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Andresito, el prócer originario sin estadio

La representación de una ciudad, de un pueblo o de una sociedad está ligada, en muchos casos, con el equipo de la zona. La representatividad que forma un conjunto de deportistas impacta en sus habitantes. Más aún cuando los orígenes de la institución tienen arraigo en la cultura nativa. En el caso de Crucero del Norte, el club se ganó el respeto de la provincia de Misiones por su presente en el Nacional B. Sin embargo, “El colectivero” no logró meterse en la piel de los misioneros. Su estadio se llama Andrés Guacurari “Andresito”, mejor dicho se llamaba. Porque, a través de una disposición del Intendente de Posadas y del Gobernador Maurice Closs, la cancha pasará a llamarse Cristina Fernández de Kirchner. Esta modificación significó un nuevo alejamiento de la institución a los orígenes de la tierra. El hombre olvidado, en este caso, es el único perteneciente a un pueblo originario que gobernó una provincia en la historia Argentina. Perteneciente a la comunidad Guaraní, Andresito, fue una carta clave en la recuperación de las tierras del norte ante las invasiones portuguesas y brasileras. Mano de derecha de Manuel Belgrano en las expediciones libertarias de Paraguay en 1811 ante las manos realistas y -cinco años más tarde- al territorio de la Banda Oriental.   Felipe Pigna, el reconocido historiador, cuenta que  aquella invasión portuguesa sobre la "Banda" estuvo compuesta por 30.000 soldados armados hasta los dientes y con la última tecnología de la época.  En septiembre de aquellos años, el jefe Guaraní se presentó en batalla con 1000 hombres. (Valientes, locos. Elijan ustedes).  Con el paso de los primeros enfrentamientos, su ejército llegó a 2500 almas. Si bien, la travesía del caudillo se vio frustrada en el siguiente enfrentamiento, luego de varios intentos logró recomponer su fuerza y desde Apóstoles -provincia de Misiones- volvió para retomar el control de la Provincia que había sido controlado por el Brigadier Francisco das Chagas y su ejército. No es un cualquiera. Andrés Guacurari fue un hombre que impactó fuerte en la historia argentina y, hoy en día, es un referente de los pueblos originarios en su lucha por el reconocimiento de su raíces y sus tierras. Más de 150 años después, en el 2003, en lo que fue un raid de acercamiento hipócrita a los pueblos originarios, el Gobernador Carlos Rovira –el que modificó la constitución provincial para poder sucederse recíprocamente en el cargo con su vice en un único periodo- bautizó al estadio de Crucero del Norte con el nombre de Andrés Guacurari. Ese mismo año, además, la comunidad Guarani recibió el “reconocimiento” de la legislatura. No obstante, en 2004, el mismo político autorizó que una empresa forestal arrase con sectores de la reserva de la UNESCO que, justamente, son parte de las tierras de dos comunidades originaria pertenecientes a la etnia los Mbya guaraní. El reclamo por las tierras de las comunidades originarias sigue adelante. Si bien el cambio de nombre a un estadio es solo un pequeño detalle ante la indiferencia del Gobierno Provincial y Nacional a sus constantes requerimientos. Esto también significa un bastardeo a la historia de un pueblo. Uno más de tantos. Por @Fglamas    

La representación de una ciudad, de un pueblo o de una sociedad está ligada, en muchos casos, con el equipo de la zona. La representatividad que forma un conjunto de deportistas impacta en sus habitantes. Más aún cuando los orígenes de la institución tienen arraigo en la cultura nativa. En el caso de Crucero del Norte, el club se ganó el respeto de la provincia de Misiones por su presente en el Nacional B. Sin embargo, “El colectivero” no logró meterse en la piel de los misioneros.

Su estadio se llama Andrés Guacurari “Andresito”, mejor dicho se llamaba. Porque, a través de una disposición del Intendente de Posadas y del Gobernador Maurice Closs, la cancha pasará a llamarse Cristina Fernández de Kirchner. Esta modificación significó un nuevo alejamiento de la institución a los orígenes de la tierra. El hombre olvidado, en este caso, es el único perteneciente a un pueblo originario que gobernó una provincia en la historia Argentina.

Perteneciente a la comunidad Guaraní, Andresito, fue una carta clave en la recuperación de las tierras del norte ante las invasiones portuguesas y brasileras. Mano de derecha de Manuel Belgrano en las expediciones libertarias de Paraguay en 1811 ante las manos realistas y -cinco años más tarde- al territorio de la Banda Oriental.   Felipe Pigna, el reconocido historiador, cuenta que  aquella invasión portuguesa sobre la “Banda” estuvo compuesta por 30.000 soldados armados hasta los dientes y con la última tecnología de la época.  En septiembre de aquellos años, el jefe Guaraní se presentó en batalla con 1000 hombres. (Valientes, locos. Elijan ustedes).  Con el paso de los primeros enfrentamientos, su ejército llegó a 2500 almas. Si bien, la travesía del caudillo se vio frustrada en el siguiente enfrentamiento, luego de varios intentos logró recomponer su fuerza y desde Apóstoles -provincia de Misiones- volvió para retomar el control de la Provincia que había sido controlado por el Brigadier Francisco das Chagas y su ejército.

No es un cualquiera. Andrés Guacurari fue un hombre que impactó fuerte en la historia argentina y, hoy en día, es un referente de los pueblos originarios en su lucha por el reconocimiento de su raíces y sus tierras.

Más de 150 años después, en el 2003, en lo que fue un raid de acercamiento hipócrita a los pueblos originarios, el Gobernador Carlos Rovira –el que modificó la constitución provincial para poder sucederse recíprocamente en el cargo con su vice en un único periodo- bautizó al estadio de Crucero del Norte con el nombre de Andrés Guacurari. Ese mismo año, además, la comunidad Guarani recibió el “reconocimiento” de la legislatura. No obstante, en 2004, el mismo político autorizó que una empresa forestal arrase con sectores de la reserva de la UNESCO que, justamente, son parte de las tierras de dos comunidades originaria pertenecientes a la etnia los Mbya guaraní.

El reclamo por las tierras de las comunidades originarias sigue adelante. Si bien el cambio de nombre a un estadio es solo un pequeño detalle ante la indiferencia del Gobierno Provincial y Nacional a sus constantes requerimientos. Esto también significa un bastardeo a la historia de un pueblo. Uno más de tantos.

Por @Fglamas