Si alguien hiciera la película de “Brancaleone”, quizás la escena de apertura sería Martín Dufou y su frase: “¿Bueno, alguien tiene un peine?”. Ese simple acto, que nada parece tener que ver con nada, es uno de los actos más pintorescos y típicos de un Brancaleone que encierra en sí mismo mucho de tradición. 

Branca cumplió 25 años de vida (los primeros 25) y lo celebro con una Luna en Matienzo dónde se dio el lujo de subir a escena a todos sus ¿ex? Músicos, mezclados con los actuales. Eligió 25 temas para repasar su historia, diversa, rica, intrépida, audaz y única y dejó en claro que esto recién comienza: “Todos los que estamos acá arriba decretamos que esto termina en un cementerio, cuando el último de nosotros se vaya de este plano”, dice el Pelado, con una simpleza absoluta y que define en sí misma toda la complejidad de Branca.

Branca no es una banda, es algo más. El Pela definió a la banda como un “ser vivo”, la historia la puede definir como un movimiento, su Armada la define como una pasión, sus integrantes como una razón y los que asistimos a una Luna de esta banda sólo podemos agradecer ser parte de un momento así, tan necesario en momentos dónde todo parece jodido.

Branca en escena, con Leo (el más nuevo) y Cato (uno de los fundadores que ya no está, pero sigue estando).

no te enfría la espina lo que puede pasar
cuando hay muchas manos pensando lo mismo

A pocas cuadras del Matienzo, en el Movistar Arena, Florencia Bertotti y sus Flores Amarillas revientan el reciento de Villa Crespo. Uno viendo lo que ve en el Matienzo, piensa que sería un acto de estricta justicia que Brancaleone goze de una convocatoria similar, viendo a uno, dos, tres, cinco, siete, diez músicos al mismo tiempo, piensa que el mundo sería un lugar mejor si eso fuera así. De todas maneras, dos aclaraciones necesarias: nada es personal contra Bertotti, y a los tipos que están arriba del escenario en el Matienzo todo eso les chupa un huevo. 

Esa aura gauchesca y campestre que tiene Brancaleone y que un poco define su esencia, aparece en la cordialidad y la sonrisa que tienen cada uno de sus integrantes y de la gente que laburó con la banda esta fecha, con cuestiones mucho más sentimentales y familiares que musicales.

Por ejemplo, ahí está Vito, un bebe rubio, de rulos ondulados, que no se resiste al agite y que aún semi dormido, no para de mover su cuerpo al ritmo de la música. Vito es el hijo de Leo, ex stage y Yani, una seguidora de la banda, que encontró en Branca, ademas de una pasión, una familia. Yani ahora atiende el Kiosco, Leo toca en el escenario y Vito agita todos y cada uno de los temas. Ese bebé que se roba todas las miradas y, aparece de brazo en brazo, entre la Armada, en ese grupo heterogéneo que se construyo en un cuarto de siglo y que, dada la cantidad de niños presentes en el lugar, tendrá buena salud y buen futuro.

El Pela oscila entre el micrófono de pie, el inalámbrico, su charango, su instrumento particular, mezcla de guitarrita, charango y vaya a saber qué cosa. Se pone dos remeras, una de Branca y sus 25 años, otra de “Walter Castaño Presente”. La tercera ropa es su propia piel. Siempre el Pela terminará los shows de Branca en cuero y pidiendo un peine. No es un secreto que sea ignorado por los presentes, a nadie sorprende, pero no deja de tener una magia inalterable.

Las canciones se van acumulando, no respetan un orden cronológico, en medio de una puesta en escena que es mucho más humana que tecnológica. Porque pongamos algo en claro: no habrá pantallas de led en Matienzo, pero llega a haber 10 músicos en escena, al mismo tiempo. Es que la historia de Branca es un poco así: mucho de tracción a sangre. Casi todo. ¡

Hincha miles de velas distintas
El mismo puto viento!


Suenan algunas del último disco, varias de la parte más añeja de los temas, el cover de “Balada para un Loco”, de Horacio Ferrer -uno de los momentos top- y el Pela, que no baja la guardia, ni la apuesta, dice: “Les dije que el año que viene grabémosle otro disco, ¿qué dicen?”. Es que Branca es movimiento permanente. No se queda quieto. Para quedarse quieto ya habrá tiempo, hoy no es el momento, ni el lugar. 25 años después, ese delirio colectivo y amoroso que es Brancaleone sigue más vigente que nunca.

No importa la cantidad de público, no importa si el escenario tiene pantalla led o no, no importa nada. Lo único que importa son las canciones. Ahí radica el éxito más importante y más duradero de Branca: el corazón y las canciones, sobre todo. Porque como canta la propia banda en uno de los temas de su nuevo disco muchos “pueden comprar la guitarra, Pero nunca hacer una canción”. Y menos una que dure 25 años. ¡Y Branca, Branca, Branca! 

Brancaleone – Matienzo

  • La margarita
  • Corazón
  • Vida delivery
  • No voy a parar de buscar
  • Bobo del Campo
  • Mayo 12
  • Canción para Leones
  • Mi Trinchera
  • Descarrilador
  • La Pena no Vale la Vida
  • Meli
  • Sonrisa de oscuridad
  • Zaino arisco
  • Hablan las balas
  • La fe de Lui de Lafe
  • El biorsi de tu patria
  • Balada para un loco
  • 48
  • Pelota
  • Al trotecito
  • Canto
  • Tenerte
  • Torito
  • Vittoria
  • Milonga