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Los últimos meses de Román

Cuando las puertas azules y amarillas se cerraron, se abrió un portón rojo. Fueron seis meses intensos, con poco descanso: varias veces le tocó jugar dos partidos en una misma semana, y tuvo largos viajes al norte y oeste del país. Para los Xeneizes, fue un mazazo verlo con otros colores, encima rojo y blanco, del eterno rival. Para los del Bicho, fue un enamoramiento instantáneo, saldar una cuenta pendiente que llevaba 18 años. Y para los hinchas del fútbol, fue una novedad imposible de ignorar: Román en otro equipo, y en la B.

Julio de 2014. Daniel Angelici no cedió, y el 10 tampoco. En ese momento, la idea de jugar en otro lado empezó a cobrar mayor volumen. Más allá de los exorbitantes y acaudalados ofrecimientos del exterior, el futbolista y su entorno de confianza -familia, amigos, el mismo de toda su vida- sabían que había dos opciones factibles, o al menos realizables. Por cercanía a su Don Torcuato natal, una de ellas era Tigre, donde siempre recibía guiños para que fuese. La otra era Argentinos, por haber sido el club que le “dio de comer”, que lo llevó a Europa por primera vez, que le dio sus conceptos futbolísticos iniciales. Los cuales potenció, obviamente, con su talento natural y experiencia adquirida tras su llegada a Boca, en 1996.roman presentacion

En enero de 2013, ya había sido tentado por estos mismos cuadros. Finalmente, siguió en el patio de su casa. Pero en julio del año siguiente, la charla de la renovación volvió a darse y esta vez Juan Román Riquelme no llegó a un acuerdo por negligencia y resquemores de una o ambas partes, según quien analice este conflicto. Lo cierto es que estaba en libertad de acción. La mina más linda del boliche estaba soltera, y el que actuó rápida pero acertadamente fue Claudio Borghi. El DT lo había dirigido en Boca (2010). Compartía códigos, pensamientos y un mismo origen con el 10. Primero fueron llamados, y luego un asado. En esa comida, fueron todos los miembros de un proyecto futbolístico que, por ese entonces, entusiasmaba al hincha de Argentinos, a pesar del reciente descenso. El que también se contagió fue Román.

La posibilidad de volver a jugar con Cristian Ledesma, como lo había hecho en Inferiores; vivir el día a día con viejos conocidos como Diego Placente, Mariano Herrón ex jugadores del club, ayudantes del Bichi– y empleados como el utilero Cristian Pérez, su amigo personal desde inferiores, resultó tentadora, sumado a que no tendría que enfrentarse a Boca. Lo económico se resolvió rápido porque la prioridad no era esa, sino jugar. Y el recibimiento no fue menor: Argentinos colmó su microestadio del Polideportivo Las Malvinas para recibir al 10 y presentarlo en sociedad, junto al Lobo y Matías CaruzzoEn total, se contrataron 14 jugadores –Gabbarini, Zapata, Castillejos, etc.– para aquel campeonato de la segunda división, que duraba solo un semestre y contaba con cinco cupos de ascenso directo por cada zona de 11 equipos.entreno sonrisa

El comienzo, en agosto, fue alentador: triunfo 1-0 ante Boca Unidos de Corrientes, uno de los favoritos para ascender, con gol de Román, mediante un engañoso remate que picó en el césped antes que el arquero la atrapase. Volvió a jugar, tras 18 años, en la misma cancha donde entrenó y jugó partidos en Divisiones Juveniles.

El barrio de La Paternal se revolucionó con el inicio del 10, pero vendría una seguidilla de tres ausencias: vs Instituto, en Córdoba (1-1); Gimnasia de Jujuy, de local (0-2); y Nueva Chicago, en Mataderos (0-1). La puesta a punto en lo físico era necesaria, porque luego no pararía. En 65 días (3/9 al 7/11), disputaría 13 partidos seguidos. Es decir, un juego cada cinco días.rocab mate

El enganche disfrutaba su estadía. Le habían dado el gusto de contratar a Diego Rivero, otro íntimo suyo, y estaba rodeado de jugadores experimentados, casi de su misma edad como Cristian Álvarez o Ezequiel Garré. Además, tenía una excelente relación con los jóvenes del plantel –Gaspar Iñíguez, Juan Ramírez, Lucas Rodríguez, por ejemplo-. Con todos ellos, constantemente compartía comidas, charlas y mates tras las prácticas. Su predilecto era Luciano Cabral, un enganche mendocino, nacionalizado chileno, categoría ’95, que heredó el dorsal 10 tras su partida. Otro gusto que se dio fue el de entrenar con su hermano, Sebastián, hoy el diez de la Reserva.

No abundaban las comodidades de élite que tuvo en Boca, Barcelona o Villarreal, pero se hacía todo lo posible para satisfacerlo. La verdad es que Argentinos no estaba listo para recibir a un jugador de tamaña repercusión. Llenaba estadios, generaba socios nuevos, y hasta platos de comida con su nombre en las cocinas de la zona. No se vivían tiempos tan agitados desde Diego Maradona (1976 a 1981). El fenómeno aumentaba cuando el 10 viajaba a otras provincias. En Misiones, se debió contratar seguridad privada para el traslado al aeropuerto, el hotel o la cancha. También visitó Mar del Plata –viajó, se reprogramó por lluvia y luego no estuvo-, Jujuy, Corrientes y San Juan, en dos oportunidades.

PERGAMINEn septiembre, llegó la debacle. A pesar del buen inicio, venciendo 1-0 (Rivero) a Aldosivi, de local, el equipo de Borghi encadenó una mala racha hasta el 25 de octubre. Solo se sumaron 8 puntos de 27 posibles. Se registró un empate en cero vs Guaraní Antonio Franco, mereciendo más. Luego tres derrotas, luciendo un bajo nivel colectivo, ante Colón (0-2), San Martín (2-0) y Ferro (0-1). Pergamino casi se devora al DT, pero apareció Román y marcó el 1-0 definitivo, tras pase de Ramírez. La hostilidad de las tribunas de Douglas Haig enloqueció al 10, que se llenó la boca de gol y gritó mirando desafiante a la gente. Pero el final pareció ser inevitable, tras un tibio empate 0-0 ante Instituto (perlita, pelea con plateista); la derrota 1-0, en el último minuto, vs el Lobo en Jujuy; y 1-2 con Chicago, de local. Fue el adiós de Borghi, que contaba con apoyo de gran parte de la dirigencia y los hinchas, pero sentía que no podía revertir la situación.

El nivel de juego mermó, la excesiva confianza basada en los apellidos se apoderó de todos. Román no faltó a ninguno de esos partidos, se mostró activo, con su calidad –pases, enganches, lujos– intacta e intentando hacer jugar a un equipo hundido en lo anímico por la falta de victorias. Se sintió tan culpable que, luego de esa derrota, dio una durísima charla a sus compañeros, a puertas cerradas. El plantel escuchó atento a un enfurecido y dolorido Riquelme, quien hizo hincapié en las familias de los miembros del cuerpo técnico, y sintió que estaba en deuda con todos, más que nunca.

Las únicas buenas noticias, durante aquella racha negativa, fueron los triunfos en Copa Argentina. Antes de recibir a los santafesinos y visitar a los sanjuaninos, Román fue clave ante Racing en diciembre, el nuevo campeón de Primera-, marcando un golazo de tiro libre por encima de Sebastián Saja quien nunca vio por donde entró. Por la mínima, el Bicho pasó y en cuartos se cruzó con Estudiantes (BA), de la B Metro. Faltando cinco minutos, el 10 puso el 1-1 final, picándola en un penal, para luego en la tanda desde los doce pasos, clasificarse a las semifinales del certamen. A pesar del lógico decrecimiento de su capacidad física, el enganche potenciaba sus habilidades y marcaba diferencias en las pausas con pelota, los pases, su liderazgo y la comunicación con sus compañeros.manito roman

Argentinos estaba a siete puntos del quinto y último puesto de la zona de ascenso. Néstor Gorosito –con dos ciclos anteriores en el Tifón– fue el elegido para el cargo, aunque hacía semanas se rumoreaba sobre su llegada. Desde el riñón de Borghi, estaban convencidos que los dirigentes habían charlado con Pipo desde antes de dar un paso al costado tras Chicago. Esos tempraneros diálogos con el flamante DT molestaron a Riquelme, y esto pesaría posteriormente en su decisión de irse a fin de año, porque el 10 se consideraba firmemente un soldado del Bichi.

Octubre terminó con un atisbo de esperanza para Argentinos: goleada 4-0 vs Boca Unidos, sólo cinco días después de la salida de Borghi. El segundo fue obra de Román, con un colocado pase a la red, tras asistencia-como ante Douglas– de Ramírez. Ese partido tendría que haberse disputado a principio de mes, pero se reprogramó dos veces: por una gastroenterocolitis que afectó seis jugadores del Bicho, y luego por tormentas que impidieron viajar. El destino finalmente jugó a favor, sobre todo para esa transición de técnicos, que resultó efectiva en los resultados. Desde Corrientes, sumaron 16 de 21 puntos. El siguiente triunfo fue 2-0 ante Guaraní en el Estadio Diego Maradona, y luego Román se ausentó por una contractura en el gemelo derecho, de la victoria 0-2 vs Colón y la derrota 2-0 con Aldosivi. Se estaba guardó para la semi de Copa.

Argentinos no tenía garantizada su plaza de ascenso, por lo que el nuevo cuerpo técnico no priorizó el certamen y optó por un equipo defensivo (5-3-2), con algunos juveniles. Incluso le ofrecieron al de Torcuato que descansara ese partido, pero se negó. Fiel a su estilo, quería todo, vencer a Rosario Central en San Juan y estar a 90 minutos de un título. La suerte, digamos, no lo acompañó: fue un aplastante 0-5, de lo cual solo se rescató un caño del 10 a Franco Niell y una bronca en la cancha con su ex DT, Miguel Russo. Desencajado por la situación, Riquelme canalizó su bronca con quien había ganado la Libertadores 2007 y le gritó de todo. Ese cortocircuito futbolístico con Gorosito se sumó a la lista de razones por las cuales marcharse en diciembre.

caruzo romaLa caída en Cuyo no detuvo al Bicho de Gorosito, que concluyó el semestre venciendo 1-0 a San Martín, con una notable performance de Román, siendo quizás su mejor partido con la camiseta de Argentinos. Por el mismo resultado, le ganaron a Ferro, y empataron 1-1 con Douglas, en el DAM, en la última fecha. El Bicho volvía a Primera, obteniendo el tercer puesto, con mismos puntos –31 de 60 posibles- que el segundo, San Martín, y el primero, Colón. Aquel 7 de diciembre, en medio de los festejos por el ascenso, Riquelme y sus compañeros se acordaron de Borghi, interna y públicamente. “El Bichi fue el que armó este equipoConseguimos lo que queríamos. Estamos a mano”, remató Román, casi como despidiéndose, y considerando saldada su deuda con el club que lo vio dar sus primeros pasos, pero también los últimos, a los 36 años.

[su_box title=”Estadística por @LaureanoBella.” box_color=”#d40f09″ title_color=”#ffffff”]Jugó 18 partidos: 15 jugó por la BN -de 22 fechas-, y tres por Copa Argentina (sólo falto vs Gimnasia por 16avos). Todos de titular, nunca fue suplente y sólo salió reemplazado una vez: ante San Martín de San Juan. 1601 minutos disputó. Marcó cinco goles: tres por BN, a Boca Unidos en su debut, al mismo equipo en Corrientes y a Douglas Haig en Pergamino; y dos por Copa, a Racing y Estudiantes (BA), de penal.[/su_box]

Diciembre de 2014. Tras el retorno a Primera, en La Paternal se palpitaban tiempos de decisiones. La frágil situación económica del club, por la que había una certera necesidad de ajustar gastos, y la falta de una fluida relación con Gorosito hicieron que Román dejase, una vez más, boquiabiertos a todos. Cerca de navidad, anunció su decisión final a través de la televisión. Salvo su círculo íntimo, el resto del mundo se enteró al mismo tiempo que dejaba el fútbol. ¿Y la promesa a su hermano de jugar hasta los 40? En Argentinos, no pudo ser. ¿Y en Boca? Pareciera que tampoco. Aunque siempre se espera un enganche más del 10. Pero al menos hasta hoy, estos fueros los últimos meses de Román como jugador profesional.

Por Alejandro Giordano (@AleGiordano11)