en todos los aspectos: en el scouting, el trabajo de gimnasio, el comportamiento, y el manejo económico”. Y amplía: “El ambiente está lleno de tipos minúsculos, que cuidan su quintita. Hay que ponerse a laburar, armar equipos de trabajo y pensar en grande”. En tanto, Andrés Vázquez (La Nación) afirma: “El boxeo argentino precisa encontrar un orden organizativo, y ese orden se lo deben dar los dirigentes de la FAB y de las distintas comisiones de boxeo a nivel nacional”. Y agrega: “Después, hay que tener buenos formadores. Sin docentes, no va a haber campeones mundiales”. Por su parte, Gustavo Nigrelli (Popular) cree que “hay que cambiar el modelo boxístico en el que estamos inmersos, que no nos ayuda para nada”. Y continúa: “En vez de promotores que hagan veladas, que sea la Federación de nuevo, como antes”. Asimismo, Germán Riesco (Boxeo de Primera) señala que “falta un sinceramiento general de todos los sectores, y que todos tiren para el mismo lado”. Y cierra: “Yo me niego a creer que el boxeo ya no tiene material. Hay materia prima, el tema es ver si se desarrolla como es debido, si se consiguen los fondos, y si hay un plan inteligente”. 

Arriba del ring,  siempre existirá la posibilidad latente de que una mano certera desemboque en un titulo. Pero está claro que, para resurgir, no será esa la unica mano que necesitará el boxeo argentino.