En Vivo

LOS HUEVO’ POR EL CIELO

El cuarteto realizó su primer Teatro Vorterix presentando "No Todos Eren Como Ti", su segunda producción discográfica.

Huevo - Cecilia Martin 3
Huevo - Cecilia Martin 3

Para presentar su segundo disco, No todos eren como ti, Julián Baglietto en voz, Tomás Sainz en batería, Sebastián Lans en guitarra, y Julian López Pisani en el bajo pisaron por primera vez el Teatro Vorterix el sábado 3 de junio. Huevo, catalogada muchas veces como la gran sorpresa del rock en los últimos años, convocó una multitud que confirmó el buen momento de la banda, no sólo en lo musical, sino en la repercusión y el boca en boca.

“Si algo empieza a caer, se detiene, nos espera

Ese momento, es este instante y este lugar”

“Nos espera”Huevo

Si bien Las mil diabluras, su debut discográfico, había sido por demás esperanzador para la buena salud de la música, existe una evolución en la banda en este nuevo material, quizás por haber tenido que crecer de golpe cuando sus shows se hacían cada vez más masivos, y tanto la crítica como colegas los exponían como la nueva gran banda de esta generación con sólo un puñado de canciones. Suele decirse que la concepción del segundo disco es más difícil porque hay que confirmar lo conseguido con su antecesor sin borrar los pergaminos ganados.

El show presentación del nuevo álbum era también esperado por el nuevo recorrido que propone Huevo, pues lo que mejor puede definir esta fotografía de tiempo y lugar que es un álbum, es la transformación al costado menos pretencioso del rock. Con Las mil diabluras se encargaron de demostrar, con composición y ejecución, un gran armamento de ideas y virtuosismo. No todos eren como ti se concentra en las canciones, algunas de ellas como muestra cabal de este aspecto, completamente despojadas. De alguna manera parecen estar más pulidas, sin dejar su complejidad de lado, exponiéndolas con ideas más simples.

Pasadas las 21.20 comenzaron los primeros acordes de “Nos espera”, tema que inicia con oscuridad y se abre a un funk electrónico en el estribillo. Obviamente los ansiosos fans comenzaron con el pogo más bien bailado. Si bien dentro del círculo del campo el sonido se podía apreciar de forma excelente, más atrás y sobre los laterales, algunos arreglos directamente no se escuchaban. Con la complejidad que ofrecen los arreglos de Huevo, se entiende la necesidad de no saturar(se), pero es una pena que no se haya amplificado de manera equilibrada para que todos los presentes escuchen lo mismo. Si bien en ese momento se pensó que era un descuido típico de los primeros temas y que con el correr del setlist el sonido mejoraría, todo se mantuvo de la misma manera hasta el final.

De todos modos -todavía refiriéndonos al primer ataque del cuarteto-, el solo de bata que aparece en el disco, Tomás lo interpretó de forma calcada, demostrando su capacidad y su groove al mismo tiempo, virtudes que supo amalgamar en los pocos segundos en los que sus tambores se enfrentan con su hi hat provocando la ovación de los asistentes al concierto.

Mientras cuatro dinosaurios de luces, estructuras metálicas gigantes, apuntaban al público, largaba “Cabra adolescente” y Baglietto se desdoblaba en dos para cantar utilizando esa máquina loca que transforma su voz soltándose a bailar cada vez más. Al final, caían los primeros “Olé olé olé olééé… Huevoooo-Huevooo”, mientras entraba un cuarteto de vientos para acompañar al grupo para tocar “Saltar y esquivar”. De esta manera se comenzaba a adivinar que tocarían el segundo disco en orden. Una flauta, trompeta, trombón y saxofón fueron los utilizados para los arreglos del tema de medios tiempos, que fueron la antesala de un funk épico como los mejores momentos noventosos de Charly García.

“Se escucha“, esa canción beatle ideal para hacer dormir a los bebés fue la cuarta del setlist. Casi fogonera, en la versión en directo se destacó la voz de Julián junto a la guitarra acústica de Sebastián. Lo único criticable es que finaliza muy rápido, como si a uno se lo arrebataran cuando ya estaba enamorándose del tema.

