Ese hombre podría ser el mismisímo Elvis Aaron Presley, sus movimientos, la ropa entallada, sus anteojos de sol y cierto aire magnético lo avalan, pero no. Ese hombre podría ser Jim Morrison, su andar cansino, sus partes apretadas por pantalones de cuero, su agarre del microfono lo delataría, pero no. Ese hombre podría ser Roberto “Sandro” Sanchez, moviendo la pelvis descontroladamente, caminando con el corazón de las mujeres asistentes en la mano a pura balada, o electrizando el ambiente con la sonrisa de costado, pero no.
Ese hombre, ese ser implacable que cumple 30 años con su carrera musical, es Enrique “Quique” Bunbury, ex líder de Héroes Del Silencio, nacido en Zaragoza, con 48 años de ruedo y rocanrol, planea y avisa, que no dejará tramo sin recorrer, que su tour “Mutaciones” es eso, un recorrido por su inmensa y ecléctica obra, tanto al frente de la banda más importante de la historia del rock español cómo en su gitano andar cómo solista.
El comienzo con “Iberia sumergida” en una versión absolutamente diferente a la tradicional, más cerca de su más reciente experimento unplugged con MTV que de su tonada original, inundó el Luna Park de adrenalina, contagió a la gente y ayudó a comenzar la construcción de un clima propicio para la fiesta. Quique no venía a tocar y cobrar solamente.
El repaso por su obra solista matizaba con los terribles estruendos que las canciones de Héroes del Silencio causaban, el tono de cabaret extasiado que generó “El club de los imposibles” daba paso a “Destrucción masiva” de su último disco “Palosanto” para luego decantar en “Dos clavos en mis alas” (Un tema hecho para Raphael, esa leyenda de la música española).
Entonces cuando parecía que la ebullición se transformaba en calma otro tema de Héroes salía a la cancha, “La sirena varada” hacía burbujear el caldero, el brujo de pelo enrulado hechizaba al antiguo recinto de box.
Pero el gran Quique no iba a regalar perlas aquí y allá, no por lo menos aquellas que todos soñaban, se ocuparía de su propia obra ¡y cómo! Con el paso de “Porque las cosas cambian” dejó un tendal de esperanza sobre el cielo de la gente, una versión detallada e intensa que abrió un nuevo camino hacia el fuego del pasado con un tema cómo “El camino del exceso” de su antigua banda, y culminó con un cañonazo al corazón interpretando “Avalancha” para delirio de los más rockeros, a mover la cabeza y acompañar el ulular de la cintura del cantante, que nunca dejó de agitar el avispero con una intensa versión.
El camino siguió con un tramo de su obra solista pero no por eso perdió tensión la noche, una increíble versión de “Que tengas suertecita” dejó a la gente lista para recibir una gitana y balcánica versión de “El Extranjero”, por unos minutos el Luna parecía un show de Kusturica, acordeones y bombos estruendosos acompañaban los bailes tanto en el escenario cómo en el campo.
Esa fiesta fue apagada con suma clase, el alquimista decidió que esas chicas presentes no habían recibido su merecido premio y arremetió con “Infinito”, un bolero tan desgarrador y bello que ni siquiera José Alfredo Jiménez podría haberlo hecho mejor, las chicas se derretían como un chocolate al sol mientras el oriundo de Zaragoza no paraba de clavarles puñales en el corazón.
Y con el corazón de todos ya en su poder, el artista no paró, cambió sus ropas y eligió embestir con “El hombre delgado que no flaqueará jamás” y “Despierta” sin darle respiro a nadie, no era tiempo de descanso sino de éxtasis, la lista oficial estaba llegando a su fin.
La demoledora y rara (no siempre presente en sus shows solistas) “Mar adentro” de Héroes del silencio detonó el lugar una vez más, la gente enloquecida, más cercana al éxtasis que a la quietud, respondió con agite del mejor y tras pasar esta bomba otra más detonó, fue el clásico “Maldito duende” lo que terminó de preparar al Luna para lo que quedaba que no sería poco.
La mutadisíma “Lady Blue” puso fin a una lista preciosa, brillante y corpórea, el arreglo del tema dejó en evidencia que la banda que acompaña al Rey (llamada Los Santos inocentes) no está elegida al azar ni por mero favor.
El primer encore fue sublime, con “Más alto que nosotros sólo el cielo” y “El rescate” dos baladas hermosas de su obra solista, el Maño dejó a todas las doncellas del lugar listas para que algún caballero las enamore sin rodeos, sin miramientos, los tiempos del crack saben mucho de enamorar y se le nota.
El acto que siguió fue el más hermoso de la noche, por expreso pedido de el, la gente encendió sus celulares apuntando al cielo y sonó “La chispa adecuada” en un ambiente que parecía más un incendio premeditado que un recital de rock, la intensidad de la versión similar a la del disco unplugged de MTV) generó emociones a diestra y siniestra, habitaba en todos la idea de show inolvidable.
El último tramo del show fue todo para su obra solista, una versión acojonante de “Los habitantes”, fue seguida por “De todo el mundo” para cerrar con un ya clásico “…Y al final”. La simpleza de Bunbury, el buen gusto por sus propios temas, y la reversión de los clásicos acompañado de un excelso ensamble de showman con banda de mucha impronta, hicieron de este uno de los shows del año.
No es fácil encontrar un monstruo como Bunbury, que brille en su performance, que tenga una voz que supera los registros de sus discos de estudio, y además que brinde una imagen digna de los rockeros legendarios de los 60 y 70.
Como alguna vez Guardiola dijo de Messi al no poder explicar sus virtudes y resultados, este hombre de 48 años, de Zaragoza, es “El puto amo”, no queda más por contarles.
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Iberia sumergida
El club de los imposibles
Destrucción masiva
Dos clavos en mis alas
La sirena varada
Porque las cosas cambian
El camino del exceso
Avalancha
Que tengas suertecita
Alicia (expulsada al país de las maravillas)
El extranjero
Infinito
El hombre delgado que no flaqueará jamás
Despierta
Mar adentro
Maldito duende
Lady Blue
Encore:
Más alto que nosotros sólo el cielo
El rescate
La chispa adecuada
Encore 2:
Los habitantes
De todo el mundo
…Y al final
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Fotos gentileza: Elías Méndez Ph.
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