Por Juan José Coronell – Corresponsal Córdoba para Rock And Ball
Hace unos meses en el Cosquín Rock, dijeron “Massacre es el rock del futuro, tomá”. Dijeron o dijo, Walas. Muchas veces se resume una banda a un cantante. A un líder. Y no está del todo mal, cuando el que lo dice fue siempre un poco más allá y llevó a los suyos. Adelantados a las épocas, medio inentendibles en el rock argento –en palabras propias de ellos- llegaron a Córdoba en el marco de su Gira Cósmica. Fieles a su estilo, ellos en una década como los 80’ rompieron el molde. Se sacaron el miedo que todavía dejaba la dictadura, un miedo que aplanaba. Para formar esta banda que –en términos futbolísticos- gusta, gana y golea. Que va a todas partes y en cada rincón, hay unos cuantos como ellos dispuestos a escucharlos. La noche empezó con los cordobeses de Segundo Nova y continuó con Surfistas del Sistema de Capital Federal. Ellos homenajearon a Gustavo Cerati y junto a los primeros fueron calmando la ansiedad, a medida que la Sala Astral se llenaba. Pasada la medianoche, la jornada cambiaba de nombre. Y “Nuevo día” fue el primer tema de Massacre en La Docta. Así la fiesta y la buena música irrumpió para ver un show a la altura de las circunstancias. Que es lo único que se puede predecir de esta banda: pasarla realmente bien.
“Plan B: Anhelo de satisfacción” (popularizado por Catupecu Machu), “Querida Eugenia”, fueron los temas que sonaron antes de que Walas hablara con el público. Él, sus calzas, su sombrero y la camisa a cuadros se mostraron agradecidos. “Gracias por invitarme a tocar más allá de que Tengo Captura” comentó para que sonara el tema de su último CD “Ringo”. “Angélica”, “Llena de fe”, “La virgen del knock out”, “Te leo al revés” continuaron con la serie de temas del último trabajo, junto a los éxitos que los hicieron ser quienes son. Es la revolución, y si no será una revuelta más.
Una de las cosas que se debe reconocer siempre a Massacre, es que nunca dejaron de ser ellos mismos. Más allá de las críticas, de los consejos, nunca se fueron al bando de los elocuentes. De los oradores de sí mismos. Fiel al “skate y al rock” como dijo alguna vez el líder y como se escucha y canta en “Muerte al Faraón”.
“Entonces compulsión”, “Sofia”, “La super vedette”, “Te arrepiento” van dando forma a un show que tuvo a Massacre como “compra, venta y canje”. “Cuasi delictual”, “Laika se va”, “Celebrity”, “El robot vs la momia azteca”, “Tres paredes” fueron saliendo desde el escenario para unos pibes que con un mini pogo, agradecían a los de arriba. Ellos que versionaron a Spinetta al cantar “Ana no duerme”. Una canción de un tipo que fue y es poesía. Ellos son tan auténticos, que logran que esa versión salga con la misma intensidad y brillantez que la original. Ellos que son futuro en este presente. Que en al cantar “Octava maravilla” se cantan a ellos mismos. Esa maravilla que sin querer se explica en palabras del propio Walas: “Nosotros vinimos para llenar ese lapso de tiempo entre el nacimiento y la muerte. Eso que se llama vida. Haciendo rock, música, poesía o como quieran llamarlo”. Nosotros le decimos Massacre.
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