Tras once años desde su último disco, Federico Gil Solá y su banda vuelven a escena con “Operación Retorno” (2016), un álbum en el que nuevamente se aprecia una búsqueda personal que toma al rock como punto de partida, pero también incorpora elementos del folklore argentino con la potencia característica de la banda. Las letras de las canciones que lo conforman cumplen un rol esencial en el concepto artístico buscado por el reconocido músico.
El grupo se originó como continuación del primer proyecto solista de Federico Gil Solá en 2001 para presentar su disco debut, “Leaving Las Vergas”.
En 2005, ya como Gil Solá & Exiliados, se editó el álbum “La Suerte & La Palabra”. Luego de un paréntesis de varios años, Federico rearmó su banda junto a Sebastián Villegas (bajo), Damián Ferraris (voz), Gustavo Bustos (guitarra) y Roberto Garcilazo (guitarra y arreglos) con la cual grabó y editó su flamante trabajo discográfico: “Operación Retorno”.
Actualmente la banda se encuentra conformada por: Federico Gil Solá (batería y voz), Sebastián Villegas (bajo), Damián Ferraris (voz y guitarra) y Patricio Ciavarella (guitarra).
RNB: El nombre del disco “Operación Retorno” da cuenta de una preparación para volver, ¿Cómo fue eso?
FGS: Nosotros habíamos sacado nuestro último disco en el 2005, con el proyecto éste, y después por esas cosas de la vida nos terminamos tomando unas vacaciones que duraron 6 años. Finalmente, hace un par de años, nos volvimos a juntar y de a poco empezamos a armar todo de nuevo. Al principio cantaba yo, como en mis discos anteriores, y en algún momento, sobre la marcha, me di cuenta que no tenía ganas de cantar, sobre todo en vivo. Tenía ganas de tocar la batería. Ahí salió la idea de llamar a Damián, un viejo amigo del Oeste. Rearmamos la banda y encaramos para ese lado. Ahí me puse a pensar como se iba a llamar el próximo disco, y en algún momento se me ocurrió eso de Operación Retorno; me acorde de la famosa, emblemática, foto de Perón cuando volvió en el ‘72 con Rucci, con el paraguas, y me pareció divertido recrear la foto esa. Además la banda se llama Exiliados. También por ese lado me cerraba. Esta vez se llama Operación Retorno porque nos parecía que estábamos haciendo eso.
RNB: La palabra “operación” y la palabra “exilio” remiten a algo que en lo personal a vos te tocó de cerca porque te fuiste a vivir a Estados Unidos durante la última dictadura militar. ¿Creés que es algo que quedó dando vueltas y en lo musical salió a la superficie recién ahora?
FGS: Siempre estuvo de alguna forma o de otra. En la época de Divididos también estaba tomado por eso, en alguna forma. La Era de la boludez se llamó así por lo que estaba atravesando el país en ese momento. En las canciones también estaba, por ejemplo, en Huelga de amores, la letra termina con: “la historia escrita por vencedores no pudo hacer callar a los tambores”; eso es mío y remite a lo mismo. Hubo exilios a otro país y hubo exilios internos. Pero sí, es algo que de alguna manera está rondando y forma lo que uno hace. A veces más explícitamente y a veces no, pero siempre dando vueltas.
RNB: Teniendo en cuenta la última dictadura, y otros momentos democráticos de fragilidad institucional y económica, ¿Creés que hay una cuestión artística que aflora o que logra nutrirse de ese conflicto y producir algo?
FGS: Sí, yo creo que sí. Creo que lamentablemente las mejores canciones salen cuando uno está como el culo. Cuando uno está contento y satisfecho con su vida hace otra cosa; no se sienta a poner las asociaciones en palabras en una canción. No sé si tengo una respuesta contundente y general. Los títulos de los discos pasan por ahí: la Era de boludez; Live in las vergas salió en el 2001-2002, justo en la debacle, como yéndose, escapándose, dejando la verga atrás o al menos intentándolo. Y La palabra en el 2005 también, porque yo sentía que estábamos teniendo suerte de que volviera la palabra a la política, para bien y para mal, pero que se volviera a hablar de política concretamente, cosa que había pasado de moda. Si en los ‘90 hablabas de política eras como un psicobolche que se había quedado en el pasado.
