Había generación de juego. Había superioridad futbolística ante los últimos dos rivales. No se daban los resultados y no se daba el gol para abrir el partido. A pesar de que ayer se desaprovecharon muchas oportunidades, volvió el triunfo y -a excepción de algunos momentos de distracción- también volvió el buen manejo de la pelota. Fue 1 a 0 ante Almirante Brown en su cancha y con un goleador inesperado: Claudio Verino recibió solísimo tras un pase delicado de Matías Quiroga, la paró y durmió el resultado con el pie izquierdo.
En Isidro Casanova había apuros serios. La dupla Tobio-Ojeda, que dirige tácticamente al Mirasol, ya parecía en las últimas. Sin embargo, Sportivo no se dejó presionar: aguantó cuando el local se vino con todo y la embocó cuando tuvo su turno. En un partido parejo, de ida y vuelta, donde ambos llegaban bastante, ganó la efectividad. A los 35′ de la primera etapa, y después de un despeje que quedó corto, Matías Quiroga habilitó a Verino y el 6 definió como un 9 cualquiera.
Más allá del gol, el central rosarino sigue siendo el jugador más regular del plantel, quizás junto al pibe Mazzola y Matías Quiroga. Aunque, sin dudas, la figura de ayer fue César Rigamonti. El arquero ex Belgrano de Córdoba se afianzó en el arco verde y, ayer, de no haber sido por él, la Fragata habría marcado varios.
TRANQUILIDAD. Otra palabra no cabe después de los altibajos: dos derrotas seguidas y un empate inmerecido ante Unión habían hecho que las caras en San Francisco se pongan largas. Decíamos en Rock N’ Ball que la Verde necesitaba dejar de ser la Cenicienta de la categoría para aprender a jugarla. Lo de ayer fue una prueba de que se va por el buen camino. ¿La única mala? Que expulsaron a Juanma Aróstegui y habrá que pensar el partido del domingo ante Crucero del Norte sin el capitán sanfrancisqueño.
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