Género

#8M: la música y sus distintas subjetividades

Intentamos entender el por qué de la poca presencia femenina en el vasto universo musical. Los motivos pueden estar más claros de lo que creemos.

¿Por qué si el arte es algo tan subjetivo y tan personal se debe incluir dentro de la brecha de género que vivimos día a día? Se cree que si la expresión artística te llega, te atraviesa, no importa de parte de quien viene, se asimila y se disfruta más allá de si es una banda, solista, hombre o mujer. Pero la realidad es otra, los índices dicen todo lo contrario, y quizás analizando y pensando, los motivos los tengamos al alcance de la mano.

Un informe de StubHub, una plataforma de venta de entradas internacional, muestra a partir de la presencia de mujeres y hombres solistas las diferencias que hay de representatividad en los diferentes puntos claves y necesarios para que cualquier artista trascienda: la venta de entradas y su posición en los rankings de los servicios de streaming musicales.

En el top 50 de StubHub que refiere a la cantidad de tickets vendidos, 22% son mujeres mientras que el 78% hombres. También los hombres ganaron muchas más categorías en los Grammys durante las últimas tres ediciones, con 72% de ganadores hombres y 28% de mujeres. Y además en donde se nota esto es en el Top 50 Global de Spotify, quizás la plataforma más famosa de todas, que está conformado por 80% de hombres y sólo 20% de mujeres.

¿Pero como es posible esto? Si las mujeres en la música mundial pisan fuerte desde siempre “Who run the world? girls!” dice una canción icónica, y así la realidad parece otra. Pero en la música aunque tenemos a la reina del pop en Madonna, a la princesa Britney Spears, y las multifacéticas y reconocidas mundialmente Lady Gaga y Beyoncé, y eso tan solo en esta década, no se cumple para nada ese concepto.

Las artistas generan devoción en sus fans, que se expresan y defienden a su ídola en cada red social cuanto sea necesario, generan idolatría cuando gracias a su exposición logran dar un mensaje diferente con su música o en declaraciones en entrevistas. Entonces mucho no se entiende que no tengan tanto reconocimiento, quizás la diferencia más importante tenga que ver con la siempre presente diferencia de criterios, esa valoración dispar que nos rodea constantemente. Sí, parece que el universo musical no escapa de esto aunque creamos lo contrario.

Muestra de que la popularidad de las mujeres más reconocidas no se traduce en presencia a nivel global.

Invito a cada persona que lea esto a pensar un minuto qué esperan de una cantante cuando lanza un disco, o algún nuevo tema con su video. ¿Acaso no es un comentario muy común que X está copiando a Y, que ya hizo el mismo plano en un video del año 2015 cuando todavía no se usaba ese enfoque? por ejemplo, o que la letra no tiene contenido y solo está hecha para que la artista muestre su cuerpo de manera provocadora y cuasi depravada para el ojo del espectador promedio. Y ni hablar de esos expertos en la materia que afirman que esa cantante hace playback y que no es más que un producto comercial que tiene que agradecer estar donde está, “robándole” a la gente que piensa que es talentosa, ese nivel de verdad absoluta y despectiva es algo muy habitual de leer.

Hagamos mea culpa, esos comentarios son moneda corriente en cada intento de salir del molde, o simplemente de querer hacer música cuando se es mujer y cantante.

A la mujer siempre se le exige algo extra que no tiene nada que ver con lo artístico, importa mucho su look, su aspecto, su forma de mostrarse ante todos y como cuenta su historia con su música. Importa con cuantos hombres sale o deja de salir, importa ver si en Instagram subió una foto desubicada o que atenta contra lo que el espectador crítico espera y exige de ella.  Si llegó lejos “algún favor hizo”, si hace pop “copia a las yankees”, y así podemos seguir ad eternum.

 Ahora bien, con toda sinceridad, ¿creen que los cantantes masculinos tienen que pasar todas esas barreras de opinión y prejuicio al mismo nivel que una mujer? La respuesta creo que se presenta por sí sola, al hombre que hace música no le juzgan sus trabajos mirando si otro ya hizo lo mismo, tampoco tiene que rendir mucha cuenta de la letra del tema, porque si es pegadizo más allá de lo que diga, ya tiene hecha la mitad del camino al hit, y si además es uno de los que sabe bailar, ya tiene a todos en un bolsillo. No importa su vida privada por demás, menos si tiene llegada lo que hace y mucho menos se duda de cómo es que logró llegar a ser reconocido, ¿se les achaca el playback? tampoco, si tienen buena voz y carisma ya tienen grandes chances de trascender.

Pero todo eso es para ellos, tener buena voz o ser talentosa en lo que hace, es a lo que menos se le presta atención cuando hablamos de artistas femeninas, claro que suma que cante bien, pero de todas formas termina siendo accesorio ante tanto juicio de valor y estética que atraviesa antes de finalmente ser juzgada por lo que debería ser desde un principio, su trabajo.

De manera que si tenemos en cuenta estos atenuantes, ya no parece tan extraño que la diferencia sea tan grande. Por ejemplo, piensen cuántos hombres que conocen escuchan solistas femeninas por gusto, defendiendo que le gusta y no aduciendo que es consumo irónico o lo que encuentre como excusa para no quedar como que escucha una música, para ellos vacía de contenido, sólo por el hecho de ser hecha por una mujer.

Deben haber varones que escuchen esa música, claro, pero no son mayoría y la brecha sigue estando ahí. Por el contrario todo el mundo escucha sin problemas una gran variedad de intérpretes masculinos y ahí no existe ningún tipo de pero, si te gusta su música y te transmite algo, lo escuchás, algo tan simple que se vuelve tanto más complejo cuando otras cuestiones que no hacen al arte entran en juego.

La idea es entender un poco de dónde viene la cuestión, deconstruir, esa palabra que tenemos cada vez más presente, que la preferencia en la música por unos u otras no es porque no haya tantas bandas o mujeres interesantes como para ser parte de grillas de festivales como nos quieren hacer creer, si no que esas artistas emergentes, y hasta las más populares del mundo, para llegar ahí tienen mil prejuicios ajenos que derribar, y mientras intentan llegar y lograr esa aceptación, la escena se va llenando de grandes artistas hombres que ocupan todos esos lugares.

Claro que con esa mecánica no habrá espacio para que la diversidad se implemente. Aclarando que este análisis no es en demérito del músico ni mucho menos, es para entender que tienen el camino más allanado y que ahí radica el orígen de la falta de paridad. Que la vemos en los números y también cuando miramos en nuestro entorno o en redes sociales, y vemos cómo se recibe la música dependiendo de quién viene, porque aunque la expresión artística como tal es lo que es y lo que te gusta no tiene demasiado de racional, cuando se escucha por primera vez a una mujer, lo subjetivo y hermoso del arte, se vuelve puro prejuicio.

Tanto que la cualidad de la música como ente subjetivo y libre de interpretaciones externas se pierde por completo. Quizás el cambio que vemos tan lejano, empieza por casa, dejando de lado los pre conceptos, permitiendo simplemente que la música nos hable sin analizarlo demasiado. Y así seguramente cada vez haya más espacio para las voces femeninas que tienen mucho que contar y con talento de sobra. Porque es hora de que el mundo de la música realmente sea “dominado” por ellas, al menos haciéndolas parte, que ya sería un gran comienzo.

Foto portada: Playbuzz

Fuente: stubhub.com.ar