La historia de las socorristas surge en Argentina de la mano de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; eran parte de la colectiva feminista La Revuelta y existían dos tipos de socorros: el violeta, para acompañar a mujeres víctimas de violencia de género, y el rosa que acompaña a quienes transitan una interrumpción del embarazo. Con las dilataciones que traía el proyecto de ley, que inició en el 2005 y recién en 2018 fue tratado en el Congreso por primera vez, este socorro se extendió a diversas organizaciones y colectivas que armaron una red de cuidados. Las Socorristas en Red, que en algunas localidades siguen llamándose Socorro rosa, están en cada manifestación feminista con una peluca de brillante color rosa y mucha energía para decir: acá estamos.

Nuestra principal tarea es brindar información a aquellas personas que lo soliciten sobre cómo transitar aborto con medicamentos” cuenta Griselda. O Gri, como le dicen sus compañeras. Continúa diciendo que su propuesta es poder transitar experiencias seguras, referenciadas con información de la Organización Mundial de la Salud y el protocolo de Interrupción Legal del Embarazo acá en Argentina. Con voz firme, dice “sin información no se puede elegir”.

Ese pedido de información es el primer contacto que las Socorristas tienen con quienes están considerando la posibilidad de interrumpir su embarazo. Posibilidad, sí, porque el aborto es una opción. Antes del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio e históricamente, ese pedido de información es a través de una línea telefónica pública. Son 54 colectivas que forman parte de SenR. Podés encontrar información de tu localidad en socorristasenred.org.

Las mujeres que quieren abortar, abortan. Las soco están para acompañar desde ese primer llamado hasta el control médico post aborto. Las redes de cuidado no se tejen solo entre militantes feministas, incluyen centros culturales, organizaciones y compañeras que se acercan a aportar desde su lugar. Lo que más se extraña, comenta Claribel, son los talleres presenciales: el contacto. Pero no poder abrazarnos no es un impedimento para abortar acompañadas.

Los talleres son una instancia más en el camino de poder decidir y tener autonomía sobre nuestros cuerpos. Son grupales, donde siempre hay dos o más socorristas y entre cuatro y seis personas que están atravesando la misma situación. “Lo entendemos como un espacio seguro para hablar de aborto”, dice Griselda. “Se arma como una cápsula entre medio de tanta organización machista y patriarcal donde una puede sacarse los prejuicios, ir deconstruyendo todo lo que sabemos o pensabamos que podía ser abortar.”  Cada encuentro está atravesado por las emociones, que van desde el miedo a la alegría. Angustia ante lo desconocido y la tranquilidad de saberse seguras y acompañadas.

Las historias personales construyen lo colectivo y permiten no solo sacarse el miedo sobre abortar, sino también desterrar mitos.  Para eso están los talleres, para encontrarse con alguien que le está sucediendo lo mismo y descubrir que son muchas mujeres y personas con capacidad de gestar las que deciden interrumpir su embarazo. Los mitos que el patriarcado ha querido imponer se caen en el momento de poner en palabras por qué quieren abortar. Quiénes son. Qué están haciendo y qué lxs llevó a esa situación. Las historias son tan diversas como diversidad hay en el mundo. Abortan adolescentes y mujeres de 40 años por igual. Personas religiosas, de todas las religiones. Haber tenido hijos antes no impide que quienes ya son madres decidan interrumpir su embarazo. Las razones para decidir son igual de amplias: no hay una única razón válida para decidir no querer avanzar con un embarazo.

Todo eso hoy se volcó a la virtualidad y a las plataformas de videollamadas, que tienen lugar en la agenda de las Socorristas desde antes de la pandemia. “El socorrismo siempre se va adaptando y transformando con las nuevas situaciones políticas y sociales, y también individuales”  comenta Clari, que comenzó a formar parte de SenR el año pasado.

