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La homosexualidad y el fútbol

"El fútbol era mi escape, mi propósito, mi identidad. Escondía mi secreto, me daba más alegrías de las que nunca pude haberme imaginado... Siempre estaré agradecido por mi carrera". Eso publicó Robbie Rogers el pasado 23 de febrero anunciando dos cosas: su retiro de la actividad a pesar de tener apenas 25 años (el 12 de mayo cumplió los 26), y su homosexualidad, a la que definió como su secreto. Con él afuera del closet pensaba que no sería necesario seguir jugando. Además, tampoco quería quedar rotuado, tal como declaró en una entrevista dada al diario inglés "The Guardian": "Si juego bien, dirán 'el futbolista gay está jugando bien', y si juego mal, será 'está jugando mal porque es gay'. A la mierda con eso. No quiero meterme allí". Justamente Inglaterra, donde Rogers jugó entre 2011 y 2013 (en los clubes Stevenage y Leeds United, que militan en el ascenso), fue el país donde sucedió el primer caso de un futbolista que admitió su homosexualidad: se trata de Justin Fashanu, quien si bien salió del armario oficialmente en 1990, los rumores comenzaron varios años antes, más precisamente en 1981, cuando jugaba para el Nottingham Forest de Brian Clough, con quien tuvo una mala relación a raíz de esa situación. A partir de ese conflicto, la carrera de Justin, hasta aquel entonces prolífica (en el Norwich City, donde jugó desde su debut hasta el traspaso al Forest, anotó 35 goles en 90 partidos), cayó en picada. Su confesión, lejos de calmar las aguas, las agitó aún más. Fue criticado por gran parte de la sociedad de ese país, incluído su hermano, quien lo calificó como un "paria". Finalmente, terminaría suicidándose el 4 de mayo de 1998. Más allá del cambio societario (no sólo en Inglaterra, sino también el mundo) entre 1990 y hoy, el jefe de la "Gay Football Supporting Network", Chris Basiurski, afirmó a "The Guardian" que el temor al qué dirán sigue siendo un problema en el fútbol: "Estamos tratando de crear una atmósfera para que la gente salga (del closet) tranquila, pero por ahora hay una gran barrera. La realidad es que nunca hemos evaluado a los aficionados, sean locales o visitantes, en una situación así". El básquet sí pudo vivir esto: el 29 de abril, 65 días después de la confesión de Rogers, el basquetbolista Jason Collins, quien milita en la NBA, admitió su homosexualidad. Esto generó comentarios mayormente positivos, algunos de ellos por parte de Kobe Bryant, Manu Ginóbili, Luis Scola, el comisionado David Stern, y el presidente Barack Obama, por citar un par de ejemplos. Cuatro días antes, en un foro juvenil LGBT (acrónimo de "Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero") en Portland, Oregon, el exfutbolista empezó a pensar seriamente la posibilidad de eliminar el prefijo "ex" de su profesión: "Me sentí un cobarde. Estos jóvenes se estaban alzando por cuenta propia y cambiando al mundo, y yo tenía 25, una plataforma y una voz para convertirme en un modelo a seguir", comentó al diario USA Today. Envió un mail a Bruce Arena, y se reunió con Landon Donovan, entrenador y capitán respectivamente de Los Angeles Galaxy, para preguntar si no habría problemas en entrenar con el equipo, y para imaginar cómo sería recibido por la gente. El antecedente inmediato en norteamérica no tuvo un final felíz: David Testo, estadounidense que militaba en el Montreal Impact (cuando jugaba en la NASL, previo a ser franquicia de MLS) de Canadá al momento de abrirse, no fue contratado por ningún club luego de esto. "Cuando salí yo no sabía si iba a jugar más, pero era consciente de que no podía seguir jugando de esa manera. Sabía que si iba a seguir debía salir del armario y la gente tenía que saberlo", dijo. Luego de varias semanas de entrenamiento con el Galaxy, el 24 de mayo firmó su contrato con el equipo angelino, y fue citado por Arena para estar en el banco de suplentes frente al Seattle Sounders. El minuto 77 fue la hora de la verdad. Iba a ingresar por Juninho, convirtiéndose así en el primer deportista abiertamene gay en jugar en una liga norteamericana. Luego de su ingreso, fue ovacionado por los presentes en el Home Depot Center, donde el exequipo de David Beckham hace las veces de local. Eso más allá de que su llegada trajo consigo la salida de Mike Magee, uno de los jugadores más queridos por los hinchas. Robbie Rogers volvió a jugar, pero no para esconderse, sino, al contrario, para mostrarse. O mejor dicho, para mostrar que el deporte debe aceptar a la comunidad homosexual. Salida Rogers

“El fútbol era mi escape, mi propósito, mi identidad. Escondía mi secreto, me daba más alegrías de las que nunca pude haberme imaginado… Siempre estaré agradecido por mi carrera”. Eso publicó Robbie Rogers el pasado 23 de febrero anunciando dos cosas: su retiro de la actividad a pesar de tener apenas 25 años (el 12 de mayo cumplió los 26), y su homosexualidad, a la que definió como su secreto. Con él afuera del closet pensaba que no sería necesario seguir jugando.

