Se volvió a cumplir la profecía maligna del tiempo, esa que sentencian en voz baja algunos mientras miran para abajo cerrando los ojos: “Si pasó tanto tiempo es posible que ya esté muerta”. Su nombre era tendencia en twitter esta mañana y el sabor del café ya no era el mismo. Araceli Fulles apenas pasaba la segunda década de su vida cuando salía de un asado en el barrio Lanzone perteneciente a Villa Ballester el 2 de Abril. Horas más tarde le mandó un Whatsapp a su madre pidiéndole que ponga el agua para el mate. Nunca se supo si fue ella quien lo escribió. Los restos de Araceli Fulles fueron hallados en una casa de José L. Suarez durante la tarde de ayer al cabo de un allanamiento en la vivienda ubicada en Alfonsina Storni al 4400.
Hablemos de números:
Sin entrar en el 2017 La Casa del Encuentro, espacio feminista, social y cultural, revela que se registraron 2384 femicidios desde el 2008 hasta el 2016.
Año 2008 = 208 femicidios y 11 femicidios “vinculados” de hombres y niños.
Año 2009 = 231 femicidios y 16 femicidios “vinculados” de hombres y niños.
Año 2010 = 260 femicidios y 15 femicidios “vinculados” de hombres y niños.
Año 2011 = 282 femicidios y 29 femicidios “vinculados” de hombres y niños.
Año 2012 = 255 femicidios y 24 femicidios “vinculados” de hombres y niños.
Año 2013 = 295 femicidios y 39 femicidios “vinculados” de hombres y niños.
Año 2014 = 277 femicidios y 29 femicidios “vinculados” de hombres y niños.
Año 2015 = 286 femicidios y 42 femicidios “vinculados” de hombres y niños.
Año 2016 = 290 femicidios y 42 femicidios “vinculados” de hombres y niños.
Al igual que Araceli, alrededor de 280 mujeres en Argentina pierden la vida en manos de un “macho”. En un año casi 300 de ellas dejarán de respirar, dejarán de escuchar sus discos preferidos, de mirar televisión, de ir a trabajar, no le darán un abrazo a su hijo antes de dormir ni morderán los labios de sus parejas, no reirán ebrias entre amigas en un bar ni se partirán la cabeza solas en un banquito de la universidad tratando de terminal ese maldito final que hace bastante venían preparando. Realizaremos un breve recorrido histórico para dilucidar el rol de la mujer en diferentes aspectos socio-culturales y entender por qué se lucha por la memoria de Araceli Fulles y por #NiUnaMenos.
Los medios y la mujer:
A priori es menester reconocer nuestro papel de manera individual en una sociedad para luego diferenciar la agresión simbólica que se da constantemente en todos los medios de difusión que atraviesan el día a día. El papel que desarrolla la mujer debe entenderse y pensarse para comprenderse más:
El Proyecto de Monitoreo Global de Medios publicó desde 1995 cinco informes sobre la representación de la mujer en las noticias, tanto como protagonistas de la historia, como autoras o editoras de las mismas. En el 2015 las mujeres fueron el 24% de las personas sobre las que se informó en la prensa escrita, televisión y radio, la misma cifra que hace cinco años atrás. En política el número se reduce a un 16%, lo que revela que los medios suelen recurrir a las mujeres más por su testimonio que por su cargo o profesión.
Carolina Marques de Mesquita, cursante del segundo estudio en Ciencias Políticas en la Universidad de Arizona, colaboró con la Iniciativa Global por la Paridad de Género elaborando un estudio sobre cómo los medios representan a las mujeres en diferentes zonas conflictivas. Marques comparó informaciones de distintos periódicos de Estados Unidos con un elemento en común: la construcción de las mujeres como víctimas perpetuas y no como actores activos. Según sus conclusiones, sólo el 5% de los artículos del Washington Post estudiados las presentan como activistas, políticas, sindicalistas o defensoras de los derechos humanos. Es más, en ninguno de ellos se hace referencia a su rol como constructoras de paz.
