¿Qué sucede que todas las series que vemos y que se anuncian están basadas en una novela, una película, una serie o un comic? Esto sucede:
De un tiempo a esta parte, el mundo de las series ha ido evolucionando en cantidad y calidad, pero a tal punto que la vara fue subiendo y no nos conformamos con una serie “buena”. Necesitamos ver “algo mejor”, porque venimos de ver “algo mejor” y la oferta es tan grande y extensa, que cada capítulo de una serie nueva se ve obligado a alcanzar los ocho puntos para convencerte de que sigas.
A veces las historias originales requieren de más tiempo de adaptación, ya que uno ingresa en un mundo nuevo, con personajes que desconoce y que requieren de otro tipo de atención. Para pelear contra este mal que ha hecho que se cancelen una enorme cantidad de series con plots atractivos, los canales y productoras parecen haberse puesto de acuerdo en forma inconsciente para ocuparse de trasladar historias ya conocidas a este lenguaje aún joven.
De esta forma, nos encontramos con series basadas en novelas (Game Of Thrones, Orange is the New Black), series basadas en cómics (Daredevil, Jessica Jones, Luke Cage), series basadas en películas (Arma Mortal, Let Me In, Fargo, El Exorcista, Rush Hour o Los Infiltrados), miniseries basadas en películas (El Bebé de Rosemary), miniseries basadas en miniseries (The Night Of) y series basadas en series (Mac Gyver, House Of Cards, G.L.O.W o The Office), sumándole a todas estas, las series basadas en historias reales (Show Me a Hero, The People vs OJ Simpsons).
No siempre la idea es introducirnos en una historia que conocemos a priori y saltar espacios, sino también ya tener un público determinado que sabremos que, si el producto es bueno o inclusive no lo es tanto, acompañará la serie un par de capítulos. Aunque no podemos dejar de pasar algo muy importante: Existe una fórmula que funciona, es decir, se trabaja desde algo que ya cautivó al público, por lo que, si se estudia con determinación, existirán menos riesgos de que la serie falle. Por supuesto, no siempre “se estudia con determinación”, y para esas series, los resultados terminan siendo esquivos porque el televidente nota que ha sido menospreciado.
¿Pero existe la originalidad? ¿O ya se hizo todo? Bueno, por supuesto que todo lo que vemos y miramos nos va a remitir a algo que ya fue hecho, pero arrancar a trabajar desde una base clara suele ahorrar más pasos que empezar de cero, y esto las cadenas lo saben. A su vez, teniendo esta excusa, pueden exigirles a sus guionistas menores tiempos de escritura, lo que significa que los procesos de pre-producción/producción/post-producción debieran ser menores a los que conlleva una serie normal. Ojo, esto no significa de ninguna forma que sea fácil adaptar una película, una novela o un cómic a una serie, sobre todo cuando hablamos de lenguajes distintos, porque se debe luchar contra lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer, contra lo verosímil y lo inverosímil, y principalmente contra los fans que depositan todas sus esperanzas en tu producto.
No hay conclusión alguna para estas observaciones, pero todo parece indicar que las series se dirigen hacia el mismo camino que el cine, con lo bueno y lo malo que significa esto. Porque mientras las series nos parezcan prolijas (que es lo único que nos importa), no nos haremos demasiado problema, pero a medida que la calidad comience a descender (como sucede con Rush Hour y Arma Mortal, entre otras), iremos entrando en razón de lo preocupante que es el hecho de que no se reciban ideas nuevas, y que todo provenga de otros lugares, como si esto fuera la solución verdadera para alcanzar el éxito. Es cierto que ayuda y que puede funcionar, pero tampoco es tan fácil. Para lograr transcender y cautivar al público, hay que trabajar.
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