En diálogo con Rock N’ Ball, Raquel Soprano (73), cuenta todo acerca del caso de gatillo fácil que supo conmover al País. La madre de Mariano Witis detalla cómo pudo transformar el dolor en lucha y a qué apunta SOMOS, un espacio que busca concientizar sobre la violencia institucional y sus dramáticas consecuencias.
¿De qué hablamos cuando hablamos de violencia institucional?
Cuando la vulneración de derechos de las personas es ejercida en las instituciones publicas hablamos de “violencia en las instituciones”. Es frecuente el maltrato o destrato en el accionar público.
Al hablar de “violencia institucional” nos referimos a las formas más graves que puede adoptar el accionar de los funcionarios públicos, abarca desde la detención “por averiguación de antecedentes” hasta formas extremas de violencia como el asesinato (el llamado “gatillo fácil”), la tortura física y psicológica.
La violencia institucional, que no hemos podido superar en tantos años de democracia, es un tema complejo dónde intervienen muchos actores. Decimos violencia institucional a las practicas estructurales de violación de derechos (tortura, detenciones arbitrarias, asesinato) que, por acción u omisión, llevan adelante funcionarios pertenecientes a las fuerzas de seguridad, policías, servicio penitenciario, fuerzas armadas, efectores de salud y operadores judiciales y que se ven facilitadas en determinados contextos.
La posibilidad de ejercer la violencia física legítima es potestad del Estado a través de los funcionarios mencionados y se concentra en sus instituciones. Esto no significa que la única forma de acción posible sea el uso de la fuerza, sino que generalmente la función del aparato represivo se ejerce de esta forma. Hay protocolos y normativa específica en el uso de la fuerza que los agentes deben respetar. Es esencial desnaturalizar el uso de la violencia para resolver los conflictos sociales y rever la forma en que la autoridad se ejerce.
A pesar de los avances en derechos humanos, de la ampliación de derechos, persiste el patrón de conducta policial violenta, especialmente sobre les jóvenes de los barrios populares. Las asignaturas pendientes de nuestra sociedad son la democratización de las fuerzas policiales, del servicio penitenciario, de la justicia y alcanzar la igualdad y la no discriminación.
De los muchos casos que hubo de gatillo fácil en nuestro país, los de Mariano y Darío son emblemáticos. ¿A qué crees que se debe?
El 21 de septiembre del año 2000, Mariano y yo, salimos a realizar conteo de viviendas (pre-censo) con vistas al Censo Nacional del año 2001. Debíamos relevar 12 manzanas del barrio “Las Carreras” de San Isidro. Cada uno recorría una manzana anotando los datos en un mapa del INDEC, nos quedaba una manzana para censar, Mariano nunca llego. Salí a buscarlo, barrí la zona sin encontrarlo y sin saber que nunca volvería a verlo con vida.
Muy tarde ese día fatídico, supimos que sobre Avenida Márquez al 300 Mariano se encontró con una amiga y ex compañera del colegio, Julieta, quien se dirigía a su empleo y detuvo su auto al verlo. Mientras conversaban, se acercaron dos jóvenes armados, obligando a Mariano a subirse al asiento posterior del auto. Se dirigieron al al Banco Itaú, sito en Avenida Márquez al 700, sin efectuar ningún disparo, realizaron un asalto express en pocos minutos y emprendieron la huida en el auto de Julieta hacia el barrio Uruguay en Béccar, en el camino los avistan móviles policiales y comienza la persecución.
Esta terminó alrededor de las 12 A.M., en la calle Udaondo y Luis de Flores donde el auto fue acribillado a balazos por la policía, asesinando a Mariano y Darío Riquelme, ambos atrapados en el asiento trasero de un Gol 3 puertas. El otro joven ladrón logró escapar y Julieta quien salvó milagrosamente su vida (en el volante había disparos), fue detenida, maltratada e imputada de robo. La policía intentaba “armar” una banda de 4 delincuentes, que venían cometiendo asaltos a Bancos Itaú, oponiéndose al testimonio de testigos en el banco que indicaban la presencia de rehenes.
Los primeros policías que llegaron al banco alertados por la seguridad del mismo, transmitieron por handy (no contaban con radio en el patrullero) del robo y de la presunta existencia de rehenes, tal como ambos lo atestiguarían más adelante a la Fiscal (el texto de esta llamada, sugestivamente, no figura en los libros correspondientes).
