Pasaron 61 días desde que el Presidente Alberto Fernández declaró la primera cuarentena obligatoria en todo el país. Es cierto que hoy el aislamiento no es el mismo que cuando empezó, y muchos sectores han comenzado a reanudar sus tareas. Pero entre los sectores que aún no tienen respuesta están los centros culturales
En el AMBA hay miles de espacios culturales donde se difunde el trabajo de una incontable cantidad de artistas. Solo en la Ciudad de Buenos Aires hay mas de 3 mil espacios culturales registrados. Hoy los centros culturales tienen prohibido abrir sus puertas, dejando a los artistas a la deriva, y la economía de estos lugares a la buena suerte. Esto sucede porque todas las actividades que realizan están detenidas casi en su totalidad.
Vanesa, una de las referentes de El Barrio Cultural de Lanús y miembro del Frente Cultural de Lanús, nos advierte preocupada sobre esta situación: “Al ser espacios autogestivos, sin actividades no tenemos ningún tipo de ingreso para afrontar los gastos fijos como alquiler y servicios”. Al mismo tiempo comentó que crearon un fondo de lucha para ayudar a mantener estos espacios durante la cuarentena: “Es imposible sostener el espacio físico que implica el lugar, ni hablar de las fuentes de trabajo que se perdieron al suspender las actividades.” Antes de que se convierta en una crisis terminal, el Frente Cultural hizo su reclamo al Concejo Deliberante aunque la respuesta recibida fue que “no hay fecha confirmada de inicio de la actividad en el Concejo.”
Mientras tanto, en la Ciudad de Buenos Aires la situación es crítica en el sector. “Previo al comienzo del aislamiento, ya se habia restringido la capacidad para trabajar a la mitad. A esto hay que sumarle los 4 años anteriores que fueron de crisis absoluta” nos cuenta Emilio Buggiani, direcor del centro cultural Vuela el Pez del barrio de Palermo. “Estamos pagando parcialmente la alquiler y los servicios no los estamos pagando. La luz nos viene $30.000 como siempre, y del gobierno de la Ciudad no hay ningún subsidio ni fomento para centros culturales para paliar la emergencia.” Para sobrevivir, este espacio, que tiene 12 empleados y genera ingresos para otras 25 personas en sus mas de 10 actividades semanales, recauda fondos a traves de la plataforma idea.me para seguir en pie y mantener el comromiso social que tiene Vuela el Pez con los vecinos.
LA VOZ DE LOS ARTISTAS
Los músicos también son parte de este ecosistema afectado por el aislamiento social obligatorio. “Estos lugares son una posibilidad de crecimiento para les musiques y es una forma mucho más hermosa de pensar en los shows de una manera más global y más colectiva” comentó Larro Carballido, vocalista de Más Que Uno, al darnos su opinión sobre la crisis que viven estos espacios. “Elegimos tocar en centros culturales porque son parte de una cultura mucho más linda, que se compromete con la política y las causas sociales” . Al mismo tiempo admitió que “sería una pérdida muy grande perder este tipo de lugares porque no encontras esa contención y esta manera de laburar en otro tipo de lugares.”
En la misma línea declaró Santiago Fernandino, líder de La Fogonera, quien conoce esta problemática como músico y profesor. “Los centros culturales te abren las puertas cuando uno está dando los primeros pasos. Son lugares donde todos sentimos una pertenencia.” Además, advirtió sobre la importancia que tienen los centros culturales en los barrios y el riesgo de perderlos: “Sería un daño a la cultura nacional y un retroceso para el arte y la comunidad en general porque son una fuente de trabajo.”
Por lo pronto les exigen a los centros culturales aguantar hasta hasta el 24 de mayo. Cuando finalicen estos días de espera, veremos que nuevas medidas tomará el gobierno y si la próxima flexibilización (si es que hay una proxima flexibilización) permitirá volver a poner estos espacios de pie. Sabemos que no volverán a trabajar como antes. Seguramente nuestros hábitos culturales no serán los mismo que hace dos meses. Sin embargo, por el bien de la cultura, se empieza a avivar el reclamo por acciones para que los espacios culturales puedan salir adelante cuando todo vuelva a la “normalidad”, si es que queda algo que se parezca a lo que conocíamos como normalidad.
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