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¡Qué mal juega River, Negro!

River ganó, está a tres de la punta y, con el resto de los resultado, se aseguró que pase lo que pase la próxima fecha seguirá afuera de promoción. Pero juega horrible y, así, no llegará muy lejos. Su gente se ilusiona con la vuelta, sufre como condenada y festeja cada victoria como si se tratara de una copa del mundo. ¿Dónde habrá quedado el viejo River?

La frase rompió el silencio del Monumental: “¡Terminalo Pompei, la c…. de tu madre!”!, el grito, desgañitado, salió de las entrañas de la San Martín Baja. River ganaba 2-1 y necesitaba una victoria clave para salir, un poco, apenas un poco, de pobre. Pitazo final y desahogo. No, no se confunda, River no ganó ninguna copa, aunque la algarabía que había post-partido de la sensación de. River pelea el descenso, entre otras cosas por sufrir así frente a un pésimo Newell’s en su casa.

Su gente, que acompaña de manera incondicional, no disfruta en la cancha. Sufre. Parece que pruga una condena. Insultos, golpes a las butacas, aliento contenido y desahogo. Desahogos mayúsculos. La gente, eso sí, es la única que no olvida que significa la banda Roja. Grita por ser campeón, como manda la historia. Eso sí, adentro de la cancha, River hace rato que no es River.

 

Juan José López y los números que acechan

Todo le cuesta el doble, todo lo celebra el doble. Es real. Tanto como que, le guste o no a Juan José López y a los resultadistas que se van “conformes” con ganar, juega horrible. Pésimo. Cada día un poquito más nervioso, cada día un poquito peor, cada día un poco más ingenuo y cada día un poco más falto de ideas. Diga que contó con un verdadero animal del gol que fue Leandro Caruso. Tuvo dos, dos goles. Con eso, más la solvencia de Juan Pablo Carrizo, River ganó, alcanzó a Tigre, se aseguró estar afuera de la promoción, incluso, para la próxima fecha. Eso sí, que mal juega por el amor de Dios…

El descalabro millonario arranca en el doble cinco. Matías Almeyda, le duela a quien le duela, está jugando muy mal. Corre, deja todo, es el símbolo de River. Nunca más apropiado eh. Almeyda corre, corre, corre y corre ¿Para qué corre? Bueno…River corre, corre, corre ¿Para qué corre?. Es la misma pregunta, con la misma respuesta: no se sabe.

El Pelado peca de enjundia cuando corre a su marca hasta debajo de la cama dejando libre el medio. Exhibiendo una entrega conmovedora y un descuido táctico alarmante. Ahí, el pobre Acevedo que es el fútbol del mediocampo de River, debe, además de distribuir y darle una mano a los volantes por afuera, cubrir espacios y marcar. Todo no puede, claro. Por eso, también juega mal.

Con un doble cinco que está andando mal, a River ya se le empieza a complicar las cosas. Ni hablar cuando Roberto Pereyra le cuesta mandarse. Ahí, River tiene menos sorpresa que un Kinder abierto. Además, la defensa, con Alexis Ferrero a la cabeza, se muestra cada partido un poquito más nervioso.

Paulo Ferrari va cuando se la dan, va cuando no se la dan y descuida su andarivel. Juan Manuel Díaz pasa a cuentagotas y, todavía, no luce cómodo como stopper por izquierda. Jonatan Maidana es lo más lúcido de una defensa que tiene a Ferrero hecho una bola de nervios (mirar el gol de Newell’s, por caso, donde inexplicablemente se enreda).

¿Y adelante? No es casualidad el fenómeno que se da con este River. Diametralmente opuesto al del Apertura. Juega mejor de visitante. El torneo pasado, de local mataba (sólo Estudiantes le ganó) y de visitante no podía. Ahora es al revés. River está invicto afuera, le ganó a Independiente, rescató un punto ante Tigre y mereció mejor suerte ante Arsenal. Eso se da por una verdad que de tan simple parece a propósito que no se cambie: juega con un esquema para jugar de contra.

Para que un esquema así funcione  se necesita algo clave: que el rival salga a buscarte. Jugando así, de local, y con equipos como Newell’s o Argentinos que no saldrán a buscar ni con una orden del juez, terminan saliendo partidos ordinarios, mal jugados, donde el medio es la única zona donde se juega. El primer tiempo ante Newell’s, más allá del hermoso gol del ex Godoy Cruz, fue descartable ciento por ciento.

Además hay algo que River no hace y debería hacer: jugar por afuera. River, casi desesperadamente, se entrega al embudo rival. Así ni Pavone, ni Caruso, ni Van Basten van a poder. Depende exageradamente de dos chicos de 19 y 20 años y, a veces, ellos no pueden. De hecho, Lamela termina chocando más de lo que escapa y Lanzini, enganche por naturaleza, sufre compartiendo ese sector de la cancha y, para no encimarse a Erik, termina jugando muy atrás. Así, juega mal. Con Newell’s, el pibe anduvo muy mal. Tanto que motivó algo que nunca había pasado hasta acá: que Jota Jota meta un cambio desde el vestuario.

La buena noticia para River es que recuperó a Diego Buonanotte. Jugando así, el Enano dejará el banco a Lanzini muy pronto. Se ubicó bien de extremo sobre la derecha y combinó bien con Ferrari, a quien le dio una gran pelota en el segundo gol de River. Además se asoció con Lamela y se mostró filoso. Incluso, casi mete un golazo que nada tenía que ver con el nivel de River. ¿Tendrá su chance desde el arranque ante Quilmes?

Lo cierto es que River ganó. Está a tres puntos de la punta, igualó la línea de Tigre, le respira la nuca a Independiente y, además, volvió a la victoria. Eso sí, que nadie se engañe, juega feo, feo, feo…

Fotos tablas: TuRiver.com.ar