Por Juan Manuel Villafañe (@jmlostcrowe) especial para Rock And Ball
Quinto álbum de estudio para los Strokes, que llegan al 2013 confirmando ciertos cambios estéticos que habían comenzado en el disco solista de Julian Casablancas en 2009 y que la banda decidió aplicar a algunas canciones de “Angles” (2011). Los Strokes se han encargado, de manera gradual, traernos a este nuevo álbum que los encuentra en un punto muy alto de maduración y experimentación. “Comedown Machine” nos acerca al New Wave desde su primer track “Tape Out”, canción que no se aleja tanto de algunas de “Angles” y que nos da una idea de lo que tratara el resto del disco. Pero claro, acto seguido nos encontramos con “All The Time” y las guitarras garageras con una estructura clásica de estribillo pegadizo que nos llevará irremediablemente a pensar en “Is This It” y, por una cuestión de preferencias, tal vez esperamos que lo que sigue mantenga la idea de rockearla, pero para evitar cualquier tipo de previsibilidad, llega “One Way Trigger” de la mano de un sintetizador y con Julian optando por poner su voz en falsete, un tanto inesperada. Si tenemos en cuenta que este fue el primer single antes de la salida del álbum, no deberíamos sorprendernos de que va su nuevo trabajo.
“Welcome To Japan” mantiene el beat de la música electrónica con las guitarras luciendo en primeros planos y algún sintetizador creando un horizonte casi imperceptible. “80s Comedown Machine” es una especie de balada techno que no nos permite olvidarnos de la idea del New Wave, los sintes y las programaciones. Así llegaremos a la mitad del viaje. Hasta acá hemos entrado en el mundo de este nuevo álbum que solo sera fiel a sus compositores e interpretes. La conexión música-oyente ya pasa a ser solo una cuestión de gustos. Eso si, no hay manera de creer que estamos en presencia de un trabajo hecho a media maquina o con falta de interés. Todo esta calculado a la perfección y ajustado a las conveniencias que requiera cada canción.
Llegamos, entonces, a un punto alto del disco y que mejor que “50-50” para deleitarnos con un poderoso riff guitarrero que parece decir que no han olvidado de donde vienen y como se hace el buen rock. El único que parece tener una posición cómoda en “Slow Animal” es Nikolai Fraiture y su bajo.
Si bien no es una canción que sobresalga del disco, es bueno notar que las guitarras y la batería están en constante movimiento manteniendo en pie la estructura, otra muestra de que se ha trabajado en detalle. Llega “Partners In Crime” y la influencia heavy setentosa en la introducción que parece apoderarse de Nick mientras un teclado aporta un tinte ochentoso a partir del primer puente y amenaza el sistema nervioso de quien quiera seguirle el paso.
Una excelente atmósfera de sintetizadores nos hará flotar sobre una balada hermosa y tranquilizadora como “Chances”, casi haciéndonos olvidar del resto por un rato. Luego los agregados electrónicos seguirán haciendo su labor sobre “Happy Ending” y de forma detallada se superpondrán para crear un colchón que permita un nuevo trabajo, en primer plano, de las guitarras. así nos iremos acercando al final de un disco que nos ha sorprendido con detalles, confirmando la calidad profesional de la banda con claros motivos musicales. Pero cuando todo parece estar dicho llegamos a “Call It Fate, Call It Karma” y acá si hay un cambio brusco con respecto a las canciones, no solo de este disco, sino de cualquiera de los anteriores.
Esta ultima canción nos deja en claro que los Strokes están dispuestos a incursionar sobre mas estilos, además de la electrónica y el rock. Si hay algo que debería quedarnos en claro es que “Comedown Machine” es un álbum arriesgado y con una muestra de fidelidad hacia quien compone, olvidando las expectativas ajenas. ¿Acaso no es así como se hacen los buenos discos?.
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