Allí va el Camaleón, atravesando la indómita selva, tratando de no ser cazado por todo lo que se cruza, predadores de varios tamaños, para algunos se convierte en una verde hoja, para otros en una piedra gris y así va, ese pequeño ser buscando sobrevivir, atravesar, continuar sin ser la presa de nadie, buscando ser él con sus habilidades, con sus miedos, con sus capacidades.
Pero un día el camaleón se esconderá tanto que no alcanzarán los ojos para encontrarlo, crecerá de tal manera que ni el árbol más grande podrá taparlo, un día el camaleón será el rey de esa selva, todos los que lo predaban caerán rendidos ante él, su reinado superará todo, llegará a la ciudad, se elevará al cielo y continuará por el espacio, nada será más real que su existencia y será lo que nadie esperaba de él.
Será un duque, un ser diferente, su existencia llenará otras existencias, las cambiará, serán otras a partir de su influjo, de su rayo, de su fuerza.
David Bowie era, es y será eso, un ser incapaz de mostrarse cómo era sin el arte cómo escudo, sin querer ponerse ninguna bandera al hombro, fue Ziggy Stardust y comandó a las arañas de Marte (The Spiders From Mars), fue Aladdin Sane con su llegada a Estados Unidos, John Lennon le tendió una alfombra roja y co-escribió con él “Fame” del disco “Young americans”. David seguía metido en un disfraz mientras el mundo lo aceptaba cómo un elegido destinado a cambiar la música para siempre.
Dueño de una particular voz, con un ojo de cada color, el pálido rubio de Londres atacó al mundo de la música sin ton ni son, camuflándose fue ganando en misterio y con talento supo introducir al mundo dentro de su mundo, sus puestas escénicas visuales acompañadas de marcadas tendencias experimentales matizadas con elegantes hits hicieron de él un artista maravilloso.
Pero su camaleónico paso por el mundo no toleraba tal aceptación, volvió a camuflarse y desconcertó a todos los que esperaban. Más y más hits, se unió Brian Eno y decidió sacar 3 discos en colaboración con él, la famosa “Trilogía de Berlín” marcó otro hito en su carrera, la de un músico capaz de doblarse hasta extremos impensados sin perder nada de su estilo característico.
Y Bowie un día decidió ser David Bowie. Atrás dejó los disfraces, los trajes y pasó a ser el Duque Blanco, uno de los más influyentes músicos de habla inglesa, sumido en su habitual elegancia detonó los tumultuosos 80 con su disco “Let’s dance” y marcó una época de trajes elegantes con remeras disonantes, su estilo marcó una época imposible de eludir.
De esas populares horas sale una colaboración con Queen (tal vez la banda más grande del mundo en ese momento) y su genial dúo con Freddie Mercury para componer y cantar “Under pressure”, uno de los temas más importantes de la historia del rock.
Los 90 no le sentaron nada mal al Duque Blanco, no necesito cambiar sus formas para seguir imponiéndose una y otra vez, ya con el cine en sus espaldas – fue protagonista de “El Ansia” siendo un taciturno vampiro y el rey de los gnomos en “Laberinto”- se lanzó a nuevos ritmos, incursionó en la música industrial re versionando de manera exquisita un sonido que iba haciéndose más denso con el paso del tiempo.
Las giras cesaron en 2003-2004(“Reality” era el disco en cuestión) y fue hasta el 2006 que se lo pudo ver en vivo, Bowie parecía estar encerrándose en un caparazón, alguna fugaz aparición (Cómo su papel de él mismo en “Zoolander”) y algunos comunicados para mostrar sus nuevos trabajos lo hicieron casi un Syd Barrett de la modernidad. Si bien su encierro no era total, su hermetismo parecía encontrarlo concentrado en el ocio creativo y su faceta de icono crecía más al ritmo de Nick Cave que al de Michael Jackson. La estrella decidía guardarse su vida para él.
Fue así que hubo que esperar más de una década para escuchar, primero, “The Next Day”, y luego, en 2016, su nuevo disco llamado “Blackstar”, editado en 2016 3 días antes de su muerte.
Se fue el icono más importante de la música inglesa desde la aparición de The Beatles, el irreverente que no negoció ningún estandarte de su obra y logró vender 136 millones de discos. Fue muchas personas en una y hasta lo acusaron de ser homosexual solo por lucir de manera andrógina, nunca le importó el que dirán, su estela marcó a varias generaciones de rockeros, inclusive llegó a influenciar a quienes lo influenciaron, fue contemporáneo de los más grandes y siempre su estilo pesó más.
Un 10 de Enero de 2016 dejó de existir, una enfermedad cruel y malvada acabó con su existencia en este mundo, o no, le pido a los dioses o a la fuerza en la creo que solo sea un juego más del Camaleón, que haya adoptado una forma más para que no podamos verlo, cazarlo, capturarlo o emularlo. Ojalá sea cómo Major Tom y haya emprendido un viaje hacia la nada, espero sea cómo decía en una de sus ultimas canciones llamada “Lazarus” del disco “Blackstar”: “Mirá acá arriba, estoy en el cielo” y si él lo dice, ¿quién soy yo para porfiarlo?.
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