Ocho meses, más de medio, año hace que palpitamos la llegada de uno de los recitales más paradigmáticos de la historia. Ahora, a nada más que cuatro días del primero de los nueve recitales que Roger Waters brindará en el Monumental, en Rock ‘n Ball consideramos infaltable un repaso de lo que fue el disco cumbre de la obra del bajista de Pink Floyd, y una referencia innegable en la historia del género ópera rock.
Pero cuando decimos The Wall no hablamos sólo del álbum, que vio la luz en 1979, porque resulta imposible explicar lo que fue su fenómeno si no se consideran la película, los recitales e incluso el contexto en el que surgió, es decir The Wall como un todo.
El disco
El concepto fundante, que le dio su nombre, el muro, fue una idea que Waters tuvo a raíz de la frustración que le generaba tocar en estadios frente a enormes masas de públicos apáticos y hasta agresivos. Vale recordar que en la década del ’70 se produjo la génesis del llamado rock de estadio, conocido también como arena rock, o anthem rock (rock de himnos) que consistía en enormes producciones de recitales teatrales, con canciones compuestas en función de una puesta en escena imponente –Queen es otro ejemplo de grandes arena rock-.
Todos los miembros de Pink Floyd se sentían muy a disgusto con la desconexión entre artista-público que provocaba tal masividad, en especial Waters, quien sugirió que “podría construirse un muro entre ellos y el público” como una forma de aislarse ellos mismos.
Con esta idea en mente, el bajista se volcó a la composición de un álbum conceptual con un protagonista llamado Pink, quien a partir de la pérdida de su padre en la guerra, una relación patológica con su madre y una educación abusiva y alienante, comienza a aislarse, a construir ese muro metafórico que lo separa no sólo del mundo exterior sino de sus propias emociones.
La inspiración para la historia del protagonista surgió en gran parte de la vida del mismo Roger, e incluyó referencias a la vida de Syd Barrett –co fundador de Pink Floyd, que tuvo que abandonar la banda a dos años de su formación a raíz de sus problemas con las drogas psicoactivas-.
La historia de Pink, su niñez conflictiva –Mother, Good bye blue sky-, el padecimiento de su educación –Another brick in the wall-, el fracaso de su matrimonio –Don’t leave me now-, su derrumbe psicológico y su progresiva alienación de todo –Comfortably numb, Hey you-, son relatadas a través de 26 canciones que conforman un total inseparable basado en la conexión temática, musical y cronológica entre una y otra.
El recital
En un período de recitales majestuosos y multitudinarios, The Wall fue al mismo tiempo clímax y crítica feroz. Con la escenografía como protagonista, el concierto hacía gala del carácter teatral propio de la década. A medida que transcurrían las canciones los espectadores veían cómo Waters, Gilmour, Wright y Mason desaparecían detrás de un muro que se iba construyendo por bloques hasta alcanzar los 12 metros de altura, en el que al mismo tiempo se proyectaban las famosas animaciones de Gerald Scarfe. Todo esto acompañado por inflables gigantes de personajes de la historia. Al terminar el recital, el muro se derrumbaba.
Tanto los espectadores como la crítica recibieron el espectáculo con alabanzas. El New York Times, por ejemplo llegó a calificar The Wall como “La piedra fundante contra la que todos los espectáculos de rock futuros deberán ser medidos”.
En total Pink Floyd presentó The Wall treinta y un veces. La gira resultó más corta que las de sus discos previos, en parte por el enorme costo que representaba la puesta en escena y su traslado, pero además por el concepto mismo que el disco encerraba. Waters no quiso que The Wall se convirtiera en aquello que criticaba.
La película
En 1982 la historia se llevó a la pantalla grande bajo la dirección de Alan Parker, con la colaboración de Roger como guionista. En un principio la idea fue realizarla sólo con las animaciones de Scarfe utilizadas durante el recital, pero el director decidió que sería mejor combinarlas con actuaciones.
La banda sonora de la película no es exactamente la misma que se oye en The Wall, ya que se realizaron pequeñas modificaciones para una mejor adaptación, pero la historia se desarrolla básicamente en función del álbum.
Muchos preguntan ¿por qué nueve recitales? Quizás porque aún treinta años más tarde, el significado de The Wall sigue vigente, porque el muro del sistema sigue estando ahí para todos. Y ese es el gran logro de Waters y lo que hace épica ésta obra fundamental del rock. Por eso es que los fanáticos de Pink Floyd posiblemente suframos de insomnio las próximas noches y algunos días después de ver a Rogelio (¿y a Gilmour?) en el Monumental.
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