En Vivo

Gracias a Dios por los Rolling Stones

Mick, Keith, Ron y Charlie vinieron a revalidar su título de banda más grande del mundo. Con 19 temas y dos horas y algo más de show, los Stones demostraron que su leyenda sigue viva y goza de muy buena salud.

Los Stones y otro show a puro rock

A lo largo de la historia y de los gustos fueron muchas las bandas que lucieron el mote de “más grande del mundo“. Ya sea por un enorme momento, por una gran historia, por alguna exageración o por el mero fanatismo. ¿Quién no ha tildado a su banda favorita como ‘la mejor del mundo’ alguna vez? Bueno, en el caso de los Rolling Stones el título es legítimo. Por leyenda, por vigencia, por show, por sonido, por todo, bah. Ayer, el miércoles y el sábado en la plata sonará la mejor banda del mundo y, si no hubiesen existido Los Beatles que le disputan la corona ,de la historia. Igual, para las 61 mil personas que hicieron arder el Estadio Único no hay ninguna duda: Mick, Keith, Ron y Charlie son los mejores del mundo y de la historia. De la conocida y de la por venir.

Con esa base, a las 21.08 se apagaron las luces de un estadio que jamás estuvo tan lleno. Pero jamás eh. En la primera fila del palco, Charly García, de gorro, anteojos negros y de pitada constante veía el show al lado de una rubia descomunal. Charly, uno de los mejores de los nuestros, asentía cada vez que Keith hacía sangrar su guitarra, cada vez que Ron cabalgaba sobre un fraseo histórico, cada vez que Charlie, vestido como cualquier abuelo que va a comprar el pan, le seguía el ritmo a Darryl Jones, o cada vez que Mick, con los 72 años más jóvenes de los que el mundo tenga registro, aleteaba, corría en la pasarela o ensayaba algún agudo como en sus años mozos.

Con los años (ya van más de 50) los Rolling Stones sumaron a sus shows, la mano de la tecnología. En el único pusieron un escenario top, con tres pantallas gigantes en mega ultra híper HD que hacían que, desde todos los sectores del lugar, se pudiera apreciar bien el show, las risas, los gestos, las miradas, y lo increíble de ver a 4 tipos septuagenarios hacer saltar, bailar, llorar, conmoverse y gritar a multitud multietaria de más de 60 lucas. Algo que repetirán, sin duda, el miércoles y el sábado.

Luego de un video de rigor que muestra a los Stones más jóvenes, en medio de una autopista psicodélica y que arranca con la lengua flameando en una bandera argentina y termina en un cartel de autopista con la leyenda “Bienvenidos a Argentina”, salen de la parte de adelante los primeros fuegos artificiales y, de inmediato, en las pantallas, emerge un Keith Richards enfundado en una campera de cuero negra para dar los primeros acordes del fraseo de “Star me Up” y hacer que todo se vaya al demonio. Mientras Jagger comienza a desprenderse del saco verde loro que trae, los Stones arremeten con una segunda piña directo al mentón: “It’s Only Rockanroll (but i like it)”, seguido de la inoxidable “Tumbling dice”.

Es un sentimiento... no puedo parar...
Es un sentimiento… no puedo parar…

Para cuando el tercer tema termina, Jagger ya saludó, habló en un muy buen castellano, agradeció, ironizó con lo lejos que les quedó el Estadio Único para llegar (Las tres visitas anteriores fueron en River) y ya se despojó del primer saco que usará. Luego será turno de una camisola medio animal print, otra violeta y, para el cierre, Mick se pondrá un tapado rojo, lo cual lo hará ver como un Dios-diablo, cuando, justamente, suene “Simpatía por el Demonio”.

Los Rolling Stones no se despegarán de los 19 temas que señala su lista de temas. Con perfección británica respetarán el orden y no agregarán ningún bis, pese a que la gente así lo demanda. Claro, la realidad biológica indica que, los 4 ancianos, por decirlo con el DNI en la mano, estarán en escena haciéndole una jugarreta al tiempo durante dos horas y un puñado más de minutos. Y, en ese tiempo, no se les notará la edad más que en las arrugas, sobre todo de los brazos y en la cara. Pero algo es cierto, los años no pudieron con la magia, ni con la precisión, ni con el virtuosismo, ni con el mito. Y no van a poder. Sólo la muerte pondrá fin a los Rolling Stones, esto es una enorme certeza.

La lista será un compilado de hits, de la que quedarán afuera muchísimos temas, pero sonarán otros tantos como “Street Fightning Man”, ganadora del “#ByRequest” de las redes sociales, “Anybody Seen my Baby”, “Wild Horses”, “Paint it Black”, “Midnight Rambler” (en una versión extendísisima donde se notará que los Stones traen consigo un puñado de músicos del carajo), “Miss You”, “Gimme Shelter”,  la indestructible “Brown Sugar”.

Para el cierre, luego del segmento que tendrá Keith Richards luego que Jagger presente a toda la banda que será con “I Cant’ be seen with you” y “Happy”, los Stones guardan un póker de Ases que da inicio con “Simpathy For The Devil”, que tiñe el escenario en un rojo infierno furioso, con símbolos en las pantallas y las luces, todas rojas, haciendo como el efecto de llamas. “Jumping Jack Flash” seguirá en orden y pondrá fin a la lista.

El ‘encore’ o ‘bis’, queda reservado para que un Coro empiece a cantar la frase “You can’t Always Get What You Want”, en clave sacra. Luego de una gran versión de este tema, llega el broche de Oro con “(I can’t get no) Satisfaction”. Y más fuegos artificiales, de colores, rojos, blancos, de todos. Y fin de fiesta. Los Stones y los músicos invitados saludan, mientras en el estadio nadie puede dejar de aplaudir, vivar y agradecer la chance de haber visto una vez más en escena a la banda más grande de todos los tiempos.

Después, Mick, Keith, Ron y Charlie se abrazan los cuatro, caminan solos y enfrentar el rigor de una ovación sostenida y merecida. Desde los cuatro costados, la gente con las palmas al aire tributa a la leyenda, al mito, la actualidad y la vigencia de Los Rolling Stones. La multitud se unirá en el archiconocido “Ohhhh, vamos los Stones, los Stones, vamos los Stones”, con remeras al viento, como si se tratara de un partido de fútbol.

Son algo más de las 23.20 en La Plata. Luego de dos horas y cuarto de show no queda más que volver a casa, cansados, pero extasiados. Felices de haber podido ver, una vez más, a los Rolling en la Argentina. Quizás sea la última, quién sabe. Lo mismo se dijo en 1998 y se afirmó, casi como sentencia, en 2006. Una década después volvieron, y todavía pueden hacer lo que mejor saben hacer, mejor que muchas otras bandas del mundo.

¿Un pacto con el Diablo? Puede ser, pero mientras tanto, y hasta que Satán venga a reclamar lo que es suyo, lo mejor es agradecerle a Dios por, alguna vez, haber cruzado a Mick Jagger y Keith Richards cuando no eran más que dos adolescentes amantes del blues en su Inglaterra natal. Lo que vino después es leyenda. Y, por suerte, es una historia que todavía suma nuevos capítulos. ¿Hasta cuándo? Hasta que ellos decidan, nadie jamás se atrevería a decirle a la mejor banda de la historia que pare de hacer lo que mejor sabe. Y, no, no es sólo rock and roll, es bastante más que eso. ¿Pero quién se anima a contradecirlos?

Fotos de Martín Dutil Fotografía

Lista de temas:

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