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Román y el Burrito: no tan distintos

¿Qué separa a Ariel Ortega de Juan Román Riquelme más allá de un color de camiseta? No mucho. Rock ‘N Ball te trae una comparación que de tan similar no es odiosa: ambos emblemas de las dos hinchadas más grandes del país, ambos cuestionados en sus propias casas y ambos víctimas de DTs y dirigentes que le temen tanto a sus figuras que no se atreven a decirles: hasta acá llegamos.

Arnaldo Ariel Ortega, ídolo máximo en actividad de River –que nadie lo discuta, más allá del aura que hoy envuelve a Matías Almeyda-, está lejos de Núñez. Se mudó a Floresta, después que Juan José López  lo cortó – con la venía presidencial- del plantel.

Juan Román Riquelme resiste en Boca. Volvió luego de una inactividad de 4 meses, se lesionó de nuevo y no volvió hasta 2011. En el medio, Julio César Falcioni agarró el plantel. Luego de una exigente pretemporada, el DT se dio cuenta que JR no estaba para ser titular y, para colmo, la sinovitis volvió con fuerza renovada y lo marginó de la cancha. Una vez más.

Ariel y Román, camisetas distintas, caminos similares.

Ortega, a diferencia de Román, carga con la cruz de una adicción a la que, evidentemente no tiene la fuerza para enfrentar. Román no tiene ninguna enfermedad, pero las lesiones, de un tiempo a esta parte, son su vía crucis.

Ambos fueron acusados de “molestar” la convivencia. Ortega al no mostrarse del todo responsable y contar con un “Orteeega, orteeeega” que garantizaba presencia en cancha sea cual fuere su estado. Román, por su pelea “pública” con Martín Palermo y esa creencia que, dentro del plantel Xeneize, está todo mal y que gran parte de la culpa la tiene la división Palermistas vs Riquelmistas. ¿Por qué Martín no es apuntado o acusado igual? Como diría el Coco, gran amigo del Diez, No comments.

En enero de 2011, Ariel Ortega se encontró con la sorpresa que no iba a ser más tenido en cuenta. Los hinchas de River se volcaron en masa –aunque no en absoluta mayoría- a pedir que juegue, que era una locura sacarlo y a reflotar, desde el alma herida, el “Orteeeega, Orteeeeega”. Lo cierto es que el desmadre personal de Ariel encontró frenó en dos personas: Diego Pablo Simeone y Juan José López. Néstor Gorosito, Leonardo Astrada y Ángel Cappa nunca le dijeron ni “a” al jujeño. De hecho, Angelito llegó a decir que si Ortega perdía pelotas “era por sus compañeros”.

 

Otros tiempos, Passarella besa al jujeño. Fue en el Súper 2007

 

 

¿Y Riquelme? Román fue cargado de flores por JC al llegar. Incluso, decían que se moría de ganas de dirigirlo. Falcioni hizo una durísima pretemporada en Tandil, en la que Román participó activamente, aunque con cargas moderadas para evitar precisamente esto. Falcioni lo mimaba, no lo arriesgó en ninguno de los dos Súper veraniegos y el Diez , tranquilo y en silencio, sabiéndose titular. Tan confiado estaba que incluso le prometió a Angelici, dirigente opositor a la firma de su contrato, que iba a jugar “15 partidos y vamos a ser campeones”.

En el caso del Diez Xeneize el 1-4 cambió la ecuación. JC se dio cuenta que poner en cancha a Erviti + Román, con Battaglia y Somoza repartiéndose el medio a lo largo y a lo ancho se traducía en una sola palabra: desequilibrio. Los cuatro puñales tombinos le mostraron, de la manera más dura posible, que con ese esquema iba rumbo al foso. Ojo, contra el Tomba Boca creó no menos de diez situaciones de gol. Y en eso gran culpa tuvo la pausa y el brillo que JR le aportó al equipo.

 

Román, en alzas. Lo sostine Palermo. Era el año 2007

¿Y Ortega? Ariel encontró la veta para seguir en All Boys. Con el dolor a cuestas de no pertenecer a River, dejó firmado un contrato de tres años, para asegurarse el partido despedida en el club de sus amores. Jura y perjura que con Passarella no está todo mal, pero Rock ‘N Ball sabe que la relación dista de ser la que era cuando el jujeño jugaba en primera y el Kaiser era su DT y guía. De hecho, el día que tuvo que pasar a firmar la rescisión del vínculo, Ariel esperó ¡dos horas y media! al hoy presidente Millonario. Un destrato que el jujeño no se merecía, por respeto a quien es y a su envergadura entre las tribunas del Monumental.

Un destrato que también sufrió Juan Román Riquelme. El martes por la noche, previo al juego ante la Academia, estalló el rumor que Román no iba a estar. Muchos lo tildaron de loco o “mala leche”. Pero, el miércoles, el diez se lesionó el tobillo y se bajó del juego. Boca ganó 1-0, jugó mucho peor que ante los mendocinos e hizo figura a su arquero. Ante All Boys vuelve, ¿no? No, claro que no. Román –en esto se equivocó- salió a hablar por cuanto medio pudo asegurando su titularidad de cara al choque contra los de Floresta y el boomerang le volvió.

