Es una constante, en el fútbol argentino de nuestros días, que la diferencia la marcan equipos con jugadores pensantes. En un fútbol tan parejo (para abajo) los equipos que cuentan con esos futbolistas “cerebrales” son los que sacan mejores dividendos. No es cosa de hoy, la tendencia no es algo nuevo. Pero el “peligro de extinción del enganche” amenazó con borrar de un plumazo la tendencia.
Mucho se habló de la muerte del enganche…¡Qué se lo vayan a decir a Boca! O a Vélez, que dejó ir a Maxi Moralez, se desprendió de Ricky Álvarez y le quedó un tal David Ramírez, que maneja los hilos del último campeón del fútbol de estos lares.
Decíamos Boca y decimos Riquelme. Román la descosió ante el Tatengue. La dejó así de chiquita. Sí, la endeble defensa de Unión, que jamás se avivó por donde iba la cosa, colaboró muchisimo. Pero en una cancha pesada, el diez jugó en puntas de pie. Lo ayudó Erviti, que lo leyó bien y lo complementó de igual forma. Son buenas noticias para Boca. Juan Román hizo jugar a Clemente Rodríguez primero y a Nico Colazo después. A los dos de la misma manera: puñada al vacío. Claro, el Diez, tiempista como pocos, sabía cuando y dónde meter la estocada. Sus compañeros no hacían más que saber a donde iba.
¿Y que me dicen de River? Sí, otra categoría, otros rivales. Vale decir que el Chacarita de ayer poco tiene que envidiarle al Unión de Frank Kudelka. River consiguió la diferencia desde la cabeza. El partido invitaba a la fricción, el Millo aceptó el convite, pero además tuvo gente que pensó, mientras que su rival no. En especial dos jugadores.
El primero fue el Chori Domínguez, que en su regreso demostró que está intacto. Sabía cuando aguantar el roce, cuando hacer el rodeo, cuando darle dinamismo a la jugada, cuando “enfriar” el partido. Todo y todo bien. Estreno más que prometedor para el ex jugador del Valencia de España. Claro, a sus 30 años, Domínguez ya no es más ese delantero picante (aunque orilló el gol dos veces) ahora es un conductor de luxe, para River y para la categoría.
El otro que pensó con la banda Roja fue Carlos Sánchez. El Ex Godoy Cruz, jugador de los más interesantes del campeonato pasado de Primera División, “bajó” a River. Lejos de costarle la adaptación o pesarle la camiseta, Sánchez ofrendó lo mismo que en Godoy Cruz: entrega, sacrificio y, sobre todo, inteligencia. Por él jugó Luciano Abecasis y por él no se notó tanto el vertiginoso desorden de Martín Aguirre. Otra nota más que positiva para Almeyda.
Y la tendencia se repite en varios equipo. ¿Acaso no es mejor Estudiantes cuando Verón está con las luces prendidas? ¿No extrañará el equipo de Miguel a Enzo Pérez, un volante de características similares a las de Sánchez pero con más gol? ¿No luce más arreglado Tigre cuando Román Martínez se hace patrón? ¿No precisa Independiente de Patricio Rodríguez? ¿No extrañó Racing a Gio Moreno, más allá de los goles y la jerarquía de Teo Gutiérrez? ¿Quien se atreve a decir que gran parte de la permanencia de Olimpo no está en la inteligencia de Rolle para manejar los hilos? ¿O que San Lorenzo lucía mejor cuando la agarraba Romagnoli? ¿O que Gimnasia, cuando la tenía Neira, podía soñar con la permanencia?
Siempre esos volantes que levantan la cabeza, tienen criterio y, sobre todo, piensan, terminan marcando la diferencia. ¿O no extraña horrores Banfield a Erviti? ¿O no extraña Lanús a Valeri, más con Camoranesi fuera de servicio por unas fechas? Sí, sí y sí. El jugador pensante, ya no el número 10, se convirtió en una pieza que no es muy usual, pero que sí es vital para cualquier equipo.
Varios equipos tienen un jugador con esas características, pero pocos de esos jugadores son realmente capaces de romper el molde. Riquelme a la cabeza, como el top de nuestro fútbol, David Ramírez es otro que tiene calidad de sobra. El colombiano Gio Moreno también y el “Chori” si sigue por ese camino se unirá al grupo, más allá de la diferencia de categoría.
Es saludable, en un fútbol tan voraz y vertiginoso que la diferencia la marquen aquellos capaces de frenar la bocha, levantar la cabeza, pensar, y elegir la mejor opción para su equipo. No son muchos los jugadores capaces de hacerlo. Tenerlos equivale a sumar un plus que, a la hora de los bifes, casi siempre resulta decisivo. Que le pregunten a Unión, a Banfield o a Chacarita si no…
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