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LCDC: sobre antiguas lluvias, otra vez, nació un nuevo fuego

La Condena de Caín despidió el año en Palermo a pura fiesta. Pese al clima y problemas de sonido, la banda de toque sureño desató su vendaval. Ganó, gustó y goleó, demostrando que los jueves también son de rock en la noche de Buenos Aires.

La Condena
La Condena

Jornada solitaria para La Condena de Caín, que no necesitó soporte para afrontar la jornada del jueves. Pasadas las 21 horas, Sawa Mielnik y compañía abordaron el escenario del “Roxy” palermitano para desplegar el “Vuelo” y Ojos Salvajes para romper el hielo y poner al público en órbita.

Jeans ajustados, melena y movimientos hipnóticos danzaban sobre la cúpula, mientras que las masas estiraban sus manos hacia el cielo como si quisieran alcanzarlo. Encanto y Lo inerte y lo real alimentaban el ritual. Como de costumbre, Matías Westerkamp pedía más volumen para su guitarra, mientras que Marcelo Di Giovanni (bajo) y Daniel Jinkins (batería) marcaban el ritmo. La noche transcurría a puro rock.  En el octavo puesto llegó “Dios seguridad” y el primer invitado de la noche: Nicolás Alfieri, cantante y guitarrista de Todo Aparenta Normal. Con un sonido sólido, Westerkamp y Alfieri improvisaron un duelo de guitarras hacia el final del tema que dejó al público sin aliento. El resultado: un empate de talentos.

El desarrollo de la noche estuvo acompañado del más afectivo público. Si bien el recinto no estaba del todo cubierto, los fans lograron llenar esos espacios con la furia de una multitud. La banda supo devolver ese cariño con un show a toda máquina: exquisitos rocanroles, una excelente puesta en escena e inclusive la participación del actor de tapa del disco La Perfección del Caos recitando unas palabras que alimentaban tanto fuego. Asimismo, Sawa aprovechó para agradecer a sus fans la asistencia pese a ser día de semana. También dejó en claro, con mucho respeto, el desacuerdo de la banda con el gobierno actual y pidió libertad para Milagro Sala.

Para enaltecer el nivel de la banda, un corte de sonido general se transformó en la más bella improvisación de la mano de Lucas Inchaurraga en la viola acústica y de Sawa, derrochando talento tanto en la voz como en la armónica. Otra vez el público fue víctima de la fascinación. La noche estaba ganada. La Condena de Caín había superado las expectativas. Promediaban las 23 horas y el diluvio quedó chico cuando la banda desató el Vendaval”. Atraídos por la magia de la música, la multitud se apretó contra la valla para decir presente. El cierre se anunciaba y los fans hacían aún mejor el final. Para aquellos que acompañan a la banda desde sus comienzos, sonó Rutina, la canción que encabeza su primer EP. La frutilla del postre fue Buenos Aires, canción que protagoniza su último video clip y que se hizo carne en la multitud.

Con un show prolijo y bien roquero, La Condena de Caín desde Palermo le dio el adiós al 2016. Con un altísimo nivel musical, la banda dejó las expectativas bien en alto para que el 2017 sea su año de despegue definitivo.

Fotos de Chivi Marcote Fotografía

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