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River necesita de la humildad del ascenso

Qué dilema. O se adapta River a la BN o la BN se adapta a River. Lo cierto es que el Millonario sufre la B Nacional. Por más que la tabla lo dé lider e invicto el equipo de Núñez no puede superar a sus rivales con claridad y está lejos (a años luz) de florearse. Material, creemos, sobra. El tema es. ¿Hay sesera para explotarlo?

Mientras la pregunta se responde, River, este River que dejó los ropajes reales y se viste con harapos de lo que supo ser, debe hacerle honor a su momento y entender que lo primero que necesita para salir de esto es la humildad del ascenso. Desde las declaraciones, desde su andar y desde el planteo de los juegos.

Para empezar, las declaraciones. Dentro del mismo River están las diferencias, mientras Matías Almeyda y Fernando Cavenaghi coinciden en un "estamos tranquilos", Carlos Sánchez, que siempre la peleó, jugador de unas pelotas enormes como todo el Monumental, exclama que le molesta empatar.

Sánchez habla de "molestia" por el momento. Cavenaghi de "tranquilidad". ¿Cual le sirve más a River?

Por ahi va la cosa. Rebeldía, molestía. Al fin y al cabo, River apenas empató con Ferro. Apenas empató con Defensa y Justicia, con Quilmes y con Deportivo Merlo. Sí, está invicto y puntero, pero puede ser tan efímero...Y River parece no haber aprendido la lección. Faltan 30 fechas para que este suplicio llamado B Nacional culmine. Hoy, pese a la "tranquilidad" de Almeyda y Cavenaghi y a que el Chori Domínguez envió "al Teatro" a los que no les gusta la manera de jugar de River, lo cierto es que el ascenso es tan posible como la permanencia una temporada más.

Por eso, el Millonario debería aferrarse más a la "molestía" de tipos como Carlos Sánchez y menos a la tranquilidad de los consagrados. Quizás sería bueno que Cavenaghi, Domínguez y todos los que esten "tranquilos" entiendan que, el campeonato pasado, transcurridas 12 fechas River estaba afuera de todo y peleaba- En serio- por el campeonato. Menos de 10 fechas después empezaba a masticar el polvo del ascenso por primera vez en su vida.

Lejos quedó aquel River que tampoco brillaba, pero al menos enviaba señales positivas, como meter de a tres goles por partido. Hoy, River está casi tan seco como su antecesor y, aquellos que eran los "diamantes" como Ocampos, Sánchez y Abecasis hoy ya no lo son tanto. Dos porque parecen haberles agarrado la mano y el otro porque se lesionó. Ocampos no tiene reemplazo, Aguirre salió, a Sánchez le sacaron el socio y Vella aporta casi tanta intrascendencia como Paulo Ferrari. Así River, de a poco, se parece mucho más a aquel equipo de Jota Jota que a este equipo de Almeyda.

Hay otra realidad, River no conoce a sus rivales. Nunca tomó en serio a Buffarini, Casanova, Piriz Alvez o a Leonel García y todos lo lastimaron. Lleva impregnada una soberbia bien ganada por su riquísima historia pero que no lo llevará por buenos rumbos. Para la derrota de River sólo resta un rival que además de disciplina para asegurar el empate sepa lastimar. Defensa y Justicia estuvo muy cerca de lograrlo, pero marcó tan mal...

Atlanta, que aparece como un rival "ganable" podría ser ese equipo. A menos que River cambie la cara y se de cuenta que, pese al liderazgo y al invicto,  juega tan mal como aquel que culminó su derrotero perdiendo la promoción frente a Belgrano de Córdoba. Para eso necesita, urgente, de la humildad del ascenso. Esa que no acepta porque se sabe gigante, rico en títulos y en historia. La primera parte para resolver el problema pasa por tomar conciencia del mismo. River, entonces, debería entender que ya no debe sentirse Millonario, quebró, está en la calle y la canción y su banda de sonido es "volver a empezar".

Nadie le quitará lo bailado, es cierto. Pero para volver a las grandes ligas necesita una refundación. Hoy el "estamos tranquilos " de Cavenaghi y Almeyda hace recordar al ya tristemente célebre "no estén cagados" de Daniel Passarella que culminó, seis meses más tarde, en un River en el fango de la B nacional por primera vez en su historia. No vaya a ser cosa que el "estamos tranquilos" de varios players termine mutando en histeria y de como saldo otro año para River en la BN. La gente no canta "movete River movete" porque está tranquila. Más bien todo lo contrario. Sería bueno que adentro se empiece a pensar de la misma manera. River necesita, urgente, la tan mentada "humildad del ascenso", esa que le permita volver a ser sin olvidarse quien fue. De lo contrario el camino será aún más cuesta arriba.

