365. Son los días del año y son también los afortunados y afortunadas que se hicieron acreedores a un lugar en la presentación oficial de “Random“, el último disco de Charly García. Primero, las corridas para conseguir las entradas, después la expectativa en aumento, en el recinto de Sarmiento 2073.
Minutos después de las 22.30, las luces se apagaron. Dos personas trajeron a Charly y lo depositaron en la silla en la que iba a dar el show, flanqueado por dos teclados y con la chance de tomar la guitarra y el bajo, según sus -no tan amables- pedidos a los stage, que lo tuvieron que ‘sufrir‘ durante toda la noche. Para los que tenían duda que el viejo García había vuelto. A uno de ellos, cuando el bajo que le había pasado estaba desafinado, le dijo, así sin más: “El diablo se encargará de tí”, despertando las carcajadas en general.
El Zorrito (‘Zorry’, como lo llamó Charly) Fabián Von Quintiero, la elegante Rosario Ortega, vestida de gala y con su voz que también “viste” el nuevo disco del hombre del bigote bicolor. Detrás de ellos, formados en línea de 3, y casi que siendo un “Power trío” dentro de la banda de seis personas, el trío chileno “The Prostituion“, tres animales capaces de recrear a la perfección los temas de Charly y de sostener, en sus espaldas, los desvaríos del artista.
“La Máquina de Ser Feliz” dio arranque a la noche que tendría, de corrido, todos los temas del disco. Charly, fiel a su costumbre, sólo cantaba una parte del tema, y los estribillos, generalmente, se los dejaba al enfervorizado público. Así, fueron pasando “Ella es tan Kubrick”, “Primavera”, “Rivalidad” (‘esta canción es para mi vecina’, tiró Charly. Alguien del público gritó: ‘Qué se pudra’ y García veloz replicó: “Tenía una vecina, se pudrió”, desatando las risas en toda la sala). Sonó así uno de los temas más potentes de la última placa de García.
“Otro” también tuvo su espacio, luego de que Charly contara que le envío una carta alguien muy especial: “Me mandó una carta Yoko Ono. Dice así: “Charly, sos un capo, te quiero mucho y no se que mierda más”, dijo y otra vez generó las risas entre los presentes, risas que se volvieron aplausos cuando arrojó la guitarra al asistente y lo mandó, literalmente, a la mierda.
Con una pantalla que pasó imágenes de distinta índole (el show comenzó con una animación del segundo avión pegando contra las Torres Gemelas) y con un juego de luces, lo que se pensaba como un “ensayo abierto”, fue en realidad el show presentación de “Random” y el regreso de Charly, incapaz de caminar por sus propios medios, pero con el arte brotándole por los largos dedos.
“El otro día en la cancha de Vélez, Mick Jagger me hizo un elogio”, dijo Charly, alguien lo corrigió y le dijo que fue en la Plata cuando tocaron los Rolling Stones y García remató: “¿Qué? ¿Hay mala onda con Jagger ahora? No hay poronga que les venga bien”. “Lluvia” con imágenes de la película “Cantando bajo la lluvia” y, luego, el tema beatle del disco por excelencia, “Believe“, prosiguieron con la lista. “Los amigos de Dios”, con imágenes de los pastores brasileros y sus “exorcismos” continuó con el show que, en orden, desgranó los 10 tracks que habitan en el último trabajo discográfico del ídolo: “Hoy la compañía me dijo que somos disco de Oro”, reveló Charly, uno de los pocos que, en este país, vende discos.
“Spector“, el tema más abajo del disco continuó con la lista, es uno de los temas que Charly más cantó. El cierre del segmento “Random”, se dio con “Mundo B”, en el que aparecieron imágenes de Los Beatles en las pantallas, acompañando a un tema que, en su tramo final, los parafresea a los Fab Four, nombrando temas de ellos como “Love Me Do”, “I Wanna Hold Your Hand” e incluso cierra con la frase: “She Loves you, yeah, yeah, yeah“. García siempre fue admirador de los 4 de Liverpool y lo volvió a dejar en claro. Final del disco ¿y del show?.
No, Charly y los suyos tenían algunas sorpresas. El comienzo de “Yendo de la Cama al Living” desató el extásis en la sala. Al terminar, Charly dijo: “¿Me sacaron el bajo? No sé porque me sacaron el bajo“, retando a sus asistentes. El Zorrito, medio devenido en director de orquesta, gritó: “Vamos con Mucho más fuerte” a los músicos y la música empezó a fluir con “Me siento mucho mejor”, ese verdadero hitazo de García. “Asesíname“, desde “Rock & Roll Yo”, prosiguió con el bonus que Charly entregó, incluso, hasta sacando un revolver de juguete, con el que primero se apuntó a la sien y luego revoleó al público.
Con el bajo, Charly ensayó un comienzo errático de “No Llores por mí Argentina“, que la banda interpretó, sacando adelante una poderosa versión que hizo temblar las paredes del lugar. Ahí se hizo una pausa, Charly agradeció a su banda, a los presentes y parecía el final. Se apagaron las luces y, tras hablar brevemente con dos personas, Charly y su voz inconfundible dictaron sentencia: “Vamos a hacer una más”. Después le gritó: “Boluuuuuudo“, a uno de los asistentes que no le alcanzaba la guitarra. Sonó “El Aguante”, con Charly mirando a su banda casi todo el tema y, ya para el final, casi que arrojándose de la silla en la que estaba, obligó a sus asistentes a socorrerlo. Era el cierre. Charly se iba del escenario. Ayudado, como había ingresado. Lo abrazó el Zorrito, se unió Rosario, mientras el trío chileno seguía dándole rosca al tema.
El Maestro saludó, le dio un pico a Rosario, besó a uno de sus asistentes en el cachete, uno al que antes, en una de las tantas intervenciones había bromeado: “Él es mi novia”. Y se fue, apoyado para caminar, pero Charly jamás será ayudado para generar magia entre quienes lo escuchan. Jamás necesitará ayuda para hacer música. Jamás será ayudado para que nos dé una mano grande para vencer esos “calambres en el alma” que nos aquejan a diario. Charly es García, es una de las excepciones a la regla dentro de uno de los apellidos más comunes del mundo. Al menos acá, en esta parte del mundo es “El García”, no hay otro. No es cualquiera. Puede subir en silla de ruedas que toda la discusión se termina cuando pone uno sólo de sus largos dedos en un teclado, en una guitarra o en un bajo. Es arte puro. Es un mito. Es un ídolo. Y está acá.
Disfrutémoslo mientras podamos, porque lo vamos a extrañar cuando no esté. Y toda la saliva gastada en desprestigiarlo o decir que “No puede más” se nos volverá en contra cuando querramos encontrar un refugio para escaparnos un rato de este mundo, que a veces parece un lugar mejor sólo porque un jueves, a las casi 22 horas, Charly García decidió volver a subirse a un escenario y encender “La Máquina de hacernos felices”. Say no more.
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