Corría el año 1958, nuestro país era otro, el Mundo era otro. Y en Olavarría, en lo profundo de Buenos Aires, nacía Víctor Pintos (64). Criado, entre otras cosas, a mates y discos de vinilo, desarrolló a muy temprana edad su gusto por la música. Algo que le valió, en más de una ocasión, el regaño de propios y extraños. “Algún día, voy a vivir de esto”, se repetía una y otra vez, casi como un rezo que sabía de memoria. Casi como si muy dentro suyo tuviera la certeza de que no había otro rumbo posible.

Decir que alguien estuvo en el lugar correcto, en el momento indicado, es otorgar al azar más trabajo del que ya tiene. En el caso de Víctor, -si bien el azar metió mano-, fueron su determinación y su compromiso con él mismo los que signaron su destino: Badía y la Gran Ciudad; Boca Juniors y su presidente siendo huéspedes de honor; Pettinato y el mítico Expreso Imaginario, luego vinieron las revistas Rolling Stone, Cerdos y Peces, Humor, El Periodista, entre otras.

Los ojos (y la atención) de los grandes medios de aquel entonces se posaron en él: radios, programas de TV, revistas. Invitaciones de acá, acreditaciones de allá. Víctor supo hacerse un lugar dentro del ambiente, algo que, sin dudas, no fue fácil ni especialmente bonito. No obstante, su determinación pudo más. Mucho, mucho más. Hasta que en un cierto momento, Víctor se asqueó, se cansó de la careteada y lo mainstream. Y este papá de tres hijes, -con sus años de profesión a cuestas-, optó por el exilio interno.

Víctor (izquierda), Luis M. Stanzione (centro) y Mario Pergolini (derecha). Foto: gentileza de Víctor Pintos. Año: 1990.

Córdoba fue (y sigue siendo) su refugio, su nuevo hogar, su nuevo punto de partida. Atrás habían quedado las entrevistas a eminencias de la música latina e internacional como Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, SUMO, León Gieco, Pappo, Fito Páez, Andrés Calamaro, Goyeneche, o incluso, el mismísimo B.B. King. Atrás quedó el website Rock.com.ar, atrás quedó el picadito que alguna vez jugó con Diego A. Maradona, atrás quedaron las curadurías musicales para sellos discográficos o los libros sobre ídolos de la música popular argentina para las grandes editoriales.

Hoy, ya lejos de la fama, con lentes y alguna cana que se cuela entre sus rulos, Víctor sigue ejerciendo la profesión. Por ejemplo, en proyectos radiales para FM Nuestra Radio o en Ruido Blanco, el podcast de origen mexicano en el que junto con Olivia Luna charlan sobre distintas bandas y artistas de hoy, de ayer, de siempre.

El periodista todoterreno, padre, productor multimedia, escritor y locutor, ganador de dos Martín Fierro y creador de una película sobre la agricultura familiar en Argentina, acaba de presentar “Recuentos”, su más reciente libro. El cual bien podría ser una suerte de recorrido autobiográfico (y desordenado) autorizado por él mismo.

Víctor y una constelación a su alrededor. Foto: gentileza de Víctor Pintos. Año: 1986.

Mientras se calienta el agua y el otoño filtra alguna hoja seca en el patio, Víctor abre las puertas de su hogar a RNB e invita a lxs lectores a un (breve) recorrido por su vida profesional.

Rock N’ Ball: Puede que del otro lado haya alguien que todavía no te conozca, ¿Cuándo y cómo arrancaste a transitar el camino del periodismo? ¿La profesión te eligió, la elegiste o se eligieron?

Víctor Pintos: “Por supuesto que puede haber gente que no me conozca. Es más, creo que debe haber mucha más gente que no me conozca, que la que sí. Es que yo no soy famoso, nunca me interesó ni me interesa, y la gente conoce a los famosos. Yo sólo soy un testigo de cosas que pasan y las cuento. Soy periodista desde siempre y elegí la profesión porque cuando la conocí, a través de mi papá, que fue futbolista y después periodista, supe que eso era lo mío. Elegí un camino no fácil, creo, como podría haber seguido el periodismo deportivo, que era una de las especialidades conocidas en ese momento como también lo eran el periodismo de política, el de actualidad o el de sociedad, digamos; elegí ser periodista de música y la verdad es que en ese momento -principios de los 70- casi no había periodistas de música. De rock, menos. Pero se hizo el caminito, y ahí me metí. Y salió. Hoy puedo decir que durante toda mi vida me gané la vida con eso. Y no está nada mal”.