La guerra y la mujer:
¿Podrá considerarse heroínas a las mujeres que sobrevivieron al cautiverio? ¿Perciben las mujeres el conflicto del mismo modo que los hombres?
Si bien en varias naciones las mujeres son avaladas para llevar a cabo acciones militares, el definir y defender la seguridad del Estado sigue siendo trabajo de hombre. Desde las neblinas de la historia, el combate bélico representó las más altas aspiraciones de los hombres pertenecientes a las élites políticas y socio-culturales, asociándose, tanto hace siglos como en la actualidad, con valores masculinos como la fuerza física, el honor o el coraje. En la antigua Grecia era un requisito el entrenamiento militar para alcanzar la verdadera madurez masculina y en otras sociedades los hombres que no querían luchar eran clasificados como “Mujeres”. Sacrificar la vida por la patria era, y es, considerado la forma más noble y alta de patriotismo, mientras que el temor o la negativa a participar del combate se consideraba un acto de debilidad que hacía que “el hombre fuera menos macho de lo que debería ser”.
La mujer ha llegado a ser representada como botín de guerra, pues se les consideraba como de la propiedad del hombre y así, la violación como arma de guerra era percibida como un ataque al estado masculino, y no a la mujer en sí misma. La violación parece haber sido utilizada como táctica de guerra para la humillación y la desmoralización del enemigo. Un claro ejemplo de violaciones a mujeres en guerras fue las que se dieron en la primavera de 1945 por el Ejército Rojo a medida que avanzaba en las ciudades Alemanas o el uso de la violación como táctica de guerra por los soldados Serbios y Croatas durante el conflicto de los Balcanes o, sin irnos tan lejos, por soldados estadounidenses a prisioneros de guerra iraquíes.
La acción femenina en los campos de guerra nunca fue mayoría y para ello podemos tomar el ejemplo Ruso en la Primera Guerra Mundial cuando planteó una serie de “Batallones de mujeres” con Bochkareva a la cabeza que fueron disueltos antes del final del año. En la Segunda Guerra Mundial las principales naciones invitaron a sus mujeres a vestir el uniforme aunque la mayoría ejercía servicios de enfermería, administrativas o de apoyo. De esta manera si pensar a la mujer en la vanguardia de una batalla resulta difícil mucho más lo sería imaginarlas como jefas de la CIA o del Comando Aéreo Estratégico ya que son los hombres quienes dirigían los ejércitos y hoy siguen siendo predominantemente ellos quienes lideran las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia. En la minoría de los casos las mujeres han sido empleadas como espías capaces de engañar a los hombres mediante el uso de favores sexuales. Margaretha Geertruida Zelle, más conocida como Mata Hari, famosa bailarina, actriz y espía, fue condenada a muerte por espionaje y ejecutada por fusilamiento en 1917, durante la I Guerra Mundial.
Cartel propagandístico de la II Guerra Mundial.
No es accidental la construcción de un Estado de seguridad masculino ya que requiere, por una parte, la voluntad del hombre para ganarse su credencial de virilidad a través del alistamiento como soldados, y que las mujeres acepten la maternidad, el matrimonio y la sumisión. De esta manera se puede entender por qué a pesar de que las mujeres en la segunda parte del siglo XX se integraban a la mayoría de las instituciones del estado, el ejército y la guerra siguieron en poder exclusivo de hombres. Esta estructura favorable al hombre no sólo atraviesa al poder coercitivo del Estado sino también al poder económico, político y comunicacional, tanto en Oriente como en Occidente.
Delimitar y denunciar esta línea que ahoga a las mujeres desde antaño es obligación de todos quienes poseen voz, por rigor periodístico o deber ciudadano-judicial para que el dolor por Araceli Fulles, Micaela García o Lucía Pérez no se vuelva a repetir en otra familia. La mayoría de las personas que nos rodean añoran un mundo sostenible y equitativo pero para llegar a eso primero debemos creer con firmeza que la construcción de una tierra justa e igualitaria presupone la inclusión en dicho proceso a la mitad de la población mundial, las mujeres, heterogéneas, diversas, libres. Las mujeres bellas y fuertes.
Por Matías Montenegro.
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