“Seguimos de festejo, por eso no nos fuimos” dijo un Emiliano Brancciari disfrutando del momento y para dar la bienvenida en la segunda de dos jornadas, donde No Te Va Gustar se encargó de regalar y auto regalarse shows tremendos e inolvidables. Ya habían sonado varios temas, entre los más nuevos y los primeros éxitos, cuando su líder dio a entender que en la noche del domingo, la intensidad y entrega serían iguales a la del sábado.
“La Rama”, el primer corte del nuevo disco, fue el tema que abrió el concierto: “la noche está perfecta y es por eso nadie va a bajarme de esta rama” retumbó en toda La Plaza de la Música, para que fuese más que una letra, más bien una declaración, un presagio de las casi tres horas de show.
“Vacío” y” A Las Nueve” fueron los que siguieron y, además, fueron la confirmación por parte del público de que la premisa era disfrutar todas y cada una de las canciones y, para los fotógrafos, el final de su tiempo al lado del escenario. Ahora debían buscar algún lugar donde poder sacar algunas tomas, pero la cantidad de gente y esa necesidad de fiesta, de experimentar cada concierto como si fuese el último, la post pandemia, no ayudaron a esa tarea.
Como en todo festejo de cumpleaños hubo invitados, en este caso MOY. La banda cordobesa integrada por Josefina Taborda (voz), Benjamín Reyna (guitarra) y Paz Martínez (guitarra y voces), encendió los motores, para que los dueños de la fiesta se encargaran de hacerle honor a estas casi tres décadas de historia. Con un listado de canciones que repasó todos los discos y todos sus momentos, le regaló a “La Docta” uno de los mejores shows del año, dejando la vara (o La Rama) muy, pero muy alta.
Viento que vuela y atraviesa
Si hay algo que siempre tuvieron las canciones y los discos de NTVG fueron sus letras claras que echan luz a momentos cotidianos que, hechos canciones, se hermosean. Y la muestra más clara es su último trabajo, que en palabras de la banda “es un disco de rock directo, contundente, con el sello de la banda y con búsquedas completamente nuevas”. Y, también, un disco mucho más personal, en donde muchos se pueden reconocer y que tiene mucha luminosidad frente a momentos oscuros, tal como se encargó de dejar en claro su cantante cuando salió a la luz -justamente-.
Si hay algo que siempre tuvieron los shows de NTVG es un coro constante e incansable, una suerte de complicidad tácita, por lo descrito arriba, pero también porque muchas de las personas que estuvieron el fin de semana cantando con ellos -para no decir toda- sienten que son “viento que vuela y atraviesa” y se entregan a esta “banda sonora” de sus vidas y, sin saber, les confirman ser por casi tres horas la “Actitud que nos llena el pecho de amor nos aleja de la muerte”, esa frase que retumbó cuando Ricardo Mollo apareció en las pantallas cantando en “Austro”, uno de los nuevos temas; o cuando sonó uno de sus himnos para gritar y agradecer: “Tenés la receta justa para hacerme sonreír”.
¡Ay, celeste regalame un sol!
Hay una chica con una corona con luces, como si estuviese en un cumpleaños de 15… Perdón, que estaba en un cumple de 28. Hay abrazos, baile, risas, una necesidad de volverse a juntar después de la oscura cuarentena que se nota paso a paso; hay disfrute. Hay partes de canciones de Rodrigo, de La Vela, de Los Redondos en algunas canciones que “Emi” toca a la perfección; hay alegría desbordante en el público cuando suena “Tan Lejos”, “Verte Reír”, como cuando presentan algún tema nuevo, como “Dejo atrás”.
Había alegría desbordante en el grupo (tanto, tanto que Emiliano se olvidó de ponerse una rodillera, por una lesión que se hizo por “estar boludeando”), que aún fuera de libreto y pidiendo disculpas al sonidista, hicieron “Tu defecto es el mío” y “Viajando sin espada”. Y era mejor así, o “Más mejor“: si eran los agasajados podían darse cualquier gusto. Por más que parecía que los agasajados hayan sido los miles que asistieron las dos noches.
El éxtasis de Emiliano no habló demasiado, pero sí en momentos puntuales con su gente. Fue cuando visualizó a un hincha de Belgrano y dijo: “Le quiero dedicar al amigo de Belgrano que esta ahí, porque hoy es una fecha muy especial: hace 11 años que ascendieron a Primera y parece que vuelven ahora… A mis amigos de Talleres también… ¡Fecha muy especial!”.
Se sabe que Emiliano, quien muchos creen que es uruguayo, es argentino y muy hincha de Boca. Por eso después de festejar el 25 de junio, con lo que significó esa fecha para la banda, conmemoró lo del 26 de junio recordando a “los de la banda”.
La noche no tuvo ningún tipo de bache: fue efectivo y pasó por todos los momentos, como dijimos antes. Como cuando le cantó a su abuela “Josefina” o cuando sonó “Clara”, con un coro multitudinario y acompañados del espíritu de murga, para cantarle a quien está del otro lado del charco y saber que sin ella es “una vida sin color”; o para seguir en esa sintonía con “Yendo“, “Los Villanos”, “El error” y la guitarra criolla, casi como si se estuviese en una juntada de amigos.
Y para ellos fue “Voy” y el agradecimiento explícito a la vida y al tener amigos: “Algunos sabrán lo que es trabajar de lo que se ama, amamos hacer esto y mucho más hacerlo con quienes queremos. No solamente músicos, si no equipo técnico, porque somos una familia inseparable, que estamos tocando hace 28 años juntos… Y eso es gracias a ustedes”, aseguró Brancciari para que en ese momento brindasen con una cerveza compartida Lisette, Camilo, Leandro, Lucrecia y Diego. Pero, sobre todo para abrazar con la canción a Manuel, con quien se cubrió la primera vez a No Te Va Gustar.
Te lo digo con una mano en el corazón
Fueron más de 33 canciones en unas casi tres horas. Fueron muchas necesidades de volver a verlos, saldadas. Fueron momentos, con las últimas canciones, con puntos muy altos como en el mix “Detrás del cerro” / “El oficial” / “La única voz” / “Ángel con campera”. Fue un disfrute y también fue gritar “y no me olvido de tu dolor”, cuando la invitada en pantallas fue Nicki Nicole para que se escuchase su voz en “Venganza“; y no fue moda, fue conciencia de una banda que en su momento cantó “Nunca más a mi lado” con Eduardo Galeano, para ser las voces de las que no tuvieron voz, pero se están haciendo escuchar.
Fueron el amague en “Chau”, cuando la Plaza se quedó a oscuras y fue el que volvieran, para hacer honor a su más reciente disco. A esa Luz que Emiliano, «Chule» Silveira, Diego Bartaburu, Denis Ramos, Mauricio Ortiz, Martín Gil, «Bambino» Coniberti, Francisco Nasser, Mint Parker y Marcel Curuchet, obvio, se encargaron de ir forjando año tras año en esos últimos veintiocho.
Porque, en ese tiempo, escucharlos fue poder estar “Fuera de Control“, más cuando nos damos cuenta de que la vida es corta, pudiendo ser que dure menos que estas canciones. Es poder “Pensar“, “no ser un aparato de pies a cabeza”; saber que no era cierto si creíamos estar solos; que podemos tomar impulso para llegar más alto, gritando con todas las ganas y cantando a pesar de las llamas; quedándonos a festejar su música que es el alma de las cosas y “el alma es canción y está por todas partes”. Sí, como la Luz.
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