J.K. Rowling lo hizo de nuevo. Después de publicar una novela dramática y algunas historias policiales (estas últimas bajo un seudónimo), la autora volvió a sorprender. Junto al director teatral John Tiffany y al dramaturgo Jack Thorne publicó un nuevo libro sobre, a esta altura, el mago más famoso de todos los tiempos: Harry Potter y el Legado Maldito.
Los seguidores más acérrimos de esta historia la comenzaron como niños a fines de los 90s y la terminaron como adolescentes en 2008. Por lo tanto, casi diez años después, estos ex-niños están en sus veinti tantos. A ellos está orientada la trama, que comienza con un Harry de 36 años (19 después de “Las Reliquias de la Muerte”) enfrentándose a uno de los enigmas más profundos del ser humano: la paternidad. Si bien el protagonista explícito de la obra es Albus Severus Potter, hijo de Harry, la relación entre ellos es el núcleo de la historia.
Dicho esto, la historia tiene – como todas – puntos fuertes y otros que no lo son tanto. Por suerte, prevalecen los primeros. Entre ellos, puede destacarse la construcción de los nuevos personajes y su relación con los viejos. Los hijos son realmente los que llevan la trama y son personajes sólidos. Otro punto fuerte es la historia en sí misma: al leerla, uno siente que no podría haberse pensado mejor, sobre todo al llegar a la escena de clímax. Enorme lo de Rowling ahí.
Entre los puntos menos robustos, aparecen las referencias permanentes a las historias previas. Está claro que muchas son guiños – y dignos de celebrarse – pero otras son parte importante del guión, y quizás podía haberse resuelto eso de otro modo.
Además, el formato de obra de teatro, si bien apasionante, no es el que mejor le sienta a los voraces lectores de Harry Potter, porque la historia se devora aún más rápido que las otras y se siente más que nunca esa sensación de carencia al terminarla. Ese sentimiento se hace más profundo porque Rowling confirmó que este libro será el último (aunque nunca se sabe). Además, se pierde riqueza en las descripciones. Quizás, por esto hubiera sido mejor una novela que luego se adaptara al teatro.
¿Y entonces? ¿Es recomendable leerlo o no? Si te gusta Harry Potter, leelo. Sin dudas. Y no dejes que te spoileen antes. El libro tiene la misma magia que las siete historias anteriores, las emociones que genera al lector son idénticas y ese es el punto fundamental. Además, el crecimiento de los ahora adultos Harry y compañia acompaña – como siempre – el de sus lectores, por lo que el logro de esa empatía es aun más relevante. No te lo pierdas: la saga ahora tiene ocho partes.
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