Si algo buscaban los dirigentes de Boca en Falcioni eso era carácter y “mano dura”. Al DT no le gustó nada que el Diez salga por los medios asegurando su titularidad. En respuesta y con un claro mensaje de “acá mando yo” lo cortó de la lista de concentrados. Sí, ni siquiera al banco. Falcioni, que también es periodista deportivo, sabe la bomba que traía entre manos y, en conferencia de prensa, apostó más alto. Dijo que marginaba a uno de los mejores jugadores del país por motivos “futbolísticos”. ¿Cóooomo? Sí, JCF dijo eso y, además, aseguró que no le había explicado nada.

El enganche sufrió el destrato de parte del DT que lo puso entre los suplentes en el ensayo. Román la rompió. Por eso, para no correr riesgos, al otro día directamente lo mandó a trotar. Eso no se hace. Pasa que Riquelme sufrió lo mismo que Ortega hasta que vino Juan José López. Nadie se anima a decirle en la cara que no va más, que será suplente o que su tiempo, lamentablemente, terminó.

Ariel con la copa del Clausura 2008. Desde ahí nada fue lo mismo.

Ortega, primero, sufrió eso con Simeone. Pero el DT último campeón en Núñez “uso” al ídolo. Rock ‘N Ball sabe que, el día de River-Olimpo, cuando el Millo salió campeón, Ariel llegó en estado deplorable a la concentración ¡horas antes del partido!. Igual, jugó. Eso sí, cuando el título ya estaba abrochado, Diego Pablo se puso severo. ¡Eso no se hace! Lo mismo que Falcioni, aduciendo motivos “futbolísticos” y presentando en cancha a Deportivo Centro. Peor, no le da la chance de jugar tampoco…lo manda a correr.

River no extraña hoy a Ortega, porque tiene a Lamela y a Lanzini y, porque hay que reconocerlo, ya no tenía hilo para seguir. De todas maneras, esta no era la manera correcta. Ortega fue ninguneado por River, que lo sacó de su sistema de manera brusca, impropia para con un ídolo.

Juan Román Riquelme resiste en Boca, como dijo Ortega más de una vez “me quiero retirar acá” dice cada vez que se lo consulta sobre ofertas. “Este es el jardín de mi casa”, dice Román. “River es mi vida”, dice el otro. Ariel ya no está en “su casa” y a Román le impiden jugar “en el patio” de la suya.

Ojo, la lesión cayó como anillo al dedo. Fue la excusa perfecta para desactivar otra bomba. Horas antes de la Sinovitis, en Boca la historia era clara: “Con Vélez tampoco juega, eh”. La lesión lo “protegió”. De lo contrario Román seguiría siendo “destratado”. Para muestra basta ver los dardos que vuelan desde el cuerpo técnico (escuchar lo que dijo el profe Otero en La Red) y la respuesta del entorno Riquelmeano: “A Román lo exigieron y lo lesionaron”.

No se trata de que no juegue, porque, como jugador que es el DT puede considerar que no está apto, pero sí de los modos. ¿Mandarlo a correr dos horas y media? No, eso no se hace. No con un ídolo del club. ¿Cortarlo un día cualquiera del plantel? No, eso no se hace. Se cocina dentro, se le da una salida elegante. Eso se merece un ídolo eterno del club.

Román en el ingresó a la cancha contra Godoy Cruz. Jamás imaginaba el 1-4

La relación Román-Falcioni hoy está tan rota como estuvo la de Simeone-Ortega. En ambos casos era uno u otro. En el caso de River, Simeone se fue. Pagó carísimo haber cortado al ídolo con intereses: tolerancia cero de parte de la masa, además de un bochornoso último puesto. Falcioni comienza a pagar los mismos intereses. La silbatina/puteada general de La Bombonera no deja lugar a segundas lecturas: Con Román no.

No es extraño que, cuando le ponen un micrófono delante, Ortega defienda a Román y Román banque a Ortega. Están en la misma. Con diferencias, pero en la misma. A Román gran parte de la CD no quería renovarle, a Ortega también, pese a que no se diga. Para gran parte de la CD de River, Ariel era un problema y la decisión del DT trajo alivio. Para la CD Xeneize corre la misma ecuación. Ambos tienen contratos de más de tres años con los clubes donde crecieron, nacieron y, seguramente, morirán futbolísticamente, pero hoy no están en cancha.

Ambos son emblemas de sus hinchadas, sus nombres son coreados en la derrota como bandera de guerra y en la victoria como tributo eterno. Son Riquelme y Ortega. Son Román y el Burrito. Son ídolos. No juegan en los lugares donde son idolatrados, sufrieron destratos en el seno de sus clubes y su imagen final, se va diluyendo con una tonalidad gris inmerecida por demás. No tan distintos.