 

 

 

Qué dilema. O se adapta River a la BN o la BN se adapta a River. Lo cierto es que el Millonario sufre la B Nacional. Por más que la tabla lo dé lider e invicto el equipo de Núñez no puede superar a sus rivales con claridad y está lejos (a años luz) de florearse. Material, creemos, sobra. El tema es. ¿Hay sesera para explotarlo?

Mientras la pregunta se responde, River, este River que dejó los ropajes reales y se viste con harapos de lo que supo ser, debe hacerle honor a su momento y entender que lo primero que necesita para salir de esto es la humildad del ascenso. Desde las declaraciones, desde su andar y desde el planteo de los juegos.

Para empezar, las declaraciones. Dentro del mismo River están las diferencias, mientras Matías Almeyda y Fernando Cavenaghi coinciden en un “estamos tranquilos”, Carlos Sánchez, que siempre la peleó, jugador de unas pelotas enormes como todo el Monumental, exclama que le molesta empatar.

Sánchez habla de “molestia” por el momento. Cavenaghi de “tranquilidad”. ¿Cual le sirve más a River?

Por ahi va la cosa. Rebeldía, molestía. Al fin y al cabo, River apenas empató con Ferro. Apenas empató con Defensa y Justicia, con Quilmes y con Deportivo Merlo. Sí, está invicto y puntero, pero puede ser tan efímero…Y River parece no haber aprendido la lección. Faltan 30 fechas para que este suplicio llamado B Nacional culmine. Hoy, pese a la “tranquilidad” de Almeyda y Cavenaghi y a que el Chori Domínguez envió “al Teatro” a los que no les gusta la manera de jugar de River, lo cierto es que el ascenso es tan posible como la permanencia una temporada más.

Por eso, el Millonario debería aferrarse más a la “molestía” de tipos como Carlos Sánchez y menos a la tranquilidad de los consagrados. Quizás sería bueno que Cavenaghi, Domínguez y todos los que esten “tranquilos” entiendan que, el campeonato pasado, transcurridas 12 fechas River estaba afuera de todo y peleaba- En serio- por el campeonato. Menos de 10 fechas después empezaba a masticar el polvo del ascenso por primera vez en su vida.

Lejos quedó aquel River que tampoco brillaba, pero al menos enviaba señales positivas, como meter de a tres goles por partido. Hoy, River está casi tan seco como su antecesor y, aquellos que eran los “diamantes” como Ocampos, Sánchez y Abecasis hoy ya no lo son tanto. Dos porque parecen haberles agarrado la mano y el otro porque se lesionó. Ocampos no tiene reemplazo, Aguirre salió, a Sánchez le sacaron el socio y Vella aporta casi tanta intrascendencia como Paulo Ferrari. Así River, de a poco, se parece mucho más a aquel equipo de Jota Jota que a este equipo de Almeyda.

Hay otra realidad, River no conoce a sus rivales. Nunca tomó en serio a Buffarini, Casanova, Piriz Alvez o a Leonel García y todos lo lastimaron. Lleva impregnada una soberbia bien ganada por su riquísima historia pero que no lo llevará por buenos rumbos. Para la derrota de River sólo resta un rival que además de disciplina para asegurar el empate sepa lastimar. Defensa y Justicia estuvo muy cerca de lograrlo, pero marcó tan mal…

Atlanta, que aparece como un rival “ganable” podría ser ese equipo. A menos que River cambie la cara y se de cuenta que, pese al liderazgo y al invicto,  juega tan mal como aquel que culminó su derrotero perdiendo la promoción frente a Belgrano de Córdoba. Para eso necesita, urgente, de la humildad del ascenso. Esa que no acepta porque se sabe gigante, rico en títulos y en historia. La primera parte para resolver el problema pasa por tomar conciencia del mismo. River, entonces, debería entender que ya no debe sentirse Millonario, quebró, está en la calle y la canción y su banda de sonido es “volver a empezar”.

Nadie le quitará lo bailado, es cierto. Pero para volver a las grandes ligas necesita una refundación. Hoy el “estamos tranquilos ” de Cavenaghi y Almeyda hace recordar al ya tristemente célebre “no estén cagados” de Daniel Passarella que culminó, seis meses más tarde, en un River en el fango de la B nacional por primera vez en su historia. No vaya a ser cosa que el “estamos tranquilos” de varios players termine mutando en histeria y de como saldo otro año para River en la BN. La gente no canta “movete River movete” porque está tranquila. Más bien todo lo contrario. Sería bueno que adentro se empiece a pensar de la misma manera. River necesita, urgente, la tan mentada “humildad del ascenso”, esa que le permita volver a ser sin olvidarse quien fue. De lo contrario el camino será aún más cuesta arriba.