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El Maracaná reabrió sus puertas

El domingo 2 de junio fue la fecha elegida para que la Selección de Brasil se diera el lujo de reinaugurar el Estadio Maracaná de Río de Janeiro.  Estaba todo preparado para que sea un festejo histórico, pero como en 1950, cuando Uruguay silenció a 250 Mil brasileros, apareció Inglaterra, para llevarse un 2-2 que volvió a levantar a los fantasmas. Los fantasmas de ese estadio que se hizo de nuevo, aunque una de las propuestas haya sido demolerlo para siempre porque allí la Verdeamarelha nunca había ganado nada importante. El resultado es anecdótico, lo que preocupa es que a 12 días del comienzo de la Copa Confederaciones el Maracaná todavía no está terminado. Es verdad que a simple vista pareciera ser un estadio moderno, con las más altas y costosas tecnologías, sin embargo el jueves de la semana pasada una jueza intentó suspender el amistoso ante Inglaterra porque la organización todavía no había presentado los informes técnicos que aseguraban la seguridad del público. La política siempre tiene incidencia en este tipo de eventos y esta vez no fue la excepción, porque mientras tambaleaba la posibilidad de disputarse el encuentro, en las tribunas sonreían el gobernador del estado de Río de Janeiro, Sergio Cabral; el alcalde de la ciudad de Río, Eduardo Paes, y el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke. El partido se jugó igual, porque por encima de todo está el negocio y la gente siempre queda en segundo plano. Poco importó que aún se vieran butacas sueltas sin tornillos, como algunos baños que estaban cerrados porque todavía no los pudieron terminar. Dos años después del comienzo de la remodelación no había comida, justamente, en los puestos de comida, como así tampoco WI FI en los sectores de prensa. La organización no estuvo a la altura de las circunstancias en el día de la reapertura de Maracaná, ya que el estadio tampoco estaba limpio como para recibir al público, porque las butacas estaban sucias y a los costados de las tribunas se podían notar las montañas de escombros recién barridas. Además, como si fuera un salón de fiestas, próximo a festejar un cumpleaños de 15, en determinados sectores el estadio estaba tapado por telas, que servían para ocultarles a los 25 Mil invitados lo que aún no está terminado. El próximo 15 de junio comenzará la Copa Confederaciones y Brasil demostró que todavía no está a la altura, porque lo que está pasando en el Maracaná también sucede en el resto de las sedes que serán protagonistas en la Copa de Mundo que se jugará el año que viene en ese país. Los casi 500 millones de dólares invertidos no alcanzaron para estar preparados el día esperado, todo Brasil estaba ansioso de la reinauguración del estadio que les dio su mayor tristeza, pero que al mismo tiempo fue su mayor orgullo.

Twitter: @Ibarraguille

El domingo 2 de junio fue la fecha elegida para que la Selección de Brasil se diera el lujo de reinaugurar el Estadio Maracaná de Río de Janeiro.  Estaba todo preparado para que sea un festejo histórico, pero como en 1950, cuando Uruguay silenció a 250 Mil brasileros, apareció Inglaterra, para llevarse un 2-2 que volvió a levantar a los fantasmas. Los fantasmas de ese estadio que se hizo de nuevo, aunque una de las propuestas haya sido demolerlo para siempre porque allí la Verdeamarelha nunca había ganado nada importante.

El resultado es anecdótico, lo que preocupa es que a 12 días del comienzo de la Copa Confederaciones el Maracaná todavía no está terminado. Es verdad que a simple vista pareciera ser un estadio moderno, con las más altas y costosas tecnologías, sin embargo el jueves de la semana pasada una jueza intentó suspender el amistoso ante Inglaterra porque la organización todavía no había presentado los informes técnicos que aseguraban la seguridad del público. La política siempre tiene incidencia en este tipo de eventos y esta vez no fue la excepción, porque mientras tambaleaba la posibilidad de disputarse el encuentro, en las tribunas sonreían el gobernador del estado de Río de Janeiro, Sergio Cabral; el alcalde de la ciudad de Río, Eduardo Paes, y el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke.

El partido se jugó igual, porque por encima de todo está el negocio y la gente siempre queda en segundo plano. Poco importó que aún se vieran butacas sueltas sin tornillos, como algunos baños que estaban cerrados porque todavía no los pudieron terminar. Dos años después del comienzo de la remodelación no había comida, justamente, en los puestos de comida, como así tampoco WI FI en los sectores de prensa. La organización no estuvo a la altura de las circunstancias en el día de la reapertura de Maracaná, ya que el estadio tampoco estaba limpio como para recibir al público, porque las butacas estaban sucias y a los costados de las tribunas se podían notar las montañas de escombros recién barridas.

Además, como si fuera un salón de fiestas, próximo a festejar un cumpleaños de 15, en determinados sectores el estadio estaba tapado por telas, que servían para ocultarles a los 25 Mil invitados lo que aún no está terminado. El próximo 15 de junio comenzará la Copa Confederaciones y Brasil demostró que todavía no está a la altura, porque lo que está pasando en el Maracaná también sucede en el resto de las sedes que serán protagonistas en la Copa de Mundo que se jugará el año que viene en ese país.

Los casi 500 millones de dólares invertidos no alcanzaron para estar preparados el día esperado, todo Brasil estaba ansioso de la reinauguración del estadio que les dio su mayor tristeza, pero que al mismo tiempo fue su mayor orgullo.

Twitter: @Ibarraguille