Alguna vez Diego Maradona describió de esta manera la derrota por 4-0 en el Mundial de Sudáfrica 2010. Aplica, y cómo, a la manera en que los San Antonio Spurs (y Argentina) recibieron la derrota en el sexto partido de las Finales de la NBA ante Miami Heat por 103-100. A un libre encestado en los últimos segundos, a un rebote defensivo, a un centímetro afuera de los triples quedaron los tejanos de llevarse el quinto campeonato en su historia.
El triple de Ray Allen sobre el final del tiempo regular, fue como un directo al mentón para las ilusiones de todo un país de ver a Emanuel Ginóbili nuevamente enarbolando la bandera argentina en el Olimpo del básquet mundial. Pero antes de ese momento cúlmine hubo un partido que se manejó en normas completamente diferentes.
“Esta noche Danny Green no quedará abierto para lanzar” dijo Chris Bosh en la previa del encuentro. El ya máximo triplero de la historia de las finales, fue un castigo toda la serie para Miami, pero hoy anotó 3 puntos con un intento de cinco encestado, desde detrás de la medialuna. ¿Por qué? Porque Erik Spoelstra cambió la estrategia defensiva, intentó que la pelota no fuera por el perímetro. A contramano permitió que Tim Duncan recibiese mano a mano contra Bosh o Chris Andersen. Al terminar la primera mitad el de Islas Vírgenes llevaba 25 puntos (11-13 de campo) y 8 rebotes, récord personal en 2 cuartos en una serie de definición del título.
Después de haber ido al frente al final del primer cuarto (27-24), Miami continuó con la idea de su entrenador pero sufrió mucho adentro a Tim. Con LeBron James muy bien marcado por Boris Diaw (sólo 9 puntos en 2 cuartos), Mario Chalmers cargó con la ofensiva anotando 14 en esa primera mitad. Un parcial de 17-4 en los últimos minutos del segundo cuarto, puso a San Antonio 50-44 para cerrar ese período.
La cuestión siguió pareja hasta mediados del tercer cuarto; los Spurs moviendo poco la pelota respecto al quinto partido, provocando ofensivas sucias, sin claridad en el traslado. Lo mismo sufría Miami, pero logró ponerse a un punto (57-56). Allí surgió el mejor básquet del visitante con una racha de 11-0, producto de un par de buenas acciones de Kawhi Leonard (22 puntos y 11 rebotes en total) y Duncan. Al toque nomás llegó la máxima de 13 tantos (71-58) a favor de SA, y ante una notable frustración del Heat, que cometió muchas faltas en ese tercer segmento, el equipo de Gregg Popovich culminó 75-65.
“No lo ganaste vos, lo perdí yo”
Eso le dijo Popovich a James, al finalizar uno de los mejores encuentros que se recuerden en Finales. ¿Es tan así como lo dice el técnico más respetado del planeta? A juicio de quien escribe, hubo varias fallas individuales y tácticas en los últimos 17 minutos de juego que influyeron en la victoria del Heat.
LeBron James durante varios pasajes de la serie no había dado la talla, a pesar de conseguir dos triples-dobles en los primeros encuentros. Incluso en este partido no había tirado bien, ya que llevaba 14 puntos con 3-12 de cancha en los primeros tres cuartos. Pero en el inicio de la debacle se sacó la mufa (y la vincha), para empujar a su equipo hacia la salvación. Anotó 10 puntos en el comienzo atacando muy duro el aro, y asistiendo a los compañeros.
Los errores tácticos comienzan en la insistencia en ese último cuarto en jugar pick and roll de Tony Parker (19 puntos, 6-23 de campo) y Duncan. Bosh ajustó las tuercas y jamás le permitió el ataque al aro al francés, y además cortó las líneas de pase hacia Tim. Sin embargo el galo se pudo haber llevado los galones del encuentro: primero clavó un triple echándose hacia atrás ante LeBron, para empatar en 89 a falta de poco más de un minuto, luego interceptó un mal pase y en la continuidad dejó atrás a Chalmers y colocó 91-89 con un tiro en suspensión.
En el último minuto para el infarto, The King se equivocó en dos posesiones consecutivas. En la primera perdió dribble, y terminaron haciéndole falta a Ginóbili, quien encestó ambos libres desde la línea. Con el marcador 93-89 en contra, volvió a perder una bola insólita y otra vez Manu al tiro libre, donde anotó uno de dos. 94-89, 28 segundos en el reloj, y algunos ya festejaban en el banco visitante.
Popovich, en otra polémica decisión, decide quitar a Duncan de cancha para defender. James tira un adoquín de tres, pero entre Ginóbili, Leonard y Green se molestan al ir a buscar el rebote, la pelota perdida la agarra Miller, quien habilita nuevamente a The King que no perdona desde una posición similar. El que es cortado esta vez con falta es Leonard. Falla el primero, erra el segundo y le deja vida a Miami. 95-92 y 19,4 segundos para el local. Allí nuevamente el técnico de San Antonio deja al equipo sin internos, vuelve a fallar James de tres, el rebote lo gana Miami y le quedó al mejor hombre posible, en su hábitat natural: Ray Allen, desde la esquina y en retirada, clavó el puñal de tres puntos en el corazón de San Antonio. Tiempo suplementario. Con un libre más convertido, Spurs campeones. Con un rebote defensivo, San Antonio y su quinto anillo.
En el tiempo extra se intercambiaron canastas hasta el ganchito de LeBron James (18 puntos entre el último cuarto y el tiempo extra) que dejó el tanteador 101-100. Ginóbili, de pésimo partido (9 puntos y ¡8 pérdidas!), se equivocó al igual que Parker, quien fue taponado en una de las últimas acciones por Bosh. Con 31,3 segundos en el reloj, Dwyane Wade falló un doble, el rebote lo tomo Manu, quien fue de costa a costa sin pedir tiempo muerto y perdió la pelota ante una clara falta de Allen, quien le agarró el brazo derecho. Los árbitros no cobraron nada, y el propio Allen no falló para dejar el marcador final en 103-100.
Cuesta imaginar como San Antonio puede levantarse de semejante golpe. La muestra de carácter del Heat y de Lebron (32 puntos, 11 asistencias y 10 rebotes) en el momento decisivo, contrastaron con un compendio de malas decisiones a todo nivel por parte de los Spurs. Desde hace 35 años, que un visitante no gana un séptimo partido como visitante en Finales de la NBA. Aquella vez Washington lo logró en Seattle. Difícil si, imposible no.
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