Desde el 2 de diciembre de 2010 que Rusia espera el tan ansiado puntapié inicial del Mundial de fútbol que se comenzará a desarrollar en su país el próximo 14 de junio en el Estadio Olímpico de Moscú ante Arabia Saudita. Ambos seleccionados integran el grupo A junto a Egipto y Uruguay, el único campeón mundial de los cuatro (1930 y 1950).
En este cuarteto que no comparte selecciones de un mismo continente, el elenco sudamericano parte como el gran favorito para adjudicarse con el primer puesto del grupo. Será su duodécima participación en la cita mundialista, con dos palmares y cinco semifinales, la más reciente en Sudáfrica 2010. Por otra parte, el segundo lugar pareciera estar en disputa entre el país organizador y los africanos, que corren con una leve ventaja para adjudicarse esa posición. En cambio, los árabes están encausados en una nueva era técnica que apuntarán a solidificar con vista al próximo mundial de Qatar 2020.
El tercer puesto de Rusia en la Eurocopa de 2008 agudizó problemas de egos en el seleccionado que no le permitieron el crecimiento necesario para llegar en óptimas condiciones para afrontar su mundial. Estos inconvenientes le generaron la pérdida de 21 millones de dólares a la Federación Rusa para echar a Fabio Capello después de volverse en primera ronda de Brasil 2014 y a Leonid Slutsky en 2016 por la pésima Eurocopa de ese año sumando un punto de nueve posibles.
El proyecto de aprovechar a dos generaciones de jóvenes (Sub-17 campeona europea en 2013 y subcampeona Sub 19 en 2015) dotados futbolísticamente para este momento parecían truncos hasta la llegada de Stanislav Cherchesov en agosto de 2016, que consciente de las limitaciones de su seleccionado afianzó una estructura defensiva por falta de calidad de sus jugadores en todas sus líneas, retiros y lesionados. De esta forma, deberán ingeniárselas para alcanzar los octavos de final por primera vez tras la disolución de la Unión Soviética y sortear todo lo que conlleva ser el anfitrión de semejante evento internacional.
Paradójicamente, quienes enfrentarán a la “Sbornaya” en el partido inaugural tuvieron inconvenientes mayores en el banco de suplentes. El holandés Bert Van Marwijk fue quien dirigió a “Los Hijos del Desierto” a su quinta copa del mundo, aunque debió cederle su lugar al argentino Edgardo Bauza, que dirigió a la Argentina y a Los Emiratos Árabes Unidos en estas eliminatorias, pero los malos resultados en amistosos le abrieron la puerta al hispano-argentino Juan Antonio Pizzi a falta de siete meses para el campeonato, que no logró clasificar a Chile.
Tal es la desorganización que a falta de cinco meses para el inicio de la Copa Mundial firmaron un convenio con la liga española para que nueve jugadores de su selección llegaran en condición de cedidos: cinco a clubes de primera (dos al Villarreal, dos al Leganés y uno al Levante) y cuatro a equipos de segunda (Sporting de Gijón, Rayo Vallecano, Numancia y Valladolid).
La gesta de Egipto para volver a los mundiales tras 28 años de ausencias no es casualidad. Desde 2015, con la contratación del argentino Héctor Cúper, apostaron por disputar su tercer mundial (Italia 1934 y 1990) contando con jugadores de carácter internacional como Elneny, Salah y El Mohamady. No fue fácil el camino que tuvo que recorrer. Le tocó un grupo en el que competía ante Uganda, Congo y Ghana, máximo favorito. Con la sumatoria de 13 puntos sobre 18 posibles, y un gol de Mohamed Salah de penal a los 95’ ante Congo, selló su pasaje a Rusia.
Continuando la línea de entrenadores, lo de Óscar Washington Tabárez no sorprende por sus casi diez años al mando del seleccionado mayor uruguayo en su segundo ciclo, en el que obtuvo el cuarto lugar en Sudáfrica y la conquista de la Copa América 2011 de Argentina. Desde hace un tiempo se lo venía discutiendo por la falta de juego de su Selección, y se puso en duda su continuidad. Sin embargo, clasificó a este Mundial en segundo lugar en las Eliminatorias Sudamericanas reinventándose con jóvenes talentos como Federico Valverde, Rodrigo Bentancur, Guillermo Varela y Nahitán Nández. Además, de la posibilidad de contar con Lucas Torreira, volante de la Sampdoria, que podría meterse entre los 23 por su presente.
El debut de Uruguay se dará el 16 de junio ante “Los Faraones”. Aquí habrá un duelo interesante táctico entre dos selecciones que tienen un estilo de juego muy marcado. Las variantes que dispone Tábarez no las tiene Cúper. Desde la fortaleza defensiva uruguaya con la dupla central Diego Godin-José María Giménez hasta el dúo ofensivo Edinson Cavani-Luis Suarez, sin descuidar el mediocampo que cuenta con jugadores dotados de técnica y garra. Asimismo, el director técnico con pasado en Lanús (campeón de la Copa Conmebol 1996), no cuenta con tanta variedad de futbolistas aunque se las ingenió para imponer su estilo de juego en bloque y compacto encabezado por la figura mundial del momento: Mohamed Salah. El delantero del Liverpool inglés es el estandarte de Egipto, que dispone de un 4-2-3-1 en su formación inicial contando con el delantero del Sporting Braga de Portugal, Ahmed Mahgoub, como único punta y segunda carta de gol. Un dato no menor, por la lesión del arquero titular Ahmed El Shenawy (rotura de ligamentos cruzados) Essam El-Harady (45 años) podría convertirse en el jugador más longevo en disputar una copa del mundo superando al colombiano Faryd Mondragón.
Distinta es la realidad del elenco árabe que sólo deposita cualquier tipo de esperanza en su delantero de 30 años, Mohammed Al-Sahlawi. Un seleccionado conformado por casi todos jugadores de la liga local, el máximo goleador de las Eliminatorias Asiáticas con 16 tantos será el máximo argumento que presentará Pizzi, que piensa un esquema 4-1-4-1 con con mucha presencia en la mitad de la cancha para aprovechar la velocidad de sus volantes externos Al Jassim y Al Shehri.
De Rusia se pueden sacar más conclusiones por sus partidos amistosos ante Brasil, Francia, Argentina y España en estos últimos meses. Se pudo ver un equipo que cede la pelota e intenta tapar con sus dos puntas, sus tres volantes de contención y quienes ejercen la función de carrileros a los posibles receptores. Si el adversario logra romper esa línea de presión es calamitoso el panorama de los dirigidos técnicamente por Cherchesov, que no tienen la capacidad de recuperar la pelota en su campo, y se acoplan de una línea defensiva de tres a una de cinco al sumarse los volantes externos, en lo que enmarca una falencia sin solución por la lentitud de sus marcadores centrales.
Por Gastón Amestoy.
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