Sin mantener continuidad rítmica, todo lo que bajó volvió a encenderse con la instrumental “La nave Matilda”, que llevó con rulo guitarrero y electrónico (primo hermano de la discografía de Octafonic) la base, mientras el cantante aprovechaba para seguir mostrando sus dotes en la danza con una especie de breakdance.

“Tiembla el gato” parece haber sido grabada sobre algún amplificador que era a su vez hogar de algún felino y de allí surgió el nombre del tema, porque el groove y los graves del tema invitan a la hipnosis. En la misma avenida circula “Gladys”, cuyo vivo tiene un toque pesado que lo hace más terrenal y no tan etéreo como otras composiciones.

Cambio de instrumentos, para que aparezca el letargo con riff rollinga a 100 BPM de “Carmen de Pantalones” y se le pegue “Josefina y sus cantos” más cerca del jazz. Es necesario detenerse en la curiosidad sobre la cantidad de títulos de canciones con nombres propios que tiene Huevo. Como si trataran de hacer más únicas o personalizadas sus obras, tal cual lo hacen los uruguayos de Cuarteto de Nos. La ilusión de exclusividad paradójicamente concibe universalidad porque la empatía se genera desde ese costado.

El primer y único cover de la noche fue “Tonta luz”, del disco Silver Sorgo de Luis Alberto Spinetta. Claro, con tanta referencia al flaco en sus características artísticas, este tema, décimo en el tracklist del disco, no podría faltar. En ese pasaje del show se lucieron con “Pasan” que es de propia autoría pero también podría ser un homenaje-sampler inédito de Luis Alberto. En el medio, “Bien de abajo” fue el interludio perfecto para el mencionado momento Spinetta, con arreglos a pura sutileza y sonidos que van llegando de a poco a los oídos.

Comienza a sonar una melodía de piano muy famosa pero un poco fuera de contexto. Julián entona “Volver a empezar…” de Alejandro Lerner pero para que nadie se confunda, aclara rápidamente que era un chiste. La primera parte del concierto cierra con “Mazapán” que en su parte final tiene una parte más explosiva con la que los voluntariosos fans quieren poguear, aunque entre tanto riff intrincado encontrar un lugar para saltar uniformemente es una tarea complicada.

“Pateamos fuerte, fuerte, vamos hasta el fin.

Y si nos creen, tal vez, nos van a seguir”.

¿Qué es esa música abuela?”Huevo

La intro de una blusera “Despiértate nena” funciona como obertura para “¿Qué es esa música abuela?” con la que el grupo se reconoce “loco loco”, pero pateando fuerte y esperando toparse con gente que comparta su misma pasión por estas locas melodías. El pogo y los gritos del público que se conocen hasta las melodías más escondidas dentro de las canciones, les dan la razón.

Para la última parte del show pasarían la instrumental “Aeroscopia” de melodía piojosa y con sección batera al palo y mientras un Hombre Araña hacía mosh continuaban las canciones de su primer álbum, “Yo le vi”, “Las mil diabluras”, y “Don Horacio”. Los Huevo comenzaban a acercarse a ese cielo nirvana que sólo los rituales entre público y músicos en plena conexión pueden lograr.

Para el final “Cable”, uno de los favoritos de sus seguidores, sorprendió con un freestyle del petiso de gorra sobre una base funk en la que el cantante se mostró como gran improvisador. El final del tema tras la parte lírica fue con trombón, saxo y trompeta agudísimos y super jazzeros con solos incluidos. Para culminar la fiesta, era menester el agite de “Un día en Serrano”, en la que el líder de la banda decidió tirarse entre el público en la sección “Divididos” (otra de las grandes referencias musicales que se les escuchan) de la canción y culminaron con un autobombo de “Da-le Hue-vo” más que merecido. Un completo show que no sólo sirve de entretenimiento sino como estímulo para seguir apostando a esta nueva generación de rock.

Fotos por Cecilia Martin 

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