El año pasado, en 2012, todos hablaban de los 50 años del cassette. En efecto, así era: en 1962 la novedad ya era una realidad. En este mes de agosto de 2013 festejamos los 50 años de su lanzamiento al mercado. Un año después de su creación la empresa Philips dio a conocer la buena nueva en Europa, y en 1964 le llegó el turno a Estados Unidos. Sin embargo, como es historia conocida, el -en criollo- caset comenzó a utilizarse más bien en la década de los 70′ y alcanzó su cima en los 80′, década previa a la que comenzaría a sumergirlo en manos del cd.
Cualquier adolescente de nuestra época, especialmente arriba de los 20 años, se acordará de esa exaltación de poder grabar su propia voz en un soporte de audio fácil de reproducir. Era cuestión de tener un pequeño grabador doméstico y transformarse por un rato en periodista familiar, narrador de historias, héroe de los chistes. Con los subsiguientes recuerdos y risas, por supuesto. Esta fue, sin dudas, la novedad por excelencia de este soporte. Pero no la única. Las cajas de zapatos y los cajones de muchas casas del país y el mundo se convirtieron exclusivamente en mundos con forma de pequeñas cajitas cuadradas. Claro, el tamaño importa, y a eso apuntaría la tecnología en general hasta los tiempos actuales.
A medida que fueron avanzando el tiempo y la tecnología, el caset fue ganándose la confianza y el cariño de los amantes de la música y el audio en general. Sin llegar a ser un fenómeno como lo fue el vinilo y mucho más tarde el compact disc, este dispositivo de cinta fue mejorando su calidad y ganando fama y formatos. Tanto para filmadoras, grabadoras o reproductores de música. En mi caso, La Biblia de Vox Dei fue ese caset musical que jamás voy a olvidar, junto con alguno que otro de Jorge Cafrune o León Gieco.
En materia musical, este dispositivo ya había sido antecedido por el magazine, que pese a ser creado luego del casete alcanzó su popularidad -mucho antes y tal vez menos ruidosa- en los 60′ y 70′. Aquél “cartucho de ocho pistas”, como se lo llama técnicamente, fue suplantado por el caset debido al reducido tamaño y a la capacidad de rebobinado de este último. Es ahora mismo cuando vuelve a la mente de uno la famosa imagen del rebobinado con lapicera. También se hizo popular el copiado de canciones desde la radio, desde vinilos o hasta de otros cassetes, lo que le dio origen formal a la piratería y las listas de reproducciones personalizadas. Pero nada dura para siempre en la carrera tecnológica de la que somos parte: incluso en 2010 se conoció la noticia de que Sony dejaría de producir el famoso Walkman.
Hoy día el caset se reduce, en la mayoría de los casos, a cajas empolvadas en recovecos hogareños. A excepción de los coleccionistas, que como los amantes del vinilo –y el CD, por qué no– invierten a diario en aquellos viejos especímenes, el cassette se ha dejado de usar en casi todos sus formatos. El cd, el dvd y la tecnología mp3 lo han dejado muy atrás en materia de novedad y comodidad, mientras que las videocaseteras (en menor nivel) y las grabadoras lo van dejando de lado poco a poco. Sin embargo, es algo que quedará en el recuerdo: las cintas enredadas, la Bic, el grabador casero y las cajas de zapatos repletas de colores y títulos.
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