Se ríe mientras cuenta que los talleres por videollamada se hacen desde siempre para quienes son de la zona o no pueden acercarse al taller presencial por trabajo o cuestiones personales. La risa es porque siempre eran las mismas compañeras las que se animaban a encabezar esos talleres, que parecían tan impersonales y complicados a través de la pantalla, y hoy todas aprendieron a encabezarlos, encontrarse y volverlos tan sororos y compañeros como cualquier abrazo que tiene lugar en los encuentros presenciales. “Siempre se crean estrategias para poder llevar adelante ese aborto que la mujer quiere o necesita”, cierra.  

El contexto de aislamiento y crisis sanitaria transformó la vida de todxs, como también la de las mismas socorristas que mantuvieron sus acompañamientos con mayor firmeza y convicción a pesar de las adversidades del contexto. “Algunas mujeres deciden que nadie de su entorno se entere, o viven con sus agresores, y ahí estuvo la mayor dificultad”, dice Griselda. Explica que han hecho talleres mientras “hacían las compras”, hablando por teléfono, o dentro de un auto, pero “nunca no los hicimos porque entendemos que es un momento fundamental para que los abortos sean acompañados y seguros.”

El lugar de las socorristas es constante y organizado en el proceso de interrupción del embarazo e incluye un proceso de sistematización. Desde el 2014 en adelante, cada año se publica cuántos abortos acompañaron. “Tiene que ver con la tarea específica de suplantar algo que el Estado nunca dio cuenta:  poder tener cifras sobre aborto en Argentina”, especifica Gri. Las cifras que recolectan estiman que por año se realizan entre 300 y 500 mil abortos. Registrar los acompañamientos es una decisión política, “y también nos permite poder generar otros repertorios efectivos en torno a las experiencias de abortar”.

 Tomaron la tarea de brindar información y hacerla fuente para desarticular esas estructuras que criminalizan la práctica y a las personas que optan por ella. En las sistematizaciones podemos encontrar que el perfil de la persona que aborta no es uno solo, son miles. Y así caen los mitos que mencionamos anteriormente. “Quiénes son las personas que abortan en argentina acompañadas por  las socorristas: la conclusión es que son diversas, de rangos etarios diferentes, de todas las clases sociales, algunas son profesionales o desempleadas” explica Griselda. Porque en definitiva, quien quiera abortar, va a hacerlo.

Más allá de la ley

Este último tiempo estuvimos en momentos de mucha introspección porque estamos cerquita de que por primera vez tengamos una ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en nuestro país” fue lo primero que dijo Griselda cuando comenzó esta entrevista, días antes de la media sanción en Diputadxs. Lo que sucede en Argentina y América Latina de la mano de los movimientos feministas es algo ineludible. Desde Socorristas ven que la situación es insostenible y por eso actúan. Por eso las redes, los acompañamientos y la sistematización. Porque “nuestras vidas y deseos no caben en leyes.”

Una ley de aborto legal en Argentina significa una apertura para Latinoamerica en materia de derechos. Socorristas va a seguir acompañando los abortos, incluso cuando sea ley. “Nuestro dispositivo se armó en algún momento pensando en “hasta que sea ley”; después aprendimos que las experiencias de abortar están, necesitamos que sea una cuestión de derechos, pero también es una práctica cultural”, cuenta Gri. “Parte de nuestros acompañamientos tienen que ver con compartir información, con estar y socavar algunas cosas al patriarcado y al machismo”.

Desde Socorristas en Red quieren que los abortos sean también libres y feministas. Que las mujeres puedan decidir dónde hacerlo y con quién estar acompañadas, algo fundamental para la autonomía de los cuerpos gestantes. Con un largo recorrido derribando mitos y acompañando abortos seguros, que entre el 1 de enero y 11 de noviembre de este año fueron 13.408 mujeres, lesbianas, no binaries y varones trans que pudieron decidir, se las reconoce y agradece por cada victoria que los feminismos han conquistado en nuestro país. Que no han sido pocas y que en cada #NiUnaMenos, cada 8M y todas las movilizaciones habidas y por haber, las pelucas rosas de las socorristas se han hecho ver.