El peligro que supone el regreso de una banda con historia es que aquellos tiempos dorados no puedan trasladarse hasta el presente. Que el revival sea algo pasajero, y que la adrenalina tenga un pico y caiga estrepitosamente.
Si bien cada músico y grupo es un mundo aparte, varios ejemplos a lo largo de los 50 años de rock han dado cuenta de que el temor no es infundado sino más bien lógico ante toda la parafernalia del rock, el mercado y las ganas de mantener un usufructo con “remakes” mal hechas. Turf comenzó su segunda parte hace ya dos años y medio, pero la competencia del mainstream, con tantas propuestas habidas y por haber, los ponen entre público y crítica en constante evaluación.
Inconsciente de estas pruebas (afortunadamente), el quinteto salió a escena, rockeó sin preocupaciones y mantiene un “sobresaliente” en este asunto de las artes vivas.
“No necesito darte explicación busco las cosas que dan placer”. “Panorama” – Turf
Pasadas las 22 horas, y a sala llena, Joaquín Levinton, Leandro Lopatín, Fernando Caloia, Nicolás Ottavianelli y Carlos Tapia salieron a escena y comenzaron su show con el clásico “Panorama”.
Humo artificial, sudor de público y mucho pogo para este primer show nocturno en mucho tiempo -tocaron en el Lollapalooza 2017 por la tarde-. El segundo fue “Tarjeta postal”, que sumaba porotos para los “old school” pues ambos temas pertenecen a Una pila de vida, primer disco de la agrupación y de alguna manera proponía implícitamente un concepto de repaso de carrera. Mera felicidad de unos músicos que estaban al palo tocando lo que hace mucho querían volver a tocar y ofrecer a miles que respondían cantando y bailando al ritmo de las circunstancias.
Embebiéndose en las aguas del Brit Pop, la guitarra enrulada y la pandereta de “Siempre libre” con cantito canchero mantuvieron el gancho invisible pero palpable entre audiencia y Levinton, como siempre con su carisma único.
“Le das la vuelta al mundo, en solo dos segundos”. “No se llama amor” – Turf
Aparecieron los vientos y la gente comenzó a sospechar que se venía un clásico. El piano con swing de “No se llama amor” llevó la batuta y en el campo se escuchaba el coro cantado de la melodía. Las más agradecidas eran las chicas bien arregladitas que comenzaron a bailarlo como si se acabara el mundo. “Un fuerte aplauso porque hoy cumple 20 años…” dijo con suspenso alguien en escena, y el cantante completó “¡Joaquín Levinton!”, generando el aplauso a sí mismo. Joaquín estuvo de muy buen humor toda la noche y no paró de tirar chistes.
En esa atmósfera arengó “las manos de todos los negros arriba”, bien a lo Pablo Lescano, cuando comenzaba a sonar “Cuatro personalidades” y la fiesta se hacía cada vez más grande. Turf parece oscilar perfectamente entre lo que el público quiere y lo que se les canta a ellos, como si se tratara de una misma cosa y el equilibrio esté consolidado por la casualidad del hacer y el escuchar hermanado.
“Como el flautista de Hamelin tenia su flauta, yo tengo un émbolo”, quiso mostrar su gracia el líder frente al micrófono. El émbolo es un raro pero simple instrumento con el cual se va de sonidos graves a agudos por una pajilla en uno de los extremos. “A ver si pueden repetir lo que hago”, decía mientras la gente aguardaba en silencio y silbaba en los mismos tonos que él. Tras esa destreza, era momento de “Casanova” (tercero del debut discográfico) y nuevamente los coros con “uoooo” de sus partes principales. “Kurt Cobain”, primer tema que dieron a conocer tras su reunión, ya caló en los corazones de los fans, pues como séptimo tema de la lista, fue ovacionado y ya amaga con proyección de nuevo clásico.
“En la oscuridad somos todos iguales, pero a la luz del sol, somos impresentables”. “Desconocidos” – Turf
“No aguantábamos más las ganas de tocar. Si lo perdiste, shhh”, dijo Levinton viendo una cancha cerrada en la que no entraba ni un alma más. Tras la tribuneada, anunció que era tiempo de tocar temas nuevos y que esperaba que sean tolerantes porque “pueden salir muy mal”. La presentación en sociedad fue para “Desconocidos”, con un canto-rapeo y un estribillo que sale para tatuaje: “En la oscuridad somos todos iguales, pero a la luz del sol, somos impresentables”. Turf es noche y fiesta. Sabiéndose monstruo, el tema cierra con mensaje: “A la luz del sol mostrate sin tu disfraz”.
“Eclipse” de aires electro pop muy sosegado, mantiene esa dualidad de diurno/nocturno con el rezo “No tengo miedo a la luna, no tengo miedo al sol”.
“Otra nueva. Banquenselá porque… banquenselá” (sic) insistía Joaquín provocando la carcajada de los presentes. El segundo estreno fue “Porque te quiero”, rockera, melosa y con arreglos de viento, que paradójicamente tiene una letra que habla del momento de la banda: “Pasado, presente y futuro, en un mismo momento”. De donde viene, en donde se posiciona hoy y hacia adonde apunta Turf, todo junto se vivía en la noche de Niceto.
En ese instintivo proceso metacognitivo con el cual hablan de sí mismos, mantuvieron el clima con “Magia blanca”, clásico que no necesita explicación porque a pesar de hablar de amor romántico, se infiere esa pasión simbiótica de músico-fan que funciona como droga para ambos actores.
“Esa luz” bajó los decibeles, y “Chicas malas” volvió a subirlos al taco. “Vade retro” trajo el aire más rolinga que el grupo puede generar.
Con trompetas y saxo al frente largó “Loco un poco”, mientras Levinton incitaba a que todos disfruten. Allí estaría haciendo coros el único invitado de la noche, el cantante de indie Simón Poxyran. Para el falso final, dejaron otro de los adelantos conocidos de su nuevo disco, “La canción del supermercado”, con un final a capella en el que el vocalista continuó cantando aún fuera del escenario.
“Libertad, frenesí, do-re-mi-fa-sol-la-si, eso es el amor para mí…” “Yo no me quiero casar, ¿y ud?” – Turf
Al regreso, concluyendo el concierto, Levinton arremetió con “Amor clasificado”. Sí, aquel clásico de Rodrigo que sea cual sea tu género de música preferido, es imbatible e imposible no cantarlo.
“Ese momento en que todo comienza de vuelta”, explicar Turf en una línea de “Pasos al costado”, canción que provocó un momento emotivo como cada vez que suena. Un re-comienzo, una reconciliación, una nueva oportunidad.
“Hasta que no estén todos haciendo palmas no empezamos”, amenazaba desde arriba a los de abajo el gigante petiso que vocaliza. Gritando, sin dejar de hablar un minuto, Joaquín es además de cantante, el animador que cualquiera quisiera que alegrara sus días.
“Hagan un círculo. Más grande que el del Indio. Que el de la vela. Que el de La Beriso…” decía antes de largar con “Yo no me quiero casar, ¿y ud?”, himno de libertad, frenesí y do re mi fa sol la si que impuso el quinteto porteño en la historia del rock nacional, tras los acordes y la distorsiones finales, se despidieron: “Somos, Turf, gracias. La mejor banda del rock and roll”. Ellos lo creen así, y si es su motor para seguir dando esta clase de shows, que así sea.
Fotos gentileza: Julieta Marilyn Fotografía
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