En el lugar del hecho para justificar las balas policiales plantan a los pies de Mariano un arma impecable que es disparada en el lugar. Según los testimonios de vecinos Darío tira el arma, que no era apta para el disparo y Mariano grita de la presencia de rehenes. Los dos son fusilados por la espalda a una distancia, según pericias posteriores de 0,75 cm a 1, 20 m en completo estado de indefensión.
Al día siguiente, nos presentamos en la causa como particulares damnificado con nuestra abogada Laura del Cerro. Sabíamos que la búsqueda de verdad y justicia sería difícil, corrían los tiempos de Ruckauf y su famosa frase “hay que meter bala” e incentivando económicamente los “actos de arrojo” con hasta 5 sueldos. “Mano dura” traducida a la realidad cotidiana fue, es y será siempre, tirar a matar para luego averiguar de qué se trata.
El primer juicio fue en agosto del 2003, llegamos con el policía exonerado por el ministro de Seguridad Juan Pablo Cafiero. Fuimos juntas las dos familias Riquelme y Witis porque teníamos claro que el estado que debió proteger y resguardar la vida eligió disparar a matar. La condena pedida por ambas fue de 20 años. La sentencia del TOC 3 de San Isidro fue condenar a Rubén Emir Champonois por el asesinato de Mariano a 8 años y medio y con los mismos argumentos absolver por el de Darío. La doble vara de los actores judiciales fue evidente en esta sentencia rigurosos con los débiles y benevolentes con los que portan uniforme.
La condena definitiva llegaría en el 2014, luego de varias apelaciones por los tribunales de alzada y fue de 15 años por los homicidios e inhabilitación para el uso de arma hasta el 2018.
Fue una causa con muchas idas y vueltas por decisión de los fallos de los actores judiciales y con muchos escándalos, desde jueces que decían que los representantes de los DDHH obstaculizaban a la Justicia hasta jueces que habilitaron al condenado a trabajar en seguridad privada, estando en libertad condicional, aunque una ley provincial inhabilitaba al personal exonerado para trabajar en el ámbito de la seguridad.
Si bien la causa, en términos judiciales, se encuentra finalizada. ¿Creés que se pudo haber hecho más? ¿Sentís que la búsqueda de justicia termina en algún momento?
No pudimos probar la pertenencia del arma plantada ni el encubrimiento a pesar de las medidas propuestas por nuestro perito balístico y nuestra abogada. El perito nos comentaba que esa arma era la segunda arma de un policía por su efectividad. Pudimos sentar en el juicio a un representante de la firma que importo el arma, pero los jueces no indagaron y aceptaron excusas nimias por parte de la empresa. Quizás debimos insistir más en la investigación del encubrimiento.
Hay que prepararse para los distintos momentos que se atraviesan en un proceso judicial: aceptar cuando el condenado cumple la pena su libertad; pensar como seguir cuando el proceso judicial se termina. No es sano para para la familia o para uno seguir aferrado a la causa cuando ya hubo una condena más o menos digna. Sí acompañar a otros para advertirles de los obstáculos que deberán sortear. Sí proponer propuestas que ayuden a erradicar las condiciones que hicieron posible que nuestros hijes no estén con nosotros.
Ustedes han demostrado que se puede transformar el dolor en algo positivo, en un camino a seguir. ¿Cómo lo lograron? ¿Qué consejo le darías a una madre que está pasando por lo mismo que vos?
Las Madres, las Abuelas, fueron un faro de luz en ese camino. Nos enseñaron a cargar el dolor sin bajar los brazos en la búsqueda de la verdad y la justicia. Militamos en los ’70 y eso nos permitió identificar a quien debíamos denunciar, reclamar, exigir y proponer para no quedarnos solo en la queja. La familia fue el primer sostén, después fuimos sumando voluntades, otros familiares, organismos de DDHH y buenos laderos que nos acompañaron estos 21 años de lucha, la Comisión Memoria, Verdad y Justicia Zona Norte y el CELS, organismo que integramos; Suteba, lxs amigues y compañeres de Mariano.
Respecto al consejo, le sugeriría que se acerque a otros familiares, que denuncie las violaciones en sede judicial. Que se organice en el barrio con les vecines, referentes, organizaciones de DDHH, sociales y políticas. Y exija respuestas a las instituciones publicas competentes. Dado que la salida es colectiva, nadie se salva solo.
