Rock

Pepsi Music 2011: Catadores de Pogo

Una entrada gratis a cambio de simular un pogo en la cancha de River no suena como una mala propuesta, ¿no? Y si a eso le sumamos que a la salida te regalaban un vaso de gaseosa y un turrón, automáticamente se transforma en la noche perfecta para los Internet-Adictos (y los que no tienen un peso más para invertir en recitales este año). Esos mismos que estaban en Facebook en el instante preciso en que el Pepsi Music 2011 anunció que necesitaba 500 copados que mandaran un mail con sus datos para participar del armado del escenario del show el jueves 15, a las 17:30. Los mismos 500 que cuando llegaron se dieron cuenta que no iban solo a ver cómo se levantaba la estructura metálica, sino que también participarían en lo que los organizadores llamaron “una prueba científica”. Hace más de un año, la Justicia Contravencional porteña había determinado que no podrían hacerse más shows masivos en el Estadio de River Plate porque se había comprobado la existencia de vibraciones en los edificios de la zona cada vez que había un reci pulenta. “Para mitigar y mejorar la situación”, decía el señor de traje que no dio su nombre, pero tenía una elegancia digna de abogado, con toques de organiza evento, “probaremos un cubre campo nuevo y su trabajo es repetir el pogo para que podamos registrar en el acelerómetro los niveles de los temblores, tanto acá como con un equipo que tenemos ubicado a cuatro cuadras, en un edificio”. “Es muy importante que traten de coordinar el salto”, sugería el señor de gris y corbata lila, parado sobre una tarima y haciendo uso de un micrófono de mano, mientras a sus espaldas decenas de varones levantaban la estructura del festival que abre el domingo con un show de los Red Hot Chili Peppers. Primero serían tres mediciones de dos minutos de salto cada una sobre pasto riverplatense, en lo que hoy cotiza como el sector de campo VIP. Luego, dos mediciones más, también de dos minutos, pero sobre un cubre campo en otra zona del estadio, también frente al escenario, saltando en algo así como una lona amortiguadora muy similar a colchonetas sobre el pasto. Coordinar el salto fue el trabajo más arduo que los voluntarios tuvimos que realizar. Primero con dos temas de Los Piojos, después con uno de los Peppers. Vaya a saber en qué mundo este señor vio que el pogo se hace con altura y velocidad sincronizada entre los presentes, pero así pretendía que sucediera esta vez: “¡Más alto!", gritaba, para después arremeter contra el sonidista: "¡Cambiá a un tema que permita un poco más de coordinación!”. Al caballero le ofuscaba que los voluntarios desoyeran su “ei, ei, ei” y saltaran cuando se les cantaba el ano. No es fácil querer domar al espíritu del pogo. Siete y diez de la tarde las mediciones terminaron y ya era tiempo de canjear el esfuerzo por las entradas prometidas. La sed competía con la ansiedad. “A la salida se toman toda la Coca”, prometió el microfoneado, que todos imaginamos habrá querido decir la Pepsi... “Elija su show, señor”, “primero decídase, después haga la fila, señorita”, una mesa llena de vasitos de gaseosa, manos acercando un turrón a cada uno y cajas colmadas de entradas para cualquier fecha del Pepsi Music 2011, a elección del participante. Todo por saltar un ratito. Así da gusto ser pobre.   Fotos: Julieta Arias

Una entrada gratis a cambio de simular un pogo en la cancha de River no suena como una mala propuesta, ¿no? Y si a eso le sumamos que a la salida te regalaban un vaso de gaseosa y un turrón, automáticamente se transforma en la noche perfecta para los Internet-Adictos (y los que no tienen un peso más para invertir en recitales este año). Esos mismos que estaban en Facebook en el instante preciso en que el Pepsi Music 2011 anunció que necesitaba 500 copados que mandaran un mail con sus datos para participar del armado del escenario del show el jueves 15, a las 17:30. Los mismos 500 que cuando llegaron se dieron cuenta que no iban solo a ver cómo se levantaba la estructura metálica, sino que también participarían en lo que los organizadores llamaron “una prueba científica”.

Hace más de un año, la Justicia Contravencional porteña había determinado que no podrían hacerse más shows masivos en el Estadio de River Plate porque se había comprobado la existencia de vibraciones en los edificios de la zona cada vez que había un reci pulenta. “Para mitigar y mejorar la situación”, decía el señor de traje que no dio su nombre, pero tenía una elegancia digna de abogado, con toques de organiza evento, “probaremos un cubre campo nuevo y su trabajo es repetir el pogo para que podamos registrar en el acelerómetro los niveles de los temblores, tanto acá como con un equipo que tenemos ubicado a cuatro cuadras, en un edificio”.

“Es muy importante que traten de coordinar el salto”, sugería el señor de gris y corbata lila, parado sobre una tarima y haciendo uso de un micrófono de mano, mientras a sus espaldas decenas de varones levantaban la estructura del festival que abre el domingo con un show de los Red Hot Chili Peppers. Primero serían tres mediciones de dos minutos de salto cada una sobre pasto riverplatense, en lo que hoy cotiza como el sector de campo VIP. Luego, dos mediciones más, también de dos minutos, pero sobre un cubre campo en otra zona del estadio, también frente al escenario, saltando en algo así como una lona amortiguadora muy similar a colchonetas sobre el pasto.

Coordinar el salto fue el trabajo más arduo que los voluntarios tuvimos que realizar. Primero con dos temas de Los Piojos, después con uno de los Peppers. Vaya a saber en qué mundo este señor vio que el pogo se hace con altura y velocidad sincronizada entre los presentes, pero así pretendía que sucediera esta vez: “¡Más alto!”, gritaba, para después arremeter contra el sonidista: “¡Cambiá a un tema que permita un poco más de coordinación!”. Al caballero le ofuscaba que los voluntarios desoyeran su “ei, ei, ei” y saltaran cuando se les cantaba el ano. No es fácil querer domar al espíritu del pogo.

Siete y diez de la tarde las mediciones terminaron y ya era tiempo de canjear el esfuerzo por las entradas prometidas. La sed competía con la ansiedad. “A la salida se toman toda la Coca”, prometió el microfoneado, que todos imaginamos habrá querido decir la Pepsi… “Elija su show, señor”, “primero decídase, después haga la fila, señorita”, una mesa llena de vasitos de gaseosa, manos acercando un turrón a cada uno y cajas colmadas de entradas para cualquier fecha del Pepsi Music 2011, a elección del participante. Todo por saltar un ratito. Así da gusto ser pobre.

 

Fotos: Julieta Arias