RNB: Justo, por casualidad, también este año es bisagra entre una gestión con un modelo muy marcado y la gestión actual, y el disco sale en un momento de ebullición política…
FGS: Sí, tanto el disco como la foto ya los teníamos armados de antes de las elecciones. Pero yo lo hice medio a propósito, pensando que de cualquiera de las dos formas iba a funcionar. No es para tomarlo de manera literal, fue jugando con nuestro retorno y también con la liturgia peronista que a mí me hace mucha gracia y no le doy mucha bola. Entonces era jugar con todo eso. Las letras también son anteriores a este momento. Pero es muy loco porque hay temas más nuevos y temas de etapas anteriores, entonces todo da vuelta. Lo piola de las letras es que se van re-significando, dependiendo en qué momento las leés quieren decir una cosa u otra. Para cada persona quieren decir una cosa distinta porque las interpreta desde su lugar. Lo que acá yo hago como una chacarera en la batería, en realidad, yo ya lo venía haciendo en Estados Unidos cuando vivía allá y me lo habían enseñado mis amigos de Argelia, Túnez y Marruecos, que es el mismo ritmo de la chacarera pero allá se entendía como música árabe y acá como chacarera. Es un ejemplo de cómo la misma cosa puede ser interpretada de diferentes maneras dependiendo cuándo lo escuchás o dónde. Hay letras mías que las vengo cantando hace 15 años ya, y dependiendo del momento en que las canto para mi quieren decir cosas distintas. Eso es interesante.
RNB: Desde el periodismo que se dedica a la crítica hay como una especie de disputa relativa a la interpretación más acertada, ¿Hay interpretaciones más acertadas o que la interpretación que pueda darle cada uno está bien?
FGS: Depende del caso. Cualquier interpretación puede ser interesante o no, errada o no. Ahora que un tipo diga: quiero decir tal cosa o acá están hablando de los militares… cosa que me pasó con El Burrito, que gran parte de la letra es mía, entonces puedo hablarte específicamente, no me acuerdo quien dijo: “Acá cuando dice yo me pongo tu uniforme y vos me das de morfar, están hablando de los militares”. Y yo no estaba hablando de los militares, está esa lectura ahí porque estás hablando de un uniforme pero yo estaba hablando de algo más personal, de: “me pongo el uniforme de rockero, vos pagás la entrada y me das de morfar”. Entonces son es tan lineal la cosa. A mí cuando alguien me dice acá quiere decir tal cosa, me hace ruido. Hay algunos libros que igualmente son muy interesantes, porque te ayudan a entender el contexto.
RNB: Teniendo en cuenta que todo está en movimiento, y que todo es interpretación, que representa el disco nuevo?
FGS: Representa mis primeros estados de demencia (risas), porque hay que estar loco para sacar un disco hoy en día. Ha cambiado todo, hace diez años la gente compraba discos, ahora no. Sacar un disco es un pequeño acto de locura, pero también es un acto de amor, de alguna forma. Los músicos seguimos pensando en términos de discos, es como una obra integra como disco, no como canciones sueltas que se piensa ahora. Es otra forma de procesar la información.
RNB: Estás trabajando en dos libros, ¿de qué van?
FGS: Uno es un libro de cuentos cortos al estilo de Galeano, que entran en una sola página. Están basados en la música, en mi experiencia musical en Estados Unidos y en distintos lugares. El otro libro, que quizás no termine en ese formato, son reportajes que le empecé hacer a músicos de la primera generación de rock argentino, que son para mí los héroes de la historia. Eran un grupo muy pequeño de gente, no era para nada comercial ser músico de rock, que no se llamaba rock nacional en esa época, primero era música beat y después fue rock progresivo. La primera etapa de rock acá se hizo en circunstancias muy difíciles, no había formación, no había equipos ni público. Lo que había era tipos reprimiéndolos constantemente, ya fuera policía o dictadura. Asique se me ocurrió rescatar historias de vida y de música de esos tipos que yo quiero tanto.
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