Estaba pronosticado tormentas eléctricas para el 26 de febrero en Santa María de Punilla. Pero ese sábado, desde las primeras horas, el aguante de la familia renga,le volvía a dar color a las sierras. Cuanto más cerca del predio, el paisaje en las inmediaciones devolvía olor a asado y a chori, sonidos de guitarras, bombos con platillo, y voces a punto de quebrar cantando y cantando. También, algún fulbito y sonrisas por doquier. La familia; los amigos; los rituales; los reencuentros.
Por fin “Chizzo”, “Tete”, “Tanque”, “Manu” y “Las Cucarachas de Bronce”, La Renga, pudieron volver a rugir. La localidad de Santa María de Punilla fue testigo justamente de eso: de un folklore que viene de hace años, de un banquete que ningún palo en la rueda podía detener.
Desde temprana hora había buena movida, era de esperarse. Ya durante los días previos, de a poco, comenzaban a llegar esos seguidores que no querían perderse ni un minuto de la previa. La mañana del sábado se potenció y la mesa estaba servida.
El tiempo dio una mano, parecía estar al tanto de todo lo que venía sucediendo y lo que allí, en Santa María de Punilla, ya era un hecho. El operativo de seguridad fue, en líneas generales, muy grande y óptimo. La gente pudo transitar las calles con tranquilidad y brindar a gusto (se podía tomar en vía pública).
Estaban también aquellos que no tenían entradas, algo que no iba a estar permitido, pero que a la vez –como era de suponer- sería imposible de controlar. Así que se puso a la venta un remanente de entradas.
Las puertas se abrieron alrededor de las 17:00 hs, y el predio que estaba cercado unos cuántos kilómetros antes del ingreso. El atardecer caía y las bandas soportes locales comenzaron a copar el escenario para hacer la espera más amena. Tismo Rock y Las Hijas de Piaf, ambas bandas lideradas por mujeres, siendo este un fiel reflejo de la actualidad que vive nuestra música: Feminidades ganando el merecido lugar en la escena. La grilla se completó con Ciclonautas y Willy Quiroga, bajista, cantante y miembro fundador de Vox Dei.
Todas ellas deleitaron al público presente y estuvieron más que a la altura para dejar las tablas calientes y la energía a flor de piel para la frutilla del postre.
Cayó la noche y la bestia rock salió a rugir
Cerca de las 22:30 horas ya se avizoraba que saldrían en cualquier momento a escena. Así fue, con la clásica introducción de apertura que empalmaron con “Buena Pipa” y “Parece Un Caso Perdido”, dos canciones de su último material discográfico. El predio estaba repleto (con entradas agotadas), y esa tradicional combinación entre alegría y emoción del público renguero, más latente que nunca.
Más aún, ante un show tan ansiado luego de más de 4 años sin tocar. “A La Carga Mi Rock And Roll”, “Tripa y Corazón”, “Flecha En La Clave”, “Motoralmaisangre” y “Nómades”, seguirían luego de comenzar. La lista fue marcadamente variada, entre las canciones de ayer y hoy, sumando un total de 29 temas.
Mientras el cielo nos seguía regalando una noche increíble, las emociones seguían sumándose entre canción y canción. “Chizzo”, feliz y agradecido por lo que estaba sucediendo, dio la bienvenida, los agradecimientos y siguió con “Para Que Yo Pueda Ver”, “Cuando Vendrán”, “Bien Alto”, “En El Baldío”, “Alejado De La Red” y “El Twist Del Pibe”. Quedaba un buen rato, el repertorio no había siquiera llegado a la mitad aún, y el clima de pura festividad sería imposible de detener.
Entre la fuerza y adrenalina de la banda, y la pasión y el frenesí de una familia que tiene cultura del aguante histórico, realmente daba la sensación que el show se escuchaba hasta el último planeta del sistema solar. Las imágenes que más conmovían en el campo eran, las del pogo de cientos de amigos abrazados cantando desde lo más profundo, y las dos generaciones, padres e hijos, agitando en complicidad. Párrafo aparte, para las banderas y trapos colgados y agitándose de lado a lado, con los nombres de cada rincón del país.
