Tras más de 50 días de cuarentena –y un futuro incierto para los trabajadores de la música-, los artistas buscan nuevas alternativas para mantenerse en escena. A través de lo que ella denominó “Lucero Fest”, Silvina Moreno sigue la línea de sus colegas y dio su primer show vía streaming. El concierto, con entrada paga y a beneficio para el comedor El Lucero, se pudo ver el lunes pasado desde la plataforma Ticket Hoy.


“No hay nada mejor que casa”, cantaba Cerati con Soda Stereo. Esa frase, erigida en los ’90, puede explicar un poco el show íntimo de Silvina Moreno. Aunque el principal espacio de contacto entre los músicos y su público sea en un escenario, la cantante se muestra más fresca, desenvuelta y conectada con las canciones. No tiene miedo en improvisar o probar los acordes antes de tocar. Desde la comodidad hogareña, ella está enlazada con su música. “Es muy loco dar un concierto así. En vivo estoy acostumbrada a mirar, pero como no puedo, estoy más concentrada en cómo suena”, dice al pasar.

Silvina está desde su terraza. Las plantas y las luces navideñas decoran al ambiente simplista. También, la acompañan su guitarra y un ronroco (un charango, pero más grande) que compró en Nairobi.  Después de una carcajada, da comienzo con “Si desafino”, “Esperanza” y “Ya llegó el calor”. Entre canciones, hace breves comentarios sobre sus historias y también lee los mensajes del público, que a pesar de no estar presente físicamente, se hace notar de manera virtual.

Desde la computadora, quienes compraron su entrada pueden ver el show y también interactuar en el chat que está al costado derecho del streaming. Ahí escriben las letras de las canciones, simulando estar en un concierto en vivo; piden saludos y cuentan sus propias experiencias. “Este es mi primer recital”, “te descubrimos en un viaje en la ruta y fuiste nuestra compañera en cada travesía” y “llegaste a Neuquén” fueron algunos de los comentarios que quedaron plasmados en el vivo.

También, aparte de generar lazos solidarios desde la música, este tipo de shows permiten llegar a un público que, por razones económicas, no siempre se puede. Muchos de los comentarios son de provincias lejanas como Mendoza o Santa Cruz, o hasta también de otros países como España.

La noche continúa con “Caja flotante”, “Luminosidad” y “Ya lo entendí”. Espontanea, le ofrece –sin haberlo premeditado- un su público una canción nueva. Con el pacto de no grabar ni difundirla, Silvina toca unos breves arpegios que anteceden a este tema “borrador” y comenta: “Esta canción es en honor a muchas mujeres que admiro, pero especialmente es para mi hermana, la médica que tuvo coronavirus. Victoria estuvo trabajando sin parar en medio de esta pandemia. Contagio a toda su familia, pero dentro e todo safaron. Ella es un gran ejemplo, una heroína total. Fue mi gran musa”.

Me relajé. Acá desde mi terracita y me contagié de su energía”, dice Silvina cerca del final. Ya casi a las 23 –luego de una hora de música-, se deja llevar por las sugerencias del público y hace versiones breves de “Faro”, “Será una estupidez” y “La despedida”. “Yo soy optimista de que vamos a salir de esto. Con aprendizaje seguro”, agrega antes de “Cuidame”, que es la encargada de darle cierre a un show atípico, íntimo, hogareño y distinto. Los ladridos de los perros vecinos y el sonido del viento condimentan y embellecen, de cierto modo, el contexto. En tiempos de aislamiento, la tecnología puede servir, no solamente para unir lazos entre los artistas y su público, sino también para que la música sea un intermediario para colaborar con los espacios menos vulnerables.