Y siguiendo esta línea de transmutar la tristeza en lucha y amor, nace la convocatoria artística SOMOS MyD. ¿Cuándo y cómo surge este colectivo? ¿Qué objetivos se plantea y cómo pretende alcanzarlos?
Después de un largo proceso, surge en 2020 la convocatoria Mariano y Darío “20 años de lucha contra la violencia institucional”. Un colectivo conformado por la secretaría de DDHH de Suteba San Isidro, la comisión MVJ Zona Norte y lxs más jóvenes de la familia Witis.
El año pasado le dimos una vuelta más al nombre, y después de un largo debate surgió SOMOS Mariano y Darío Arte Convocatoria contra la Violencia Institucional. El objetivo es que a través del arte les jóvenes y les no tan jóvenes puedan contar sus experiencias con las fuerzas de seguridad o las policías. Romper con el círculo de la violencia, la injusticia, la impunidad. Escuchar distintas voces que puedan expresar sus dolores, sus temores, su indignación frente a las vulneraciones recibidas. Que puedan hablar para animar a los que aun no pueden hacerlo, ayudar a otros a encontrar esa fuerza interna que desconocían.
Invitamos a les participantes a hablar sobre la violencia institucional a través del estilo que elijan, cuento, poema, rap, pintura, etc. Todos los estilos están permitidos si refieren al tema. El arte es esencial para visibilizar y concientizar, el arte nos muestra, nos canta, la historia de los pueblos, sus alegrías, sus luchas sus resistencias.
¿Sentís que SOMOS es una invitación a que jóvenes y adultos se comprometan con la defensa y promoción de los DDHH?
Sí, creo que ayudará a desnaturalizar la violencia para resolver los conflictos, que nos permitirá encontrar otra sensibilidad y discursos sociales alejados del odio, sometimiento o venganza.
Al mismo tiempo, hará posible intercambiar experiencias, reflexionar y elaborar herramientas para enfrentar la violencia institucional y concientizar de la necesidad de una seguridad democrática, respetuosa del ser humano.
SOMOS, además de ser un espacio amplio y plural, tiene un mensaje y una forma bien definida para contarlo. ¿Con qué pensás que tienen que ver ese mensaje y esa forma?
SOMOS habla de igualdad, de la necesidad de verse reflejado en el otro. Habla del respeto a los derechos humanos. Habla de inclusión, de devolver la dignidad a las victimas.
SOMOS Mariano y Darío da un mensaje potente: los dos fueron víctimas de las balas policiales. El rehén y quien lo toma de rehén, mientras que quien debía proteger, decidió disparar. Somos iguales porque hemos decidido serlo, aunque seamos distintos. No importa la condición de las personas, el Estado está obligado a cuidar la vida de todas y todos. Está obligado a sancionar a quienes violan los derechos humanos, porque allí está la garantía de no repetición.
En definitiva, somos Mariano y Darío, pero también Santiago y Nahuel, Natalia y Camila, Luciano, Walter, Lucas y tantxs más.
Si en este momento tuvieras a Mariano y Darío delante tuyo. ¿Qué les dirías?
A Mariano que lo extraño, que lo quiero, le diría todo lo que no pude decirle frente a su muerte intempestiva. Le diría, a su espíritu, que viniera a visitarnos más seguido. Que despierto en las mañanas con su nombre y en las noches el último pensamiento es un momento compartido. Además, que estoy convencida que en algún momento nos volveremos a encontrar porque el amor que compartimos nos une y unirá siempre.
Mientras que a Darío le diría que era muy joven, que debió tener oportunidad de elegir otro proyecto de vida. Que su mamá también lo extraña y dice mirando sus fotos: “solo me quedó de Darío su sonrisa”.
También les diría que el Estado les arrebató a los dos la oportunidad de alcanzar una buena vida, una vida digna de ser vivida. De desarrollar sus habilidades y potencialidades, los dos disfrutaban de jugar al fútbol.
Que el perdón no quita la responsabilidad de nuestros actos y sí nos aleja del odio, de la venganza. Nos da serenidad, nos predispone a escuchar al otro, sabernos humanos con defectos y virtudes, y a encontrar nuevamente la alegría.
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