¿Qué dirá Arsenio Érico desde el cielo?. Sus 293* goles en 325 partidos profesionales con la camiseta del Rojo le dan lugar para dejar que una lágrima caiga por alguna de sus mejillas. Pasaron décadas desde su retiro y casi 36 años de su fallecimiento, pero desde su lugar había festejado la Copa Libertadores y del Mundo que levantó el empeine de Ricardo Bochini allá por 1984. Hoy la realidad es otra, el Rojo enfrentará a equipos que en ese mismo año jugaban en la última categoría de los campeonatos domésticos.
Cuesta imaginar la tristeza de Erico, paraguayo de nacimiento y argentino por adopción. Independiente en la B Nacional y mientras pocos futbolistas históricos hacen poco por recuperar la institución que fue dueña de América en siete oportunidades, él aprovecha para abrazarse con José Pastoriza allá arriba. El Rojo no tuvo la valentía de esa tarde en Córdoba en la que el exarquero y DT les dijo: “Vayan y jueguen como hombres”. Así fueron campeones, por todo lo contrario se fueron a la B.
¿Qué dirá Erico de su Independiente descendido?. El mismo delantero que jugaba al fútbol durante la Guerra del Chaco para juntar dinero para los heridos paraguayos que caían en el campo de batalla, solos, como carnadas, sin el reconocimiento de nadie. Su historia en lo personal y en lo deportivo lo hacen digno de sufrir este dolor, por lo que vivió, por como la había luchado. Independiente fue su casa, la misma que hoy ve prendida fuego, con balazos por todos lados, como sus conocidos que caían en combate.
Hoy, los tacos de Erico pasaron a segundo plano, por más de ser uno de los más certeros de la historia, como escribió en un tango Cátulo Castillo: “pasará un milenio sin que nadie, repita tu proeza, del pase de taquito o de cabeza”.
El 23 de julio de 1977, después de que su pierna izquierda sea amputada, sus problemas de salud aumentaron y falleció tras un paro cardíaco. Al día siguiente, se enfrentaron River e Independiente, los mismos equipos que querían al delantero cuatro décadas atrás, y lo despidieron con un homenaje acorde: “se siente, se siente, Erico está presente”, exclamaron los hinchas de ambos clubes durante gran parte del encuentro. Pasaron los años, la historia no se borra, solo se sigue escribiendo, pero el que ya no está presente en el lugar de donde nunca debería haberse ido, es el Rey de Copas de Avellaneda, donde Erico había sido más feliz.
*El historiador Claudio Keblaitis, en su libro “Alma Roja III, los años dorados”, aseguró mediante una investigación que en realidad tiene 295, de esta manera el delantero Guaraní sería el máximo goleador de la historia del fútbol argentino con dos gritos más que Ángel Labruna.
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