“Llego La hora”, “El Rito De Los Corazones Sangrando”, “El Que Me Lleva”, “Canibalismo Galáctico”, “En Bicicleta”, “Al Que Ha Sangrado”, “Elefantes Pogueando” y “Arte Infernal” continuarían dentro del repertorio, subiendo la intensidad con canciones de mayor agite y fuerte rugido en la potente voz de Gustavo Nápoli.
Luego, el turno de introducirse en clásicos que disparan directamente hacia a las emociones y sensaciones de los fans, de esos que hablan de la vida misma, tales como “Oportunidad Oportuna”, “La Razón Que Te Demora” y “El Final Es Donde Partí”.
Momento de pausa, momento de tomarse un respiro. El cielo seguía regalándonos un nochón. “Viva Pappo” sonaría al regresar la banda para homenajear a Norberto “Pappo” Napolitano con un invitado de lujo: “Miyo” Miglioranza; para luego darle paso “Panic Show”, “Oscuro Diamante”, “El Viento Que Todo Empuja” y, como siempre, hablando…. “Hablando De La Libertad” para el cierre, esa libertad la cual estamos recuperando, de a poco, pero a pasos firmes.
Ahora sí, después de dos años de pandemia y encierro, el reencuentro que sabíamos que necesitábamos. Y un “Chizzo” que habló de la guerra, de la paz, de la pandemia, de la importancia del reencuentro, del disfrute, de vivir, de cuidarnos, de seguir apostando y creyendo. De no perder la esperanza por aquello que nos hace bien. Y un público enardecido de felicidad que no paraba de agradecer. Pasa que cuando la música te moviliza el alma, te sacude hasta los huesos, vas con el corazón en la mano y volvés a tu casa con el alma llena. Cuando escuchás a miles de personas cantando desde el corazón, hace que esa energía se transforme y se vuelva canción. Y es ahí, justo ahí, cuando te das cuenta que estás vivo, y estás ahí, sintiendo y estando con miles de personas que les pasa lo mismo. Y estás, estamos, insoportablemente vivos, una vez más.
La Renga, una banda distinta
Párrafo aparte para el equipo de arte, escenografía y audiovisuales. Es aquí donde, también queda en evidencia que es fundamental el trabajo en equipo y la participación de artistas de diferentes ramas. La fusión de todo fue potente, arrolladora e impactante. Todo estaba en el lugar que tenía que estar y sucediendo en el momento que tenía que suceder. Todo acompañó y dio un marco de relevancia sin precedencia.
Sí, todo salió bien durante la previa y show. Todo. El único inconveniente estuvo a la salida, las dos calles de salida desembocaban en un solo lugar, lo que demoró el paso de las miles y miles de personas que estaban dentro del predio. Más allá de esto, a la vista quedó que las cosas pueden hacerse bien, salir mejor aún y, por supuesto, aprender de los errores.
La Renga sigue demostrado, una vez más, que es una banda que marca la diferencia, y que tiene una esencia loable, digna de imitar, aunque difícil de igualar. Aquel que dejó parte de su rutina, aquel que se esforzó hasta lo último para juntar la plata, comprar la entrada y viajar, aquellos que se organizaron, que hicieron hasta lo imposible para ir, no queda duda que les fue devuelto todo ese esfuerzo, con un show de categoría, al nivel de los “buenos gigantes”.
Porque también están los “malos gigantes”, esos que prefieren censurar o cercenar para que una banda no pueda tocar. Ante tanta locura, sin duda alguna, hubo un gran consuelo para tal y fue en Santa María de Punilla, el inicio de una gira que pasará por Salta, San Luis y Río Negro.
Suculento e impotente banquete, en donde todos fueron bienvenidos. Todos esos que una vez más, fueron el gran hito, para que la banda se mantenga aún en pie.
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