RNB: La forma de hacer periodismo cambió (y mucho) desde que vos arrancaste, ¿Cuáles de esos cambios considerás más positivos y cuáles menos?

VP: “Hay muchos cambios positivos. Yo empecé en los tiempos de los teléfonos de línea y de las máquinas de escribir, sin televisión en color y sin internet. Después algunos nos adaptamos y otros no. También hubo muchos cambios negativos. A veces pienso que nosotros, expuestos a los medios, éramos muy inocentes: creíamos todo. Otras veces también pienso que antes en los medios antes no había gente tan mala, gente capaz de mentir con tal de ganar un peso más. Casi siempre termino diciéndome que pienso demasiado. Aunque en rigor creo que gracias a eso hoy marco diferencias, porque es muy poca la gente que se pregunta cosas, que tiene dudas y que dedica una parte de su tiempo a pensar. Ser así está bueno, me parece”.

Víctor junto a Soda Stereo. Foto: gentileza Víctor Pintos.

RNB: En términos comunicacionales, hoy el Mundo se rige bajo las leyes impuestas por las redes sociales, ¿Cómo te llevás con dichas normas? ¿Hay alguna de ellas que te haga ruido?

VP: “Me llevo bien con las redes sociales. Entiendo que adaptarse a ellas es parte de la actualización al mundo de hoy que tenemos que hacer todos, quienes somos periodistas y quienes no. Lo que está mal, creo, es que actuemos para responder a lo que nos exigen las redes. Usarlas está re bien, me parece, pero que las redes -y las aplicaciones y todas las mil facilidades que tenemos a mano- te usen, no. No, no. Todas ésas tienen que ser herramientas para que seamos mejores, no para que nos dominen el accionar. Pensando así, digo que ninguna red social me hace mucho ruido. Al principio me importaba quizá demasiado que los usuarios dependieran tanto de la inmediatez, que se expusieran tan solo unos segundos a una imagen, que casi no leyeran más que titulares, pero después me di cuenta de que lo mejor, antes que pararse para protestar o sentarse a llorar, es actuar bien en esa realidad, y así soy parte de quienes buscan la forma de encontrarle la vuelta a eso”.

Víctor y el inconfundible Pappo. Foto: gentileza Víctor Pintos. Año: 1989.

RNB: Tu especialidad es el periodismo musical, ¿Cómo lo ves hoy día en nuestro país?

VP: -“Hum, no bien. En general, encuentro pocos periodistas jóvenes valiosos, y creo que ésa es la razón por la cual algunos jovatos como yo, seguimos teniendo trabajo. Pero es como todo, creo que hay que saber ver que entre ese montón de mediocres, hay alguna gente brillante, bienintencionada, capaz, con ganas. Siempre fue así, creo. Por ejemplo, cuando veo que se romantiza el pasado, diciendo cosas como “qué gloria el tiempo de Pescado Rabioso, Sui Generis, Los Gatos, Serú Girán, Invisible, Aquelarre, Pappo’s Blues y Moris”, por poner solo unos ejemplos, se entiende, se ignora que en ese tiempo las radios más poderosas no pasaban nada de eso, sino que ponían música horrible, facilista, sólo porque vendía miles y miles de ejemplares y porque era la moda. En el periodismo es igual. Ni este mundo es una mierda ni el otro, el del pasado, era una gloria. Siempre hubo que lucharla. Hoy también. A veces es más duro, es cierto. Pero nunca fue fácil”.

Víctor junto al maestro Carlos Alberto García Moreno. Foto: gentileza Víctor Pintos.

RNB: ¿Notás que hay un cierto recambio generacional?

VP: “Sí. Hay gente que escribe, que habla y que piensa muy bien. Y que es joven. Hay otra gente que no. Siempre fue así”.

RNB: Ya pasó el tiempo de Los Twist, Vox Dei, Los Abuelos, Virus y tantas más, hoy suenan otras bandas, otras voces, ¿Hay alguna o algunas que te resulte particularmente interesante?

VP: “Sí, hay muchas. No sólo de rock, digo que en todos los géneros hay propuestas interesantes. Y particularmente celebro que los géneros hayan dejado de ser compartimentos estancos como en otro tiempo. Hay cosas de factura barata y fea, y otras muy interesantes. Hasta en los géneros más bastardeados”.

Víctor y Baglietto, Baglietto y Víctor. Foto: gentileza Víctor Pintos. Año: 1985.

RNB: ¿Sentís que el folklore, el tango u otros géneros, que supieron tener su esplendor hace no tanto tiempo atrás, pueden volver a ocupar roles protagónicos en términos de consumo?

VP: -“Sí, creo que sí. Pero es una apreciación optimista, no más. Creo que el consumo siempre lo tendrán quienes están apoyados por los medios de comunicación más importantes. Por ellos y por los algoritmos, que no saben de nuevas cosas, de cosas interesantes. Ya de por sí, que te consideren un producto es medio raro: No hablamos de productos, hablamos de músicos, de creadores. Lo que importa es que todos tengan para vivir. Ya sé que siempre habrá quienes ganen millones, pero deseo de corazón que nadie se muera de hambre por no resignarse a hacer algo que le parezca feo”.

Víctor junto al legendario B.B. King. Foto: gentileza Víctor Pintos. Año: 1990.

RNB: Escribiste varios libros, y para hacerlo dedicaste buena parte de tu vida profesional a seguir las carreras de próceres como Atahualpa Yupanqui o Tanguito, ¿Qué aprendizajes te dejó esa labor?

VP: “Me dejó mucho, pero antes quiero aclarar que esos artistas no son próceres. En la escuela nos enseñaron que próceres fueron San Martín y Belgrano, y nosotros después elegimos otros y descartamos a varios que no fueron tan importantes como ellos y tan buena gente y tan desprendidos. Hablando de esa cuestión, me parece increíble que en nuestro país todavía no existan la avenida Ernesto Guevara o la autopista Eva Perón o el puente Aníbal Troilo. Somos raros, todavía nos estamos peleando por cosas y por gente que no vimos ni de lejos”.

Un joven Víctor junto al Flaco. Foto: gentileza Víctor Pintos.

RNB: Te diste el lujo de haber entrevistado a leyendas como Charly, Mercedes Sosa, Keith Richards, Luis Alberto Spinetta o Gustavo Cerati; eso para cualquier otro podría haber sido motivo más que suficiente para bajar la persiana y emprender la retirada. ¿Qué te motiva a seguir?

VP: “Me motiva a seguir que siempre hay algo para hacer. Todavía no se ha contado todo de lo que pasó y no se cuenta lo que está pasando. Y no se habla tanto de lo que va a venir. Todo eso hay para hacer”.

RNB: ¿Cómo te llevás con el ego propio y el ajeno?

VP: “Con el ego propio me llevo a las piñas. Es un terco, no le podés dar ni un poquitito así de confianza que te puede chupar el cerebro y ahí cagaste. Pero lo mantengo a raya, creo. No está bueno creérsela. Con el ego ajeno me enojo y a veces me río, y sé que no alcanza. Pero bueno, la verdad es que muchas veces veo que ese terco gana por nocáut en otra gente, y me da un poco de pena”.

Víctor junto a Keith Richards, un entrevistado deluxe. Foto: gentileza Víctor Pintos.

RNB: Del entusiasmo por ganarte un lugar a escribir para los medios más importantes del país, casi sin escalas. Tuviste una carrera de película, ¿Sos consciente de eso? ¿Te lo pusiste a pensar?

VP: “Sí, mentiría si dijera que no y creo que no es lindo mentir. Digo que viví mucho. Viví 300 años pero que en noviembre cumpliré algunos menos. Y que viví cosas muy increíbles, y sé que mi vida es medio de película… pero real, no como la de Palito Ortega, que fue, según el cine de su momento, la de un pibe que había sido un changuito en Tucumán que llegó a Buenos Aires y empezó siendo vendedor de café en la puerta de los canales de televisión… El año pasado hice un libro que de alguna forma es una autobiografía, y un director de cine muy capo, se interesó en esa historia porque, me dijo, era una buena excusa para contar el mundo que llegué a conocer y que ya no existe. Ahí terminé de ver que mi vida es medio de película. Por ahí, con todas las licencias de relato que el guión pueda tomarse, un día termina siendo una película. Quién sabe”.

Víctor, Lalo de los Santos y Fito Páez. Foto: gentileza Víctor Pintos. Año: 1983.

RNB: ¿Qué te pasa cuando escuchás que “el periodismo debe ser objetivo”?

VP: “Me causa gracia escuchar eso. El periodismo nunca es objetivo, creo. Ahí está lo interesante. Sobre todo ahora, donde todo está en discusión. Ni siquiera la frase “la única verdad es la realidad”, tan inobjetable aquí durante tanto tiempo, sigue vigente. Porque cuál es la realidad, si yo puedo tener una y vos podés tener otra, y la otra persona puede tener y ver y vivir una realidad distinta. ¿Y cuál es “la” realidad, la de quién? Entonces, por traslación, no hay una sola verdad. Sí creo que hay verdades y mentiras. Digo yo. Vos podés pensar otra cosa y está bien. Entonces el periodista no es objetivo. El periodista debe ser sincero consigo mismo. Puede que no lo sea, claro: por ahí le pagan tanto como para comprarle su opinión y él acepta”.

RNB: Sos una persona inquieta con vasta experiencia en crear y difundir contenido audiovisual, ¿Dónde estás enfocando tus energías actualmente?

VP: “Creo que lo audiovisual es un terreno interesantísimo. Y atractivo para la gente de hoy. Ideas e imagen. Eso, eso. Me interesa también escribir, pero de puro cabezadura nomás, sé que no hay mucha gente que lea. Sé que suena aburrido para mucha gente. Creo también en que hay un mitad de camino muy interesante, que sería lo que hay entre escribir y mostrar en imagen: lo auditivo. Y ahí hay, creo, otro terreno lindísimo. La radio. Un programa de radio o los formatos que son similares. Como los podcasts. Creo, eso sí, que en algún momento recuperaremos el tiempo como para que no tengamos que pensar todo en la inmediatez y en lo dinámico por la dinámica nomás. Creo en los textos largos, en las notas largas, en los programas de radio largos y en las películas de más de una hora y media. Les tengo mucho respeto. Creo que en algún momento se revalorizará todo eso”.

Cuando una una imagen habla por sí sola. Foto: gentileza Víctor Pintos.

RNB: ¿Podés hablar sobre Recuentos? Es una autobiografía, básicamente. ¿Por qué la hiciste?

VP: “La hice porque mis hijos y mis amigos siempre me dijeron que alguna vez debía agrupar en un solo lugar todas las historias que solía contar, historias que estaban buenas y que nunca las había reunido. Entonces hice un recuento. Fue en el sentido de reunirlas en un lugar, en este caso un libro, y también en el sentido de contarlas de nuevo, no era contarlas por primera vez. Y también lo hice en el sentido de que como veo que están rebuenas, siento que son historias re-lindas, son re-historias. Son re-cuentos”.

RNB: ¿Hiciste tu autobiografía porque creés que sos alguien con una historia que debe ser contada?

VP: “No, mi historia es una de tantas. Hice una especie de Memorias tempranas, -digo tempranas porque estoy en actividad, todavía me quedan cosas por hacer y las que se dan, las voy haciendo- porque creo que no viví una sola vida, sino varias. También es una forma de decir gracias a la vida que me ha dado tanto”.

Admiración y respeto, Víctor y Mercedes Sosa. Foto: gentileza Víctor Pintos.

RNB: Tal vez esta entrevista llegue a manos de alguien que esté pensando en dedicarse al periodismo, ¿Qué consejo le darías?

VP: “En primer lugar le diría que yo escuché a fondo las primeras canciones de Moris, y que en una decía: -Amigo, te doy un consejo, aunque yo consejos no doy. Entonces no sé si está bueno aconsejar a alguien. Contaría, sí, que una vez soñé que estaba dando una charla ante un grupo de jóvenes en un lugar, no sé cuál, y que una chica me preguntaba: -¿Cómo se puede ser feliz? Mirá qué pregunta. Y yo, muy suelto de cuerpo, le contestaba: -Para ser feliz, primero tenés que ubicar algo que harías gratis toda la vida, por el solo gusto de hacerlo. Y después de que encontraste algo así, tenés que tratar de ganarte la vida haciéndolo… La respuesta me encantó, creo que es brillante. Solo que fue un sueño. No sé si despierto se me hubiera ocurrido”.

RNB: Aparte de ser un periodista especializado en música, Víctor Pintos es…

VP: “… un escuchador de discos”.