La gira nacional de Bandalos Chinos que terminará el 11 de diciembre en el Hipódromo de Palermo y que empezó el 15 de octubre en La Plata tuvo su segunda parada en tierras cordobesas, luego de un mes y medio de estar tocando en México donde arrasaron en varias ciudades. Es que el disco que ganó el Premio Gardel como el mejor álbum de grupo pop, debe retirarse con honores y con tanta gente coreando y fluyendo con esta banda.

22 de octubre a las 21:30 hs. Una intro de estilo oriental o “chinesca”, la Plaza de la Música a oscuras y la ovación de la gente cuando apareció el sexteto fue la mejor bienvenida a un show que iba a durar una hora y media; que iba a pasar por casi toda su Paranoia Pop y varios de sus éxitos; y que iba a ser -una vez más- la confirmación de que la banda está en lo más alto de la escena nacional y que sus temas ya son clásicos del futuro.

Todes quieren ser como yo

Desde el primer momento “Goyo” Degano junto a Salvador Colombo (teclado), Tomás Verduga (guitarra), Matías Verduga (batería), Iñaki Colombo (guitarras), Nicolás Rodríguez del Pozo (bajo) y el “séptimo Bandalo” Pablo Vidal – de El Kuelgue– con su saxo, dejaron en claro que lo que se iba a vivir era un festejo para ir despidiendo este disco de la mejor manera: el recorrido pop de varias épocas, para acercarse y regalarse a la gente, riéndose desde y de la Paranoia Pop desde el primer tema: “Soy tan influencer, me quiere la gente, todes quieren ser como yo, tengo mi foto en un cuadro al lado de Dios”.

Nos dimos una vuelta por los ’80 en “Mi manera de ser”, o lo que se puede definir como la concreción en vivo de los aplausos y el coro de la grabación. Eso que tanto querían ellos, cuando se juntaron con Adan Jodorowsky, para grabar el disco o con Tomás Terzano, para llevar a cabo el musical homónimo, para convertirlo en una experiencia audiovisual que desde esta semana se ve en Flow.

Súper V” con un Pablo Vidal endiablado, “El Club de la Montaña” y “Lento“, siguieron una lista de temas tan cuidadosamente elegida como cada cosa que pasa en el escenario. Porque si suena un saxo, no aturde ni cansa, si no que atrapa. Del mismo modo que un “Goyo” envidiable. El que se lleva todos los flashes, porque hace lo necesario para que eso suceda. En una banda tan fina, armónica y armoniosa, el cantante es lo más fino, armónico y armonioso, no sólo con su voz, si no con los movimientos hipnóticos y teatrales en el escenario.

Y en vivo queda demostrado, con tantas canciones que pasan por lugares y sonidos diferentes: “Sin Señal” y “A la Cabeza“, gesticulando lo que piden las canciones; en “La Herida“, con el piano a tono de Salvador “Chapi” Colombo, la melancolía para bajar revoluciones y ponernos en sintonía; en “Chu Chu” y “El ídolo”, siendo más rockero, bailarín y eléctrico, pero a diferencia de la historia que cuenta en esa canción, con preferencias de conocerlo y no de imaginarlo.

Viajaremos hasta la raíz

“Olé, olé, olé, Goyo, Goyo” empezó a corear la gente, antes de que el líder de la banda le hablara a un público muy variado en edad, que llegó con la premisa de pasarla bien. “¿Cómo estamos Cordobuchi? Salió una canción ayer, ¿la escucharon? ¿La cantamos o no la cantamos?”. Entonces sonó “Mi Fiesta“, el nuevo tema de la banda, que fue una invitación explicita a bailar, a pegarse al estribillo, imaginar lo que puede ser el nuevo disco y a dejarse llevar por un ritmo de funk setentoso, cuando la bola disco bajó y empezó a girar para que todos estuviesen -un poco- más arriba.

Luego de lo nuevo llegó lo tan conocido. Un repaso por sus temas de BACH (2018), que fueron el pasaporte a un crecimiento rápido y merecido, pero impensado. Y que también los invitó a pensar el disco que empezaron a despedir en esta gira. Esa paranoia pop interna, que llevo a Bandalos Chinos a tener una “paranoia interna”, de perder su originalidad y esencia en el éxito, como contó alguna vez Degano.

Tema de Susana”, “Departamento” esa canción que en poco tiempo ya se convirtió en un clásico y ellos mismos se animan a reversionarla haciéndola bossa-, “Demasiado“, “Isla“, “Dije tu nombre“, fueron preparando el cierre que llegó después de los bises con “El Temblor” y la despedida de la gente cuando se prendieron las luces y sonaba “You Should Be Dancing“. 

Pero antes de eso, antes del final de la fiesta, de que al público no se le borrara la sonrisa por la alegría tan notoria y por guardarse todo en “la playlist de sus corazones”; antes de que “Goyo” agradeciera y se sorprendiera con un “somos una bocha, loco”, sonaron “Tu órbita” y “Fulnabis“. Que son las dos maneras de empezar a explicar por qué generan lo que generan los oriundos de Beccar: “Explosión inicial/ Sigue haciéndonos girar/ Tu órbita puede más/ No me quiero despegar”.

Algo así es lo que generan estos pibes,  una órbita de la que no se puede salir ni aunque quisiéramos, porque lo que nos acerca a Bandalos no es la gravedad si no lo que suena y cómo suena. En otras palabras, un Fulnabis, que como contó Salvador Colombo en una nota es como “una ciudad prohibida, donde el churro es legal, no hay policías y están todos tranquilos y en paz. Donde tampoco existe el prejuicio y reina la creatividad”. Y ver un show de Bandalos Chinos es embarcarse hacia ese lugar. Es decirle que sí a Goyo cuando pregunta “¿nos vamos de viaje?” y suena el tema más conocido de ellos, para acompañarlos en el trayecto hasta la raíz. Es dejarnos llevar sin control en espiral. Es escucharlos y pensar: “Debo aterrizar, pero vuela mi cabeza”.