Además, tampoco quería quedar rotuado, tal como declaró en una entrevista dada al diario inglés “The Guardian“: “Si juego bien, dirán ‘el futbolista gay está jugando bien’, y si juego mal, será ‘está jugando mal porque es gay’. A la mierda con eso. No quiero meterme allí”.

Justamente Inglaterra, donde Rogers jugó entre 2011 y 2013 (en los clubes Stevenage y Leeds United, que militan en el ascenso), fue el país donde sucedió el primer caso de un futbolista que admitió su homosexualidad: se trata de Justin Fashanu, quien si bien salió del armario oficialmente en 1990, los rumores comenzaron varios años antes, más precisamente en 1981, cuando jugaba para el Nottingham Forest de Brian Clough, con quien tuvo una mala relación a raíz de esa situación. A partir de ese conflicto, la carrera de Justin, hasta aquel entonces prolífica (en el Norwich City, donde jugó desde su debut hasta el traspaso al Forest, anotó 35 goles en 90 partidos), cayó en picada. Su confesión, lejos de calmar las aguas, las agitó aún más. Fue criticado por gran parte de la sociedad de ese país, incluído su hermano, quien lo calificó como un “paria”. Finalmente, terminaría suicidándose el 4 de mayo de 1998.

Más allá del cambio societario (no sólo en Inglaterra, sino también el mundo) entre 1990 y hoy, el jefe de la “Gay Football Supporting Network“, Chris Basiurski, afirmó a “The Guardian” que el temor al qué dirán sigue siendo un problema en el fútbol: “Estamos tratando de crear una atmósfera para que la gente salga (del closet) tranquila, pero por ahora hay una gran barrera. La realidad es que nunca hemos evaluado a los aficionados, sean locales o visitantes, en una situación así”.

El básquet sí pudo vivir esto: el 29 de abril, 65 días después de la confesión de Rogers, el basquetbolista Jason Collins, quien milita en la NBA, admitió su homosexualidad. Esto generó comentarios mayormente positivos, algunos de ellos por parte de Kobe Bryant, Manu Ginóbili, Luis Scola, el comisionado David Stern, y el presidente Barack Obama, por citar un par de ejemplos. Cuatro días antes, en un foro juvenil LGBT (acrónimo de “Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero”) en Portland, Oregon, el exfutbolista empezó a pensar seriamente la posibilidad de eliminar el prefijo “ex” de su profesión: “Me sentí un cobarde. Estos jóvenes se estaban alzando por cuenta propia y cambiando al mundo, y yo tenía 25, una plataforma y una voz para convertirme en un modelo a seguir”, comentó al diario USA Today.

Envió un mail a Bruce Arena, y se reunió con Landon Donovan, entrenador y capitán respectivamente de Los Angeles Galaxy, para preguntar si no habría problemas en entrenar con el equipo, y para imaginar cómo sería recibido por la gente. El antecedente inmediato en norteamérica no tuvo un final felíz: David Testo, estadounidense que militaba en el Montreal Impact (cuando jugaba en la NASL, previo a ser franquicia de MLS) de Canadá al momento de abrirse, no fue contratado por ningún club luego de esto. “Cuando salí yo no sabía si iba a jugar más, pero era consciente de que no podía seguir jugando de esa manera. Sabía que si iba a seguir debía salir del armario y la gente tenía que saberlo”, dijo.

Luego de varias semanas de entrenamiento con el Galaxy, el 24 de mayo firmó su contrato con el equipo angelino, y fue citado por Arena para estar en el banco de suplentes frente al Seattle Sounders. El minuto 77 fue la hora de la verdad. Iba a ingresar por Juninho, convirtiéndose así en el primer deportista abiertamene gay en jugar en una liga norteamericana. Luego de su ingreso, fue ovacionado por los presentes en el Home Depot Center, donde el exequipo de David Beckham hace las veces de local. Eso más allá de que su llegada trajo consigo la salida de Mike Magee, uno de los jugadores más queridos por los hinchas.

Robbie Rogers volvió a jugar, pero no para esconderse, sino, al contrario, para mostrarse. O mejor dicho, para mostrar que el deporte debe aceptar a la comunidad homosexual.

Salida Rogers

Santiago Luduena
Periodista deportivo, aunque también pueden decirle Licenciado. Escribió un libro, el árbol y el hijo aún los debe. Fanático de los deportes (y de Boca), pero también de los libros (más aún los de Casciari) y de Love of Lesbian. En una